-No lo sé, lejos de ahí- respondió Julio.
Recorrieron las calles de su ciudad, y llegaron al parque donde antes se habían encontrado.
-Ya está- dijo Julio, soltando la muñeca de Marta.
Marta se quedó un momento en silencio, pero luego preguntó:
-¿Por qué le pegasteis?
Julio se giró y puso cara de que la respuesta era evidente.
-¿Tú lo sigues en Twitter? ¿Ves lo que dice de nosotros? Ese tío necesitaba una lección urgente.
-¿Pero dejándolo como lo dejasteis? Sois unos bestias.
-Se lo merece.
-¿Y el otro que? ¿Te parece que esa es forma de arreglar algo?
-A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, y menos de esa manera- zanjó Julio.
Marta suspiró. Julio era un bestia, eso estaba claro. Julio se sentó de nuevo en el muro bajo donde antes se había sentado y miró a la chica que lo acompañaba. Parecía preocupada, pero que nunca hubiera vivido algo así y no estuviera acostumbrada no era su culpa.
-Y ahora no sé donde están mis amigas ni nada, joder...- murmuró Marta sacando el móvil.
-Eso es cosa tuya, no mía- dijo Julio calmado-. Yo tampoco sé donde están los míos y me importa una mierda.
-Tú no lo entiendes- respondió Marta-. Ahora estoy aquí contigo y ya ves la gracia que me hace.
Julio disfrutaba verla comerse la cabeza.
-Ya te dije que nos volveríamos a ver- dijo-. Te recomiendo que te relajes.
-¿Pero como voy a relajarme?
-Ven aquí, siéntate y relájate.
Marta lo miró y accedió, no le quedaba otra. Fue junto a él y se sentó, dejando espacio entre ellos.
-Te preocupas demasiado- dijo Julio.
-Y tú te preocupas demasiado poco- respondió Marta.
Julio rió un momento y luego la miró.
-¿Quieres relajarte? Yo no tengo la culpa de que estés aquí conmigo.
-Si fueras más pacífico y relajado a lo mejor ahora yo estaba tomándome un helado y tú sabe Dios haciendo lo qué- replicó Marta.
-Que amargada, tío- se quejó Julio. Marta era demasiado pesimista.
-¿Amargada? Yo por lo menos no voy pegando a todo el que se mete conmigo.
-¿Y si lo hago, que? Es MI forma de solucionar las cosas, no la tuya. Aparte, ¿a ti que te importa lo que yo haga?
-Por tu culpa estuve y aún estoy aguantando lloros porque le pusiste los cuernos a Iria, veo a dos personas que conozco sangrándoles la cara a chorros y por estar aquí a lo mejor me meto en algún lío- dijo Marta a correr.
-Disfruta más de las cosas, que más da que te metas en un lío, tú no has hecho nada, y punto- dijo Julio-. Ahora, por Dios, para de quejarte, que ya le gustaría a cualquiera de tus amigas estar en tu pellejo.
Marta ya había abierto la boca para contestarle, pero su teléfono le interrumpió antes de que pudiera decir nada. Lo sacó del bolsillo y pudo leer el nombre de Paula. Descolgó.
-¿Paula?
-¡Marta! Por el amor de Dios, ¿dónde estás?
Marta dudó y miró a Julio, el cual se encogió de hombros.
-Es que no sé donde es, pero estoy bien- respondió.
-¿Estás tú sola? Tía, que preocupadas nos tienes.
Marta volvió a dudar y miró a Julio en busca de ayuda. Julio no tenía la mejor intención de ayudarle. Le gustaba verla así de preocupada.
-Em, no, bueno, sí. Antes estaba con los otros chicos pero ahora me fui- dijo a tropezones.
-¡Pues mira donde estás que vamos a por ti!
-Pues... Estoy en...- dudó, y luego, susurrando de forma que solo Julio le escuchó, preguntó:-. ¿Dónde estamos?
-Dame el teléfono- susurró Julio.
-¡No! Van a ver que estoy contigo y...
Pero a Marta no le dio tiempo de seguir, Julio le arrebató el teléfono de las manos y se puso él.
-¿Hola?
Paula se extrañó al escuchar a un chico en vez de a Marta.
-¿Quién eres?- preguntó, alejándose un poco de sus amigas.
-Yo Julio, ¿y tú eres...?
<<¡Julio! ¿Pero que hace Marta con él? Fijo que la cogió después de la pelea y se la llevó>>, pensó Paula.
-Paula, ¿qué haces tú con Marta?- preguntó.
-Tranquila fiera, que no le estoy haciendo nada- replicó Julio, mientras con la mano libre apartaba a Marta, que intentaba recuperar su móvil.
-¿Pero dónde estáis?- preguntó Paula de nuevo.
-En España, ¿vosotras?- Julio no pensaba responder.
-Hombre, en España, hasta ahí llego, ¿pero en que parte de España?
-En la misma que tú.
A Paula también le tocaba un poco las narices.
-A ver, pásame con Marta, ya- ordenó Paula.
-Lo siento, pero ahora mismo no puedo, encantado de hablar contigo, ale, chao.- Julio colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo.
-¡Gilipollas! ¡Dame mi móvil!- dijo Marta.
-No, me lo quedo yo, por si acaso- dijo Julio.
Marta intentó meter la mano en el bolsillo de Julio para sacarle el móvil, pero éste la apartaba sin apenas esfuerzo.
-Déjalo ya, ¿quieres? No te vale de nada- dijo Julio divertido.
Marta se rindió en su intento, enfadada. Aún por encima de que se ponía a hablar con sus amigas así como así, no le devolvía el teléfono. El móvil de Marta volvió a sonar, pero Julio ni se inmutó.
-¡Cógelo!- exclamó Marta.
-No quiero.
-Que lo cojas.
-Que no me da la gana.
Marta gruñó. Estaba poniéndose de los nervios.
-Dame el móvil y me voy- dijo tras un momento de silencio.
-¿A donde te quieres ir? Si aquí estamos genial- dijo Julio burlón.
-A mi casa, y estarás genial tú, yo no.
-Bueno, tú vete, pero el móvil me lo quedo yo- dijo Julio tranquilo.
-No, el móvil me lo devuelves- dijo Marta.
-De eso nada, me lo quedo yo.
-¡Que me lo des!- Marta fue de nuevo hacia él e intentó quitárselo del bolsillo, pero Julio le agarró ambas muñecas y tiró de ella hacia él.
-El móvil me lo quedo yo- dijo susurrando, con ella a pocos centímetros de él.
-Gilipollas- susurró también Marta.
-Pero te encanta que sea un gilipollas- añadió Julio.
-Ya te gustaría, estoy aquí porque no me queda otra.
-¿Segura? Seguro que luego no me dices lo mismo.
-Luego te diría que estoy bastante peor.
-¿Ah, sí? ¿Incluso después de esto?- preguntó Julio.
Marta lo miró. ¿Qué iba a hacer? Tuvo su respuesta enseguida. Julio se acercó a ella y le dio un rápido beso en los labios, para luego separarse de ella y añadir:
-Puedes considerarte afortunada.
******
El árbitro indicó el final de la primera parte. En el marcador relucía un 1-0 a favor del Barça. En los minutos finales, casi marcan otro gol, pero el portero no lo permitió.
-Guau, no sé si podré adaptarme- comentó Manu.
-¿Como que no sabes? Tú también eres muy bueno- añadió Marta.
-Seré, pero míralos a ellos, imponen hasta desde la grada.
-Caguetas- dijo Marta con una sonrisilla.
-Bo, mira, mañana empiezo a entrenar, ya veré que tal- dijo Manu.
-Sí, es cierto, no te vayas a quedar dormido- dijo Marta.
-Soy despistado, pero no tanto.
-Ya.- Y Marta rió.
******
-Muy disimulado ese guiño tuyo a la grada, eh Pablo- dijo Álex camino de los vestuarios.
-Me da igual si es disimulado o no, lo notó y punto- añadió Pablo, camino de los vestuarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario