martes, 31 de diciembre de 2013

22- Sonrisas y muecas

La segunda parte iba a comenzar. Esta vez sacaba el Barça. Pablo, junto a otro compañero, se encontraba delante de la pelota dispuesto a sacar. El árbitro dio el pitido inicial y el balón comenzó a rodar. El Barça fue tocando, durante varios minutos, acercándose con calma a la portería rival. La primera jugada de peligro llegó. Álex movió la pelota por el centro del campo y se fue de dos jugadores. Buscó un hueco por el que encontró a Pablo, que mano a mano con el portero, disparó con seguridad y la pelota se estrelló contra la red. El segundo gol había llegado. Pablo fue junto a Álex y chocaron las manos, y luego con el resto del equipo. Volvió a mirar a la grada. Ella le aplaudía con una sonrisa, y él le sonrió, para luego mirar al suelo, con la sonrisa aún en su cara. Había batido el récord, delante de ella, delante de su afición. Verónica observaba la escena desde la banda. ¿A quien miraba así? Más valía que fuera su madre, su hermana o su amiga fea. Más valía para ella.

******
 
Julio estaba sentado en el sofá de su casa mientras se fumaba un cigarrillo viendo el partido del Barça. Le gustaba ese equipo porque los chicos eran jóvenes y lo hacían bien, tenían futuro. Cuando el comentarista comenzó a hablar de Manu, él se fue con la cabeza a otro lado. Manu le recordaba a Marta, era su hermano, por lo que a lo mejor dejaba de ver los partidos de los culés.
 
Marta iba a levantar la mano para darle una torta a Julio, pero éste no le dejó.
 
-¿Por qué me pegas? Ya te dije que podías considerarte afortunada?
 
-Teniendo en cuenta que besas hasta a las piedras, ¿no?
 
Julio rió. Se esperaba esa reacción.
 
-¿Quieres tranquilizarte? Si quieres te doy otro, para ayudarte a que te relajes mejor- y le guiñó un ojo.
 
-Gilipollas.
 
-Si me pagaran cada vez que me lo llamas era millonario.
 
-Gilipollas.
 
Marta se sentó de nuevo en el muro. ¿Por qué la había besado? ¿Quién se creía que era? Estaba tan enfadada...
 
El teléfono de Julio interrumpió sus pensamientos. Julio lo sacó del bolsillo y al ver el nombre, descolgó.
 
-Que hay.
 
-Ey Julio- saludó Gabriel-. ¿Dónde estás? No te habrán pillado...
 
-No, no me pillaron. Estoy en un parque cerca del colegio al que íbamos de enanos.
 
-Vale, ya sé, vamos para allá- dijo Gabriel.
 
-Vale, pero cuidado, que estoy acompañado, y no está de muy buen humor- dijo mirando a Marta y aguantando la risa.
 
-¿Sí? Bueno, si eso ya le bajamos ahora los humos, no te preocupes- rió Gabriel.
 
-No, deja, debe ser que beso muy mal, ¿o es otra cosa?- dijo dirigiéndose a Marta.
 
Marta no respondió. Estaba enfadada con él.
 
-Bueno, sea lo que sea, vamos para allá, que tengo unas ganas de fumarme un pitillo que flipas- dijo Gabriel-. Hasta ahora.
 
-Hasta ahora.
 
Colgaron.
 
-No me digas que ahora van a venir tus amigos, porque entonces sí me da algo- dijo Marta.
 
-Pues entonces mejor no te lo digo, te dejo que te lleves la sorpresa- rió Julio.
 
-O sea, que mis amigas no saben ni donde estoy pero tú puedes traer a todos tus amigos para fumaros todos un cigarro en amor y compañía, ¿no?
 
-Más o menos- dijo Julio.
 
Marta bufó. Julio la ponía de los nervios. Hacía lo que quería y cuando quería, y eso no estaba bien.
 
-¿Y yo que pinto con tus amigos, a ver?- preguntó.
 
-Nada, a ver si te relajas, y luego le cuentas a tus amigas que estuviste con nosotros, que eso sí que no lo consiguen muchas- dijo guiñando un ojo.

-¿Puedo no conseguirlo yo también?

-No. Te quedas- sentenció Julio con una sonrisa.

Al cabo de cinco minutos los amigos de Julio aparecieron por donde antes habían llegado ellos. Julio sonrió al verlos venir y ellos lo saludaron. No pudieron evitar clavar la vista en su guapa acompañante.

-Hey, hola- la saludó Gabriel con una sonrisa, y de un salto, se sentó en el muro entre Julio y ella.

-Hola- saludó Marta seca.

-Pues sí que está de mal humor, qué le harías Julio- dijo Gabriel sacándose un pitillo del bolsillo. Acto seguido se lo puso en la boca y lo encendió, dándole la primera calada.

-Nada que no pudiera gustarle- contestó Julio mirándole desafiante.

-Noo, nada- dijo Marta con sarcasmo.

Los amigos de Julio se colocaron alrededor. Eran un grupo de seis, de diferentes institutos, formado por Julio, Gabriel, Lucas, Iván y otros dos chicos, Eloy y Sergio. Lucas se sentó al otro lado de Marta y la miró. Se notaba que Julio la ponía de los nervios, y que ella se dejaba.

-Entonces, ¿qué le hiciste?- preguntó Gabriel, dando otra calada.

-Que te lo cuente ella, que seguro que le gustó más de lo que aparenta- dijo Julio mirándola divertido.

Gabriel se giró a mirar a Marta, esperando una respuesta, que por su cara, estaba más que claro que no se la iba a dar.

-¿No me dices nada?- dijo Gabriel, y tras decir eso, echó todo el humo, haciendo que acabara todo en la cara de Marta.

 
-Que asco- murmuró Marta.
 
-Que optimista te la buscaste, eh Julio- dijo Gabriel dirigiéndose a Julio.
 
-Ya ves- dijo Julio sacando el móvil de Marta del bolsillo.
 
Lo encendió, pero no se sabía la contraseña.
 
-¿Como es la contraseña?- preguntó.
 
-Que te lo voy a decir- respondió Marta.
 
-¿Es su móvil? Joder- dijo Eloy sentándose al lado de Julio.
 
-Sí, a ver si me dice la contraseña- dijo Julio mirándola de reojo.
 
-Suerte- dijo Lucas, mientras se fumaba un cigarrillo.
 
Gabriel la miró y sonrió. Lo de Julio y ella era una constante lucha. La chica no estaba mal, no le importaría hacerle algo en cuanto Julio la dejara de lado.
 
-¿Me das ya el móvil, por favor?- dijo Marta, intentando parecer relajada.
 
-No, ya adivinaré la contraseña, no te preocupes- dijo Julio guardándose el móvil de nuevo en el bolsillo.
 
Marta suspiró. Se le iba a hacer largo eso de estar con ellos.
 
******
 
Minuto 67. El Barça ganaba 2-0, los dos goles de Pablo. El balón se movía por el centro del campo, y llegó hasta los pies de Jesús, que miró hacia delante, a ver que posibilidades tenía. Pablo se movía por la banda derecha, intentando quitarse al defensa de encima. Le dio una patada al balón, y con un pase perfecto, la pelota acabó justo en los pies de Pablo, que se adentró en el área y miró que posibilidades tenía. O tiraba o la pasaba. Vio a uno de sus compañeros solo y decidió pasársela, el récord ya lo tenía. Éste remató la jugada y el tercer gol llegó. El autor fue a abrazar a Pablo, que chocó las manos con Jesús.
 
-Buen pase- le dijo.
 
-Buen regate- añadió.
 
Pablo miró de nuevo a la grada, algo que inquietó a Verónica, ya que miraba mucho para allá, aunque esta vez Pablo no hizo ningún gesto en especial. El partido continuó, con el Barça con los tres puntos asegurados.

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