lunes, 30 de diciembre de 2013

19- Yo también me alegro de verte

-¡Carmen! ¡Carmen! ¡CAAAAARMEEEEEEN!- gritaba Clara desde el sofá.

-¿Qué pasó loca?- dijo Carmen saliendo de la habitación.

-¿Te parece normal esto?- tendió su móvil a su mejor amiga, la cual lo miró y echó a reír a carcajadas-. ¡No hace gracia! ¡Pero ninguna!

-¡Sí la hace!- Carmen reía-. ¿Cómo te pudo bloquear Marc Adams? Es que esto es tronchante.

-¡No me hace gracia! Bloqueada por mi actor favorito, ¿pero esto que es?

-¡Súper gracioso!- Y Carmen siguió riendo.

-Ahora mismo coges el Instagram y lo acosas a comentarios, a ver por qué me bloquea- ordenó Clara.

-Te bloquea porque lo acosas.

-¡Si solo lo acoso por Twitter!- exclamó Clara.

Carmen rió. Su mejor amiga, bloqueada por su actor favorito. Tronchante.

******
 
Los tres chicos se encontraban en el comedor del hotel, comiendo junto a sus compañeros de equipo. El partido se acercaba, pero se respiraba tranquilidad en el ambiente. Su rival no era muy complicado, por lo que no tenían que preocuparse mucho, simplemente dejar que su juego fluya. Estaban comiendo la especialidad de la casa, deliciosa, por cierto. Algunos charlaban, otros hablaban con sus seguidores por las redes sociales, y otros estaban en su mundo.
 
Era el caso de Pablo, que pensaba que si ese día marcaba dos goles sería pichichi, por ahora, y el más joven en marcar 10 goles en las primeras 4 jornadas. Tenía que intentarlo. Además, ese día iba alguien a verlo. Alguien a quien tenía que impresionar.
 
******
 
-Manu, ¿comemos?- preguntó Marta desde la cocina.
 
-Sí, que tengo hambre- respondió éste.
 
-Pues ayúdame porfa- pidió la chica.
 
Manu fue a la cocina y comenzó a ayudar a Marta a hacer la comida. Hicieron unos huevos fritos con patatas, ya que su despensa no era muy abundante. En cuanto estuvo hecho se sentaron a comer y pusieron la televisión.
 
-A ver que canales hay...- dijo Manu haciendo zapping.
 
Pasó por distintos canales hasta que encontró Cataluña TV, donde estaban dando los deportes.
 
-¿Dejo aquí?- le preguntó a su hermana.
 
-Sí, aunque a ver si nos enteramos de algo- respondió.
 
Se enteraban de la mitad, ya que estaba todo en catalán, y ellos de catalán no sabían nada. La presentadora, Verónica, contaba como habían sido los partidos del día anterior y el de ese día a las doce del mediodía. En cuanto acabó, una publicidad de dos minutos ocupó el espacio.
 
-Mi ex equipo quedó bien- comentó Manu.
 
-Ya, aunque se notaba que tú faltabas- le dijo su hermana.
 
-Bueno, tampoco tanto- le quitó importancia.
 
A la vuelta de publicidad salió de nuevo Verónica, y empezó a hablar de nuevo.
 
-Y señores, esta tarde juega el líder, el Barça- empezó a contar-. Lo hace en casa frente al Valladolid. No contarán con su nueva incorporación, Manu Rivas, al cual el técnico ha decidido dejar fuera. Si el Barça gana y el Madrid no lo hace, el conjunto azulgrana puede colocarse a cinco puntos de los blancos. Y atención también, hoy Pablo Hernández puede batir un nuevo récord.
 
Marta levantó la cabeza.
 
-Si marca dos goles- siguió Verónica-, se convertirá en el jugador más joven en marcar 10 goles en las primeras cuatro jornadas.
 
-Los marca fijo- dijo Manu.
 
-Veremos- añadió Marta.
 
******
 
Era sábado. Los chavales salían a la calle para quedar con sus amigos y aprovechar el sol de principios de mayo. Julio se puso su chaqueta de cuero negra y se colocó el pelo negro hacia un lado, como siempre, cubriéndole sus bonitos ojos azules. Ya habían pasado dos días de lo de Iria, y bien que se sentía. Aún faltaba hora y media para quedar con sus amigos, así que decidió dar una vuelta. Llegó hasta un parque un poco escondido. Era pequeño, y no había nadie. Se sentó en un muro bajo y sacó su teléfono. Abrió el Twitter y miró el perfil de Iria. Le gustaba saber que publicaban después de salir con él. Al ver los tuits se rió para si.
 
"Puto gilipollas. Y yo también".
 
"Ya se acabó. Era demasiado bonito para ser verdad".
 
"Venga, borrón y cuenta nueva y a seguir tirando".
 
<<Pobrecitas. Se creen que eran algo más>>, pensó Julio.
 
Un ruido llamó su atención. Se acercaba alguien. Bah, daba igual. Pero no le dio tan igual al ver quien era. Marta iba mirando su iPhone, tan guapa como siempre. Llevaba una blusa blanca con unos vaqueros pitillo. Su melena lisa le caía suelta sobre los hombros. Levantó la cabeza y al ver a Julio bufó y puso una mueca de desagrado.
 
-Yo también me alegro de verte eh- dijo Julio.
 
Marta no respondió y siguió caminando.
 
-Eh, que es de mala educación no contestar.- Julio bajó de un salto del muro y se puso delante de ella.
 
-¿No tuviste ya bastante con Iria?- dijo Marta mirándole directamente a los ojos.
 
-Iria era pura diversión, Tú misma lo dijiste- respondió Julio.
 
-¿Solo piensas en ti o que?- preguntó Marta brusca-. A ella le hiciste daño.
 
-Me da igual, vosotras le avisasteis, todas sabéis como soy yo, ¿qué más quieres?
 
-Que no seas tan puto, por favor- Marta intentó pasar al lado de Julio para irse, pero este le agarró del brazo.
 
-¿A donde vas?- preguntó.
 
-¿Y a ti que te importa? Suéltame- respondió ella.
 
-Dímelo, anda- Julio se lo estaba pasando bien, y Marta todo lo contrario.
 
-Al centro, ¿te vale? Ahora déjame.
 
-¿Te acompaño? No te vayan a violar- dijo Julio sonriente.
 
-Que me dejes, búscate a una de tus putas para que se vaya contigo- dijo Marta cortante.
 
-¿Llamas putas a tus amigas? Yo a eso no le llamo ser buena amiga- dijo Julio negando con la cabeza.
 
Marta bufó de nuevo. La estaba poniendo de los nervios.
 
-¿Me puedo ir ya? Voy a llegar tarde por tu culpa.
 
-Pueden esperar, no hace falta que siempre seas doña perfecta- respondió Julio-. Por llegar tarde un día no te van a matar.
 
-Pero es que no quiero llegar tarde por un gilipollas como tú, ¿entiendes?- Marta ya se estaba enfadando.
 
-No te preocupes, que yo de gilipollas no tengo nada.
 
-Me estás empezando a cabrear eh- advirtió Marta.
 
-Vaya por Dios- ironizó Julio.
 
-¡Que me sueltes y me dejes marchar!- exclamó Marta.
 
-¿Pero por qué no quieres quedarte conmigo? Si fijo que te lo pasas mejor.- A Julio no le borraba nadie la sonrisa burlona de la cara.
 
-Yo me lo paso bien con gente normal, no con subnormales como tú- dijo Marta ya harta.
 
-¿Entonces no vienes conmigo?- dijo Julio.
 
-No- respondió Marta.
 
-Pues tú verás.- Julio sonrió y le soltó el brazo, y sin que Marta se lo esperara, se agachó y la cargó a hombros.
 
-¡¿Pero que haces subnormal?! ¡Bájame!- Marta se agarraba con fuerza a la chaqueta de Julio, y éste riendo, fue caminando hasta la otra punta del parque.
 
-Tú te lo has buscado, bonita- decía.
 
-¡Que me bajes, gilipollas!- repetía Marta una y otra vez.
 
Pero Julio no hacía caso.
 
Cuando llegaron a la otra punta, junto a una fuente, Julio la soltó, y cuando Marta iba a darle una torta, éste le agarró fuerte la muñeca.
 
-Ni lo intentes, que no das- le dijo sonriente.
 
Marta era en ese momento lo contrario a él.
 
-¡Serás subnormal! Ahora estoy toda despeinada, tengo la blusa arrugada y llego tarde, joder.
 
-Uo, que ha dicho una palabrota, que se nos vuelve rebelde- rió Julio.
 
-¿Pero tú de que vas?- dijo Marta enfadada.
 
-Como insultas eh, ese vocabulario- se mofó Julio.
 
-Es que como para no insultarte- replicó Marta, y con la mano libre, para sorpresa de Julio se sacó un peine y comenzó a cepillar su melena castaña.
 
-¿En serio?- Julio flipaba con ella-. Como sois las chicas, joder...
 
-Pues de los tíos ni te hablo- se quejó ella-. Me voy.
 
-¿A donde?
 
-¿Otra vez?- Marta ya se estaba cabreando.
 
-Ay, mi memoria- dijo Julio con sarcasmo-. Que se va con sus amigas de compras.
 
-¿Y tú no tienes amigos o que? ¡Vete con ellos!- dijo Marta.
 
-Están ocupados, ya tú sabes- dijo Julio.
 
-Guarro- murmuró Marta.
 
-¿Que dijiste?
 
-¡Guarro!- repitió Marta, está vez en alto. Se guardó el peine en el bolsillo y se dispuso a irse, pero Julio se puso de nuevo en su camino.
 
-¿Ya te vas? ¿No prefieres quedarte conmigo?
 
-¡Ya te he dicho que no! ¡Ahora mismo debería estar llegando al centro, y mira donde estoy!
 
-Con el chico más guapo de la ciudad, yo creo que te sale mejor así.
 
Marta gruñó. Ese chico sabía como tocarle las narices pero bien.
 
-Las señoritas no gruñen.
 
-Cállate.
 
Julio la miró. Levantó las cejas y una risa sorda salió de él.
 
-Como te enfadas eh.
 
-Ya ves, ahora déjame irme, por lo que más quieras.
 
-Bueno, una chica normal en tu pellejo se quedaría aquí, pero bueno, ya nos veremos.- Julio guiñó el ojo y antes de que Marta pudiera darle una torta, él ya se estaba yendo, riéndose para si.
 
Lo que no sabían era que se verían mucho antes de lo que esperaban, pero mucho antes.

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