martes, 31 de diciembre de 2013

22- Sonrisas y muecas

La segunda parte iba a comenzar. Esta vez sacaba el Barça. Pablo, junto a otro compañero, se encontraba delante de la pelota dispuesto a sacar. El árbitro dio el pitido inicial y el balón comenzó a rodar. El Barça fue tocando, durante varios minutos, acercándose con calma a la portería rival. La primera jugada de peligro llegó. Álex movió la pelota por el centro del campo y se fue de dos jugadores. Buscó un hueco por el que encontró a Pablo, que mano a mano con el portero, disparó con seguridad y la pelota se estrelló contra la red. El segundo gol había llegado. Pablo fue junto a Álex y chocaron las manos, y luego con el resto del equipo. Volvió a mirar a la grada. Ella le aplaudía con una sonrisa, y él le sonrió, para luego mirar al suelo, con la sonrisa aún en su cara. Había batido el récord, delante de ella, delante de su afición. Verónica observaba la escena desde la banda. ¿A quien miraba así? Más valía que fuera su madre, su hermana o su amiga fea. Más valía para ella.

******
 
Julio estaba sentado en el sofá de su casa mientras se fumaba un cigarrillo viendo el partido del Barça. Le gustaba ese equipo porque los chicos eran jóvenes y lo hacían bien, tenían futuro. Cuando el comentarista comenzó a hablar de Manu, él se fue con la cabeza a otro lado. Manu le recordaba a Marta, era su hermano, por lo que a lo mejor dejaba de ver los partidos de los culés.
 
Marta iba a levantar la mano para darle una torta a Julio, pero éste no le dejó.
 
-¿Por qué me pegas? Ya te dije que podías considerarte afortunada?
 
-Teniendo en cuenta que besas hasta a las piedras, ¿no?
 
Julio rió. Se esperaba esa reacción.
 
-¿Quieres tranquilizarte? Si quieres te doy otro, para ayudarte a que te relajes mejor- y le guiñó un ojo.
 
-Gilipollas.
 
-Si me pagaran cada vez que me lo llamas era millonario.
 
-Gilipollas.
 
Marta se sentó de nuevo en el muro. ¿Por qué la había besado? ¿Quién se creía que era? Estaba tan enfadada...
 
El teléfono de Julio interrumpió sus pensamientos. Julio lo sacó del bolsillo y al ver el nombre, descolgó.
 
-Que hay.
 
-Ey Julio- saludó Gabriel-. ¿Dónde estás? No te habrán pillado...
 
-No, no me pillaron. Estoy en un parque cerca del colegio al que íbamos de enanos.
 
-Vale, ya sé, vamos para allá- dijo Gabriel.
 
-Vale, pero cuidado, que estoy acompañado, y no está de muy buen humor- dijo mirando a Marta y aguantando la risa.
 
-¿Sí? Bueno, si eso ya le bajamos ahora los humos, no te preocupes- rió Gabriel.
 
-No, deja, debe ser que beso muy mal, ¿o es otra cosa?- dijo dirigiéndose a Marta.
 
Marta no respondió. Estaba enfadada con él.
 
-Bueno, sea lo que sea, vamos para allá, que tengo unas ganas de fumarme un pitillo que flipas- dijo Gabriel-. Hasta ahora.
 
-Hasta ahora.
 
Colgaron.
 
-No me digas que ahora van a venir tus amigos, porque entonces sí me da algo- dijo Marta.
 
-Pues entonces mejor no te lo digo, te dejo que te lleves la sorpresa- rió Julio.
 
-O sea, que mis amigas no saben ni donde estoy pero tú puedes traer a todos tus amigos para fumaros todos un cigarro en amor y compañía, ¿no?
 
-Más o menos- dijo Julio.
 
Marta bufó. Julio la ponía de los nervios. Hacía lo que quería y cuando quería, y eso no estaba bien.
 
-¿Y yo que pinto con tus amigos, a ver?- preguntó.
 
-Nada, a ver si te relajas, y luego le cuentas a tus amigas que estuviste con nosotros, que eso sí que no lo consiguen muchas- dijo guiñando un ojo.

-¿Puedo no conseguirlo yo también?

-No. Te quedas- sentenció Julio con una sonrisa.

Al cabo de cinco minutos los amigos de Julio aparecieron por donde antes habían llegado ellos. Julio sonrió al verlos venir y ellos lo saludaron. No pudieron evitar clavar la vista en su guapa acompañante.

-Hey, hola- la saludó Gabriel con una sonrisa, y de un salto, se sentó en el muro entre Julio y ella.

-Hola- saludó Marta seca.

-Pues sí que está de mal humor, qué le harías Julio- dijo Gabriel sacándose un pitillo del bolsillo. Acto seguido se lo puso en la boca y lo encendió, dándole la primera calada.

-Nada que no pudiera gustarle- contestó Julio mirándole desafiante.

-Noo, nada- dijo Marta con sarcasmo.

Los amigos de Julio se colocaron alrededor. Eran un grupo de seis, de diferentes institutos, formado por Julio, Gabriel, Lucas, Iván y otros dos chicos, Eloy y Sergio. Lucas se sentó al otro lado de Marta y la miró. Se notaba que Julio la ponía de los nervios, y que ella se dejaba.

-Entonces, ¿qué le hiciste?- preguntó Gabriel, dando otra calada.

-Que te lo cuente ella, que seguro que le gustó más de lo que aparenta- dijo Julio mirándola divertido.

Gabriel se giró a mirar a Marta, esperando una respuesta, que por su cara, estaba más que claro que no se la iba a dar.

-¿No me dices nada?- dijo Gabriel, y tras decir eso, echó todo el humo, haciendo que acabara todo en la cara de Marta.

 
-Que asco- murmuró Marta.
 
-Que optimista te la buscaste, eh Julio- dijo Gabriel dirigiéndose a Julio.
 
-Ya ves- dijo Julio sacando el móvil de Marta del bolsillo.
 
Lo encendió, pero no se sabía la contraseña.
 
-¿Como es la contraseña?- preguntó.
 
-Que te lo voy a decir- respondió Marta.
 
-¿Es su móvil? Joder- dijo Eloy sentándose al lado de Julio.
 
-Sí, a ver si me dice la contraseña- dijo Julio mirándola de reojo.
 
-Suerte- dijo Lucas, mientras se fumaba un cigarrillo.
 
Gabriel la miró y sonrió. Lo de Julio y ella era una constante lucha. La chica no estaba mal, no le importaría hacerle algo en cuanto Julio la dejara de lado.
 
-¿Me das ya el móvil, por favor?- dijo Marta, intentando parecer relajada.
 
-No, ya adivinaré la contraseña, no te preocupes- dijo Julio guardándose el móvil de nuevo en el bolsillo.
 
Marta suspiró. Se le iba a hacer largo eso de estar con ellos.
 
******
 
Minuto 67. El Barça ganaba 2-0, los dos goles de Pablo. El balón se movía por el centro del campo, y llegó hasta los pies de Jesús, que miró hacia delante, a ver que posibilidades tenía. Pablo se movía por la banda derecha, intentando quitarse al defensa de encima. Le dio una patada al balón, y con un pase perfecto, la pelota acabó justo en los pies de Pablo, que se adentró en el área y miró que posibilidades tenía. O tiraba o la pasaba. Vio a uno de sus compañeros solo y decidió pasársela, el récord ya lo tenía. Éste remató la jugada y el tercer gol llegó. El autor fue a abrazar a Pablo, que chocó las manos con Jesús.
 
-Buen pase- le dijo.
 
-Buen regate- añadió.
 
Pablo miró de nuevo a la grada, algo que inquietó a Verónica, ya que miraba mucho para allá, aunque esta vez Pablo no hizo ningún gesto en especial. El partido continuó, con el Barça con los tres puntos asegurados.

21- Tranquila fiera

-¿Dónde vamos?- preguntó Marta, mirando a Julio, que caminaba rápidamente.

-No lo sé, lejos de ahí- respondió Julio.

Recorrieron las calles de su ciudad, y llegaron al parque donde antes se habían encontrado.

-Ya está- dijo Julio, soltando la muñeca de Marta.

Marta se quedó un momento en silencio, pero luego preguntó:

-¿Por qué le pegasteis?

Julio se giró y puso cara de que la respuesta era evidente.

-¿Tú lo sigues en Twitter? ¿Ves lo que dice de nosotros? Ese tío necesitaba una lección urgente.

-¿Pero dejándolo como lo dejasteis? Sois unos bestias.

-Se lo merece.

-¿Y el otro que? ¿Te parece que esa es forma de arreglar algo?

-A mí nadie me dice lo que tengo que hacer, y menos de esa manera- zanjó Julio.

Marta suspiró. Julio era un bestia, eso estaba claro. Julio se sentó de nuevo en el muro bajo donde antes se había sentado y miró a la chica que lo acompañaba. Parecía preocupada, pero que nunca hubiera vivido algo así y no estuviera acostumbrada no era su culpa.

-Y ahora no sé donde están mis amigas ni nada, joder...- murmuró Marta sacando el móvil.

-Eso es cosa tuya, no mía- dijo Julio calmado-. Yo tampoco sé donde están los míos y me importa una mierda.

-Tú no lo entiendes- respondió Marta-. Ahora estoy aquí contigo y ya ves la gracia que me hace.

Julio disfrutaba verla comerse la cabeza.

-Ya te dije que nos volveríamos a ver- dijo-. Te recomiendo que te relajes.

-¿Pero como voy a relajarme?

-Ven aquí, siéntate y relájate.

Marta lo miró y accedió, no le quedaba otra. Fue junto a él y se sentó, dejando espacio entre ellos.

-Te preocupas demasiado- dijo Julio.

-Y tú te preocupas demasiado poco- respondió Marta.

Julio rió un momento y luego la miró.

-¿Quieres relajarte? Yo no tengo la culpa de que estés aquí conmigo.

-Si fueras más pacífico y relajado a lo mejor ahora yo estaba tomándome un helado y tú sabe Dios haciendo lo qué- replicó Marta.

-Que amargada, tío- se quejó Julio. Marta era demasiado pesimista.

-¿Amargada? Yo por lo menos no voy pegando a todo el que se mete conmigo.

-¿Y si lo hago, que? Es MI forma de solucionar las cosas, no la tuya. Aparte, ¿a ti que te importa lo que yo haga?

-Por tu culpa estuve y aún estoy aguantando lloros porque le pusiste los cuernos a Iria, veo a dos personas que conozco sangrándoles la cara a chorros y por estar aquí a lo mejor me meto en algún lío- dijo Marta a correr.

-Disfruta más de las cosas, que más da que te metas en un lío, tú no has hecho nada, y punto- dijo Julio-. Ahora, por Dios, para de quejarte, que ya le gustaría a cualquiera de tus amigas estar en tu pellejo.

Marta ya había abierto la boca para contestarle, pero su teléfono le interrumpió antes de que pudiera decir nada. Lo sacó del bolsillo y pudo leer el nombre de Paula. Descolgó.

-¿Paula?

-¡Marta! Por el amor de Dios, ¿dónde estás?

Marta dudó y miró a Julio, el cual se encogió de hombros.

-Es que no sé donde es, pero estoy bien- respondió.

-¿Estás tú sola? Tía, que preocupadas nos tienes.

Marta volvió a dudar y miró a Julio en busca de ayuda. Julio no tenía la mejor intención de ayudarle. Le gustaba verla así de preocupada.

-Em, no, bueno, sí. Antes estaba con los otros chicos pero ahora me fui- dijo a tropezones.

-¡Pues mira donde estás que vamos a por ti!

-Pues... Estoy en...- dudó, y luego, susurrando de forma que solo Julio le escuchó, preguntó:-. ¿Dónde estamos?

-Dame el teléfono- susurró Julio.

-¡No! Van a ver que estoy contigo y...

Pero a Marta no le dio tiempo de seguir, Julio le arrebató el teléfono de las manos y se puso él.

-¿Hola?

Paula se extrañó al escuchar a un chico en vez de a Marta.

-¿Quién eres?- preguntó, alejándose un poco de sus amigas.

-Yo Julio, ¿y tú eres...?

<<¡Julio! ¿Pero que hace Marta con él? Fijo que la cogió después de la pelea y se la llevó>>, pensó Paula.

-Paula, ¿qué haces tú con Marta?- preguntó.

-Tranquila fiera, que no le estoy haciendo nada- replicó Julio, mientras con la mano libre apartaba a Marta, que intentaba recuperar su móvil.

-¿Pero dónde estáis?- preguntó Paula de nuevo.

-En España, ¿vosotras?- Julio no pensaba responder.

-Hombre, en España, hasta ahí llego, ¿pero en que parte de España?

-En la misma que tú.

A Paula también le tocaba un poco las narices.

-A ver, pásame con Marta, ya- ordenó Paula.

-Lo siento, pero ahora mismo no puedo, encantado de hablar contigo, ale, chao.- Julio colgó y se guardó el teléfono en el bolsillo.

-¡Gilipollas! ¡Dame mi móvil!- dijo Marta.

-No, me lo quedo yo, por si acaso- dijo Julio.

Marta intentó meter la mano en el bolsillo de Julio para sacarle el móvil, pero éste la apartaba sin apenas esfuerzo.

-Déjalo ya, ¿quieres? No te vale de nada- dijo Julio divertido.

Marta se rindió en su intento, enfadada. Aún por encima de que se ponía a hablar con sus amigas así como así, no le devolvía el teléfono. El móvil de Marta volvió a sonar, pero Julio ni se inmutó.

-¡Cógelo!- exclamó Marta.

-No quiero.

-Que lo cojas.

-Que no me da la gana.

Marta gruñó. Estaba poniéndose de los nervios.

-Dame el móvil y me voy- dijo tras un momento de silencio.

-¿A donde te quieres ir? Si aquí estamos genial- dijo Julio burlón.

-A mi casa, y estarás genial tú, yo no.

-Bueno, tú vete, pero el móvil me lo quedo yo- dijo Julio tranquilo.

-No, el móvil me lo devuelves- dijo Marta.

-De eso nada, me lo quedo yo.

-¡Que me lo des!- Marta fue de nuevo hacia él e intentó quitárselo del bolsillo, pero Julio le agarró ambas muñecas y tiró de ella hacia él.

-El móvil me lo quedo yo- dijo susurrando, con ella a pocos centímetros de él.

-Gilipollas- susurró también Marta.

-Pero te encanta que sea un gilipollas- añadió Julio.

-Ya te gustaría, estoy aquí porque no me queda otra.

-¿Segura? Seguro que luego no me dices lo mismo.

-Luego te diría que estoy bastante peor.

-¿Ah, sí? ¿Incluso después de esto?- preguntó Julio.

Marta lo miró. ¿Qué iba a hacer? Tuvo su respuesta enseguida. Julio se acercó a ella y le dio un rápido beso en los labios, para luego separarse de ella y añadir:

-Puedes considerarte afortunada.

******

El árbitro indicó el final de la primera parte. En el marcador relucía un 1-0 a favor del Barça. En los minutos finales, casi marcan otro gol, pero el portero no lo permitió.
 
-Guau, no sé si podré adaptarme- comentó Manu.
 
-¿Como que no sabes? Tú también eres muy bueno- añadió Marta.
 
-Seré, pero míralos a ellos, imponen hasta desde la grada.
 
-Caguetas- dijo Marta con una sonrisilla.
 
-Bo, mira, mañana empiezo a entrenar, ya veré que tal- dijo Manu.
 
-Sí, es cierto, no te vayas a quedar dormido- dijo Marta.
 
-Soy despistado, pero no tanto.
 
-Ya.- Y Marta rió.
 
******
 
-Muy disimulado ese guiño tuyo a la grada, eh Pablo- dijo Álex camino de los vestuarios.
 
-Me da igual si es disimulado o no, lo notó y punto- añadió Pablo, camino de los vestuarios.

lunes, 30 de diciembre de 2013

20- Guiños inesperados

La tarde iba pasando y las siete de la tarde, hora de comienzo del partido, iban llegando. A las seis los jugadores de ambos equipos ya estaban en el estadio, metidos en el vestuario, escuchando las últimas instrucciones y cambiándose. La gente comenzó a llegar al partido a la misma hora. Marta y Manu salieron hacia el estadio a las cinco y media, y tras vueltas y muchas preguntas llegaron a las seis y media. Cris y su padre no tardaron tanto. Salieron de casa a las seis y a las seis y cuarto ya estaban buscando sus asientos en la grada del Camp Nou. Elena llegó más ajustada. A las siete menos cuarto encontró el fabuloso sitio que Álex le había conseguido. Los jugadores salieron a calentar a las siete menos veinte. Pablo, Álex y Jesús juntos, como siempre. Álex dirigió su mirada a la tribuna. Allí vio a Elena sentada, mirando como él entrenaba. Sonrió para si y siguió con los estiramientos. Pablo, miró al lado del palco. Marta y Manu conversaban, sabe Dios de lo que. Pablo se alegró de verlos ahí. Esperaba marcar algún gol. Jesús se fijaba en sus dos amigos y se reía en silencio. La cara con la que buscaban entre los aficionados era para foto.

******
 
Marta llegó junto a sus amigas, frustrada. Éstas le preguntaron por qué llegó tarde. Evidentemente, Marta no les iba a contar que estuvo con Julio con Iria delante.
 
-Mi hermano, que le surgió una cosa y tuve que ayudarle- dijo sobre la marcha.
 
-Ah, bueno, ya pensábamos que te pasara algo- dijo Alicia, una de sus amigas.
 
-No, no me pasó nada- afirmó Marta.
 
Las chicas empezaron a hacer lo que siempre hacían. Primero fueron a Zara, miraron ropa, se la probaron y alguna se hizo con alguna prenda nueva. Luego a Stradivarius, donde hicieron lo mismo que en Zara. A continuación a Pull&Bear, donde la cosa se repitió, y por último, a Bershka. Ya visto todo y alguna con nuevas prendas decidieron ir a la alameda, a sentarse en un banco y charlar.
 
Allí se encontraron a Jacobo, un chico muy guapo, que siempre estaba metido en algún lío, porque era un bocazas. Se reía de los skaters, y del grupo de Julio. En Twitter publicaba cosas en contra de ellos, llamándolos putones y retrasados. Jacobo se llevaba muy bien con las chicas, tanto él como sus amigos. Todos hablaron, hasta que alguien les interrumpió.
 
-Hola Jacobo- saludó un chico alto, de pelo castaño y ojos verdes. Era Gabriel, uno de los amigos de Julio. Iria agachó un poco la cabeza, y Marta giró la cabeza hacia el lugar de donde vino Gabriel. Allí, delante de todos vio a Julio, que la miraba con una sonrisa pícara.
 
Jacobo se volvió serio.
 
-¿Que quieres, fumetas?
 
-Fumetas dice. Yo de ti me callaría un poco, ¿no crees Julio?- dijo Gabriel, ya frente a él.
 
-Sí, yo creo que ya habló demasiado- añadió Julio.
 
-Tú calla putón, que ya has hecho bastante daño con lo que haces.- Jacobo no se cortaba un pelo, pero eso le iba a costar caro.
 
-¿A ti, maricón?- replicó Julio.
 
-No, pero a gente que me importa sí- respondió Jacobo.
 
-Pues las consolas tú, ¿no te importan tanto?
 
-Hijo de puta.
 
Julio lo miró directamente a los ojos, a continuación, intercambió una mirada cómplice con Gabriel, y por último, le dio un puñetazo en toda la cara a Jacobo.
 
-Piénsatelo mejor antes de hablar gilipollas- le dijo, y luego le propinó otro puñetazo.
 
Jacobo cayó al suelo, con el labio sangrando. Ya sabía lo que se le venía encima. Entre Julio y Gabriel, Jacobo recibió una lluvia de puñetazos, ya que ellos eran siempre el objetivo de las burlas de Jacobo.
 
Pero cuando uno de los amigos de Jacobo sacó el móvil, Lucas se acercó a ellos y les dijo:
 
-Yo creo que ya tuvo bastante, ahora, vámonos.
 
Julio y Gabriel pararon. Todos sabían que había llamado a la policía. Un amigo de Jacobo se acercó a las chicas y les dijo:
 
-Iros, que luego os asocian con esto.
 
Las chicas obedecieron, todas menos Marta, que se quedó mirando a Jacobo tendido en el suelo con la cara sangrando. No se podía creer que ella había estado con el chico que le dejó así hace apenas tres horas.
 
Julio y sus amigos ya se empezaban a ir, pero el primero se giró, y al ver a Marta allí parada volvió. Llegó junto a ella y le dijo:
 
-¿Piensas quedarte ahí? Luego doña perfecta se mete en líos.
 
Marta lo miró. No sabía que decirle. Julio insistió.
 
-Vamos hombre, luego es malo para ti, joder.
 
Uno de los amigos de Jacobo vio como Julio hablaba con Marta y se acercó a ellos.
 
-¿Quieres dejarla en paz? Ella no va a ir contigo.
 
-Tú no me dices a mí lo que tengo que hacer- dijo Julio picado.
 
-¿Ah, no? Pero ella no quiere ir, lárgate ya, o mejor, quédate aquí para que te pillen.
 
Julio apretó los puños y se lanzó encima de él. Le propinó varios puñetazos en la ceja y en la nariz, haciendo que sangrara a chorros. Marta, ante aquella escena, no pudo evitar agarrar a Julio por detrás suplicándole que parara.
 
-¡Julio, para! ¡Déjalo en paz! ¡Julio, que te vas a meter en un lío bien gordo! ¡Para ya!
 
Agarró el brazo derecho de Julio, cuando él iba a pegarle otro puñetazo, haciendo que Julio se girara y la mirara.
 
-Para, por favor- susurró Marta.
 
Julio volvió a girarse y miró al chico que tenía debajo, sangrando por toda la cara. Se levantó, y tras darle una patada en el estómago añadió:
 
-Ya te pillaré otro día, ya te pillaré.
 
Marta miró a ambos preocupada. No sabía donde estaban sus amigas, y estaba con Julio y Jacobo y sus amigos. No sabía si quedarse allí o irse con Julio, pero sabía que si se quedaba allí Julio insistiría, y podría causar otra pelea.
 
-Julio, déjalo, vámonos de aquí- dijo Marta.
 
Julio se giró y cogió a Marta de la muñeca, tirando de ella para irse lejos de ahí.
 
******
 
Los dos equipos ya estaban listos para el comienzo del partido. Jesús se colocaba las medias, Pablo calentaba por última vez los tobillos y Álex miraba fijamente el balón. De los tres Pablo era el único delantero, mientras que Álex y Jesús eran centrocampistas. Sacaba el equipo contrario. El árbitro hizo sonar su silbato y el partido comenzó. La afición comenzó a corear gritos de: "Barça, Barça". El equipo local en seguida recuperó el balón, y la primera jugada peligrosa llegó, pero acabó en un susto para el Valladolid.
 
La primera parte fue constantes ataques del Barcelona, y en el minuto 36, Pablo se hizo con la pelota. Estaba casi en el área, y delante de él se encontraban tres jugadores del equipo contrario. Decidió arriesgar. Sorteó al primero, hizo un caño al segundo y un sombrero al tercero. Se quedó solo, mano a mano con el portero y con una vaselina metió el primer gol de la tarde. El estadio casi se cae de todos los aficionados celebrando el gol. Marta y Manu aplaudían. El Barça entero fue a abrazar a Pablo, y cuando quedó libre, miró hacia donde estaban Marta y Manu. Marta se dio cuenta y lo miró. Él le sonrió y le guiñó un ojo, haciendo que Marta se sonrojara ligeramente.
 
Pablo volvió a su posición inicial, y el partido continuó, a falta de un gol para que Pablo batiese el récord.

19- Yo también me alegro de verte

-¡Carmen! ¡Carmen! ¡CAAAAARMEEEEEEN!- gritaba Clara desde el sofá.

-¿Qué pasó loca?- dijo Carmen saliendo de la habitación.

-¿Te parece normal esto?- tendió su móvil a su mejor amiga, la cual lo miró y echó a reír a carcajadas-. ¡No hace gracia! ¡Pero ninguna!

-¡Sí la hace!- Carmen reía-. ¿Cómo te pudo bloquear Marc Adams? Es que esto es tronchante.

-¡No me hace gracia! Bloqueada por mi actor favorito, ¿pero esto que es?

-¡Súper gracioso!- Y Carmen siguió riendo.

-Ahora mismo coges el Instagram y lo acosas a comentarios, a ver por qué me bloquea- ordenó Clara.

-Te bloquea porque lo acosas.

-¡Si solo lo acoso por Twitter!- exclamó Clara.

Carmen rió. Su mejor amiga, bloqueada por su actor favorito. Tronchante.

******
 
Los tres chicos se encontraban en el comedor del hotel, comiendo junto a sus compañeros de equipo. El partido se acercaba, pero se respiraba tranquilidad en el ambiente. Su rival no era muy complicado, por lo que no tenían que preocuparse mucho, simplemente dejar que su juego fluya. Estaban comiendo la especialidad de la casa, deliciosa, por cierto. Algunos charlaban, otros hablaban con sus seguidores por las redes sociales, y otros estaban en su mundo.
 
Era el caso de Pablo, que pensaba que si ese día marcaba dos goles sería pichichi, por ahora, y el más joven en marcar 10 goles en las primeras 4 jornadas. Tenía que intentarlo. Además, ese día iba alguien a verlo. Alguien a quien tenía que impresionar.
 
******
 
-Manu, ¿comemos?- preguntó Marta desde la cocina.
 
-Sí, que tengo hambre- respondió éste.
 
-Pues ayúdame porfa- pidió la chica.
 
Manu fue a la cocina y comenzó a ayudar a Marta a hacer la comida. Hicieron unos huevos fritos con patatas, ya que su despensa no era muy abundante. En cuanto estuvo hecho se sentaron a comer y pusieron la televisión.
 
-A ver que canales hay...- dijo Manu haciendo zapping.
 
Pasó por distintos canales hasta que encontró Cataluña TV, donde estaban dando los deportes.
 
-¿Dejo aquí?- le preguntó a su hermana.
 
-Sí, aunque a ver si nos enteramos de algo- respondió.
 
Se enteraban de la mitad, ya que estaba todo en catalán, y ellos de catalán no sabían nada. La presentadora, Verónica, contaba como habían sido los partidos del día anterior y el de ese día a las doce del mediodía. En cuanto acabó, una publicidad de dos minutos ocupó el espacio.
 
-Mi ex equipo quedó bien- comentó Manu.
 
-Ya, aunque se notaba que tú faltabas- le dijo su hermana.
 
-Bueno, tampoco tanto- le quitó importancia.
 
A la vuelta de publicidad salió de nuevo Verónica, y empezó a hablar de nuevo.
 
-Y señores, esta tarde juega el líder, el Barça- empezó a contar-. Lo hace en casa frente al Valladolid. No contarán con su nueva incorporación, Manu Rivas, al cual el técnico ha decidido dejar fuera. Si el Barça gana y el Madrid no lo hace, el conjunto azulgrana puede colocarse a cinco puntos de los blancos. Y atención también, hoy Pablo Hernández puede batir un nuevo récord.
 
Marta levantó la cabeza.
 
-Si marca dos goles- siguió Verónica-, se convertirá en el jugador más joven en marcar 10 goles en las primeras cuatro jornadas.
 
-Los marca fijo- dijo Manu.
 
-Veremos- añadió Marta.
 
******
 
Era sábado. Los chavales salían a la calle para quedar con sus amigos y aprovechar el sol de principios de mayo. Julio se puso su chaqueta de cuero negra y se colocó el pelo negro hacia un lado, como siempre, cubriéndole sus bonitos ojos azules. Ya habían pasado dos días de lo de Iria, y bien que se sentía. Aún faltaba hora y media para quedar con sus amigos, así que decidió dar una vuelta. Llegó hasta un parque un poco escondido. Era pequeño, y no había nadie. Se sentó en un muro bajo y sacó su teléfono. Abrió el Twitter y miró el perfil de Iria. Le gustaba saber que publicaban después de salir con él. Al ver los tuits se rió para si.
 
"Puto gilipollas. Y yo también".
 
"Ya se acabó. Era demasiado bonito para ser verdad".
 
"Venga, borrón y cuenta nueva y a seguir tirando".
 
<<Pobrecitas. Se creen que eran algo más>>, pensó Julio.
 
Un ruido llamó su atención. Se acercaba alguien. Bah, daba igual. Pero no le dio tan igual al ver quien era. Marta iba mirando su iPhone, tan guapa como siempre. Llevaba una blusa blanca con unos vaqueros pitillo. Su melena lisa le caía suelta sobre los hombros. Levantó la cabeza y al ver a Julio bufó y puso una mueca de desagrado.
 
-Yo también me alegro de verte eh- dijo Julio.
 
Marta no respondió y siguió caminando.
 
-Eh, que es de mala educación no contestar.- Julio bajó de un salto del muro y se puso delante de ella.
 
-¿No tuviste ya bastante con Iria?- dijo Marta mirándole directamente a los ojos.
 
-Iria era pura diversión, Tú misma lo dijiste- respondió Julio.
 
-¿Solo piensas en ti o que?- preguntó Marta brusca-. A ella le hiciste daño.
 
-Me da igual, vosotras le avisasteis, todas sabéis como soy yo, ¿qué más quieres?
 
-Que no seas tan puto, por favor- Marta intentó pasar al lado de Julio para irse, pero este le agarró del brazo.
 
-¿A donde vas?- preguntó.
 
-¿Y a ti que te importa? Suéltame- respondió ella.
 
-Dímelo, anda- Julio se lo estaba pasando bien, y Marta todo lo contrario.
 
-Al centro, ¿te vale? Ahora déjame.
 
-¿Te acompaño? No te vayan a violar- dijo Julio sonriente.
 
-Que me dejes, búscate a una de tus putas para que se vaya contigo- dijo Marta cortante.
 
-¿Llamas putas a tus amigas? Yo a eso no le llamo ser buena amiga- dijo Julio negando con la cabeza.
 
Marta bufó de nuevo. La estaba poniendo de los nervios.
 
-¿Me puedo ir ya? Voy a llegar tarde por tu culpa.
 
-Pueden esperar, no hace falta que siempre seas doña perfecta- respondió Julio-. Por llegar tarde un día no te van a matar.
 
-Pero es que no quiero llegar tarde por un gilipollas como tú, ¿entiendes?- Marta ya se estaba enfadando.
 
-No te preocupes, que yo de gilipollas no tengo nada.
 
-Me estás empezando a cabrear eh- advirtió Marta.
 
-Vaya por Dios- ironizó Julio.
 
-¡Que me sueltes y me dejes marchar!- exclamó Marta.
 
-¿Pero por qué no quieres quedarte conmigo? Si fijo que te lo pasas mejor.- A Julio no le borraba nadie la sonrisa burlona de la cara.
 
-Yo me lo paso bien con gente normal, no con subnormales como tú- dijo Marta ya harta.
 
-¿Entonces no vienes conmigo?- dijo Julio.
 
-No- respondió Marta.
 
-Pues tú verás.- Julio sonrió y le soltó el brazo, y sin que Marta se lo esperara, se agachó y la cargó a hombros.
 
-¡¿Pero que haces subnormal?! ¡Bájame!- Marta se agarraba con fuerza a la chaqueta de Julio, y éste riendo, fue caminando hasta la otra punta del parque.
 
-Tú te lo has buscado, bonita- decía.
 
-¡Que me bajes, gilipollas!- repetía Marta una y otra vez.
 
Pero Julio no hacía caso.
 
Cuando llegaron a la otra punta, junto a una fuente, Julio la soltó, y cuando Marta iba a darle una torta, éste le agarró fuerte la muñeca.
 
-Ni lo intentes, que no das- le dijo sonriente.
 
Marta era en ese momento lo contrario a él.
 
-¡Serás subnormal! Ahora estoy toda despeinada, tengo la blusa arrugada y llego tarde, joder.
 
-Uo, que ha dicho una palabrota, que se nos vuelve rebelde- rió Julio.
 
-¿Pero tú de que vas?- dijo Marta enfadada.
 
-Como insultas eh, ese vocabulario- se mofó Julio.
 
-Es que como para no insultarte- replicó Marta, y con la mano libre, para sorpresa de Julio se sacó un peine y comenzó a cepillar su melena castaña.
 
-¿En serio?- Julio flipaba con ella-. Como sois las chicas, joder...
 
-Pues de los tíos ni te hablo- se quejó ella-. Me voy.
 
-¿A donde?
 
-¿Otra vez?- Marta ya se estaba cabreando.
 
-Ay, mi memoria- dijo Julio con sarcasmo-. Que se va con sus amigas de compras.
 
-¿Y tú no tienes amigos o que? ¡Vete con ellos!- dijo Marta.
 
-Están ocupados, ya tú sabes- dijo Julio.
 
-Guarro- murmuró Marta.
 
-¿Que dijiste?
 
-¡Guarro!- repitió Marta, está vez en alto. Se guardó el peine en el bolsillo y se dispuso a irse, pero Julio se puso de nuevo en su camino.
 
-¿Ya te vas? ¿No prefieres quedarte conmigo?
 
-¡Ya te he dicho que no! ¡Ahora mismo debería estar llegando al centro, y mira donde estoy!
 
-Con el chico más guapo de la ciudad, yo creo que te sale mejor así.
 
Marta gruñó. Ese chico sabía como tocarle las narices pero bien.
 
-Las señoritas no gruñen.
 
-Cállate.
 
Julio la miró. Levantó las cejas y una risa sorda salió de él.
 
-Como te enfadas eh.
 
-Ya ves, ahora déjame irme, por lo que más quieras.
 
-Bueno, una chica normal en tu pellejo se quedaría aquí, pero bueno, ya nos veremos.- Julio guiñó el ojo y antes de que Marta pudiera darle una torta, él ya se estaba yendo, riéndose para si.
 
Lo que no sabían era que se verían mucho antes de lo que esperaban, pero mucho antes.

domingo, 29 de diciembre de 2013

18- Humillaciones y dudas

Ya había pasado media hora de que Óscar se acostara con Sara, y ya había informado a Arturo de que la apuesta estaba cumplida. También le había contado que la chica se creía que él llevaba dos años enamorado de ella, y que esa noche había decidido dar el paso.

Cuando llegó la hora de cantarle a Arturo el cumpleaños feliz, el cumpleañero subió con su mejor amigo, y Óscar dijo que todos le debían cantar el cumpleaños. Todos cantaron al unísono y al acabar los aplausos resonaron, y Arturo empezó a hablar.

Localizaron a Sara entre la gente, y al acabar de dar las gracias, añadió:

-Ahora supongo que tendré que darle los 50 euros a mi amigo porque ha ganado una apuesta. Querrá darle las gracias a quien le ayudó a ganarla, ¿no es así, Óscar?

Óscar sonrió y tomó la palabra.

-Gracias Arturo- dijo agarrando los 50 euros de la mano de su amigo-. Y gracias Sara, me has sido muy útil.

Y guiñándole el ojo, bajó del escenario, mientras el corazón de Sara se rompía en mil pedazos. Las lágrimas le inundaron la cara, y salió corriendo lo más rápido que pudo de esa casa.

-¿Cómo iba a olvidarme de ti, pedazo de gilipollas?- dijo Sara desde la cama.

-Hombre, nadie se olvida de mí después de que le haya dado parte de mi tiempo- dijo él con voz creída.

-Déjame en paz, no sé qué quieres, pero no quiero saber nada de ti, ¿me oyes? Adiós.

Y dicho esto le colgó. Pero algo dentro de ella despertó de nuevo. No había olvidado a ese chico. Y seguía enamorada de él.

******
 
Paula, no sé por que me dices esto, pero sé perfectamente que ese chico no me quiere, puede que en algún momento lo haya hecho, pero ahora mismo no. Y no quiero saber nada de él, y lo sabes.
 
Marta se sentía un poco mal por hablarle así a su amiga, pero creía que con Julio ya había dejado todo claro. Había estado muy enamorada de ese chico, pero tras todo, lo había pasado fatal. Sabía que muy en el fondo Julio seguía presente en ella, y que a la hora de conocer a un chico, Julio estaba presente. Tenía que reconocer que al conocer a Pablo, Julio se le pasó por la cabeza, y no iba a caer en lo mismo.
 
Manu la sacó de sus pensamientos. Llevaba solo unos pantalones y andaba buscando una camiseta.
 
-¿Viste mi camiseta negra? La que tiene el dibujo chulo- dijo yendo hacia la lavadora.
 
-No- dijo Marta algo distraída.
 
Manu la miró. Notó que estaba distinta.
 
-¿Que pasó?-preguntó.
 
-Nada.
 
-Te conozco. ¿Qué pasó?- volvió a preguntar Manu.
 
Marta miró a Manu a los ojos. Aparte de Paula, Manu había sido su gran apoyo, y en Barcelona era el único. Suspiró y le tendió el móvil con la conversación de Paula abierta. Manu lo miró y luego a su hermana.
 
-Algo de razón seguro que tiene- dijo Manu-. Si no no te habría dicho esto. Pero tú piensa que aunque sea así estamos lejísimos de ellos, Julio no te va a volver a ver, ni tú a él. Aparte, lo que hizo no estuvo nada bien, así que no le des vueltas. Seguro que aquí encuentras a alguien que valga la pena.
 
Y dicho esto se acercó a su hermana y la abrazó.
 
******
 
Pablo y Jesús llegaron al hotel donde ya estaban algunos jugadores y medios de comunicación y entraron. Subieron a su habitación. Desde que los tres habían entrado en el equipo dormían siempre en la misma habitación. Eran como hermanos. Pablo y Jesús dejaron sus cosas sobre la cama y se sentaron en el sofá que había, esperando a que llegara Álex. Llevaban todo el camino hablando, como siempre lo hacían, bromeando y riendo. Si es que eran como hermanos.

Pasados quince minutos la puerta se abrió. Ambos se giraron y vieron entrar al futbolista de rizos con unas gafas de sol en la mano y una mochila colgada a la espalda.

-Y luego soy yo el que se queda dormido- dijo Jesús al verlo entrar.

-No me quedé dormido, créeme- dijo Álex tirando sus cosas sobre su cama.

-¿Y que hiciste?- preguntó Pablo.

-¿Sabéis la chica de la que os hablé ayer? Le di hoy las entradas- respondió Álex.

-Ah, ¿solo eso? ¿Y como es que estás tan raro?- preguntó Pablo.

Álex lo miró a los ojos. En ellos veía que Pablo sabía que a él le afectaba él. Y veía confianza. Sabía que pod´´ia contarles lo que sea.

-¿Os acordáis de Verónica, la periodista?- preguntó sentándose junto a ellos. Ambos asintieron-. Pues ayer no sé como, sacó una foto que parecía algo que en realidad no estaba pasando y la subió con una noticia. Dijo que ella y yo salimos, y eso es mentira. Ni siquiera la conozco bien.

-Verónica quiere vengarse de ti. Punto- dijo Jesús. Todos conocían lo que Verónica había intentado y no  le había salido.

-Ya bueno, pero hay más maneras, joder- dijo Álex.
 
-Nadie dijo que lo que haya hecho está bien- lo calmó Pablo.
 
Álex suspiró. No quería cagarla. O por lo menos no quería que la cagaran por él. En cuanto viera a Verónica le diría unas palabritas.
 
******
 
Paula suspiró al leer la respuesta de su amiga. Se equivocaba. Julio la quería y ella a él, y tenía que hacérselo ver. Pero ya.

lunes, 23 de diciembre de 2013

17- "Te sigue queriendo"

¿Qué Julio la echaba de menos? ¿Qué quería decir Paula? Según Marta sabía, Julio había regresado a su vida de putón, acostándose con todas, y que ella considerara, eso no era echar de menos, y mucho menos seguir queriendo a alguien. Marta se quedó callada mirando al vacío, y miles de recuerdos invadieron su cabeza.

Ya habían pasado tres días desde que Julio le había puesto los cuernos a Iria. Ésta aún no se había enterado, pero el tiempo para que lo supiera estaba contado. Como todos los días, Julio y sus amigos fueron a la salida del instituto de las chicas. Cuando llegaron, los alumnos ya estaban saliendo. Vieron salir a las tres chicas. Iria sonrió al ver a Julio, y Marta puso una disimulada mueca de desagrado. No le gustaba Julio. Últimamente le notaba una actitud distinta, y eso hacía que se temiera algo malo. En cuanto llegaron junto a ellos, Julio e Iria se saludaron y todos empezaron a charlar, excepto Marta, que se mantenía callada, y Julio, que estaba muy pendiente de su actitud.

En un momento dado, escucharon como unas voces femeninas las llamaban. Eran otras chicas de otro instituto, también muy guapas, de las más populares. Se acercaron a ellos y se dieron dos besos, y la conversación continuó. Pero una de las chicas también estaba callada. Era Olivia, que era muy amiga de Adriana, y conocía los cuernos de Julio. Vio que Iria no tenía ni idea, solo era ver como estaban ella y Julio, así, que en un momento, interrumpió la conversación pidiéndole a Iria si podían hablar un momento. Iria, extrañada aceptó, y Julio ya supo lo que se le venía encima.

Las dos chicas hablaron un momento, mientras Marta vigilaba un poco de reojo, porque vio la cara de Julio al ver que su novia iba a hablar con Olivia. En dos minutos Iria se giró, con una cara pálida, como si le hubieran dado un infarto. Miró a los ojos azules de Julio, que la observaban. Se acercó lentamente a él, y mientras Olivia se mordía el labio inferior, le dio a Julio una torta que sonó en toda la calle, añadiendo un débil:

-Gilipollas.

Se giró y se marchó rápidamente, dejando a todos un poco sorprendidos, y a Julio con la mejilla roja mirando como se iba la chica. Paula miró a Julio y echó a correr tras Iria, mientras que Marta miró directamente a los ojos de Julio.

-Si es que teníamos razón- dijo en bajo, solo Julio lo entendió. Y Marta fue tras sus dos amigas.

******
 
"El sitio de ayer". Elena llegó al sitio donde se encontraría con Álex, que tras un minuto apareció con unas gafas de sol negras que le tapaban los ojos, y le ayudaban a pasar un poco más desapercibido. Cuando llegó junto a la chica la saludó con una sonrisa.
 
-¿Qué tal?- preguntó. Se le notaba que estaba cansado. Normal, un domingo a la una menos cuarto, tras haber salido el día anterior era para estar cansado.
 
-Yo, bien, ¿y tú?- respondió Elena un poco nerviosa. Por ahora no la trataba mal, pero su tono no era muy alegre, sino cansado.
 
-Cansado- respondió él-. Tengo tus entradas. Cogí dos por si quieres ir con alguien, pero tú verás. Es un buen sitio.
 
Álex se sacó dos entradas del bolsillo y se las tendió a la chica. Ella le dio las gracias y las guardó en su bolsito.
 
-Bueno, te veré luego entonces- dijo Álex-. Ahora me tengo que ir, que voy a llegar tarde, ya lo estoy viendo.
 
Elena sonrió, y se despidió del futbolista, que dio media vuelta y se fue por donde había venido.
 
<<Ha estado algo seco. Dijo que estaba cansado, pero tengo miedo. ¿Por qué tienen que ser tan complicados?>>, pensó Elena, dando media vuelta y regresando a su apartamento.
 
******
 
En Bilbao, la gente ya esperaba la llegada del verano con ansia. Óscar y Arturo habían acordado hacer una apuesta. ¿La apuesta? A cambio de 50 euros, Óscar se tenía que acostar con Sara, y cuanto antes, mejor. Era viernes, y esa noche se celebraba el cumpleaños de Arturo en su casa. Invitaron a Sara y a su mejor amiga. Llegó la noche del cumpleaños. La casa estaba llena, y la música sonaba altísima. Todos bailaban sin parar.
 
Sara y su mejor amiga lo pasaban genial. Desde la otra punta Óscar vigilaba a la chica que podía hacerle ganarle 50 euros a su mejor amigo. Se acercó a Sara cuando vio que se quedaba sola. Ambos empezaron a hablar.
 
Sara estaba sorprendida de que el chico del que llevaba enamorada desde tercero estuviera hablando con ella, hasta se podría decir que ligando. En un momento dado él se acercó a su oído y le propuso algo que hizo que a Sara le viniera un sudor frío. No podía ser. Ella era virgen, pero cedió. Llevaba enamorada de él media vida, o sea que, ¿por qué no él para ser el primero?
 
Los dos subieron a una habitación, y Sara perdió la virginidad con el chico que ella consideraba el ideal, pero que en realidad, sería su peor pesadilla en unas horas.
 
******
 
Verónica se acababa de levantar, feliz. Encendió el móvil y borró las notificaciones de Twitter. Odiaba que la gente le escribiera sin conocerla, aunque de vez en cuando respondía a dos o tres para quedar bien. Abrió el WhatsApp, y echó un vistazo a los mensajes que tenía.
 
Ese día vería a Jesús, a Álex y lo más importante, a Pablo. Intentaría pillarlo en los pasillos y entablar con él una conversación. Era esencial que el joven se fijara en ella para que al final acabaran teniendo una relación de estas que suenan muchísimo y en cuanto lo dejan de hacer, cortan. Verónica siempre hacía lo mismo, y ante los insultos, siempre respondía lo mismo: "Solo soy una joven en busca del amor de mi vida. Estoy intentando encontrar al adecuado, pero lo malo es que ninguno quiere algo bueno y acabo siendo lastimada. Y no aprendo". Esa era otra cosa que solía hacer. Tras sus relaciones, dejaba quedar mal al chico, como si le hubiera roto el corazón y no tuviera sentimientos, haciendo que cogiera mala fama. Y, como Álex la había rechazado, no podía decir nada de relaciones, pero lo haría quedar mal a toda costa.
 
******
 
-Yo creo que a Gerardo le guuuuuustaaaas- dijo Clara con voz cantarina.
 
-Cállate, no le gusto, y aunque fuera así, él no es mi tipo- respondió Carmen.
 
-¡Pero si es guapísimo! Y un amor aparte.
 
-Ya... Pero es que a mí me gustan del estilo de...- Carmen se quedó callada un momento para pensar-. Del estilo del que estaba ayer con Marta, por ejemplo.
 
-Carmenchu, ese es de Marta- dijo Clara.
 
-Ya, pero digo yo que tendrá amigos- dijo Carmen-. Podrían presentárnoslos.
 
-Bueno, pero mientras tanto, aprovecha joder- dijo Clara.
 
-Maniática.
 
-Fue a hablar.
 
Y Clara le lanzó un cojín a la cara a su mejor amiga, cojín que esta le devolvió enseguida, iniciando una guerra de cojines entre las dos.

sábado, 21 de diciembre de 2013

16- Mensajes inesperados

Sara caminaba al instituto. Faltaba un mes para el fin de las clases y el comienzo del verano en Bilbao. Y también dos semanas para selectividad. Estaba algo nerviosa por ese tema, pero lo llevaba bien. Ese día se había puesto más guapa que el resto de los días. Ese día era el cumpleaños de Arturo Guardado, el chico más guapo de su instituto, el mejor amigo de Óscar, el chico del que llevaba tiempo enamorada.

En la puerta del instituto había una multitud agolpada, felicitando al cumpleañero. Sara se unió a su mejor amiga y las dos miraron algo de lejos la escena. Pasados unos minutos, Arturo quedó libre de las chicas que lo felicitaban, y Sara y su amiga se acercaron.

-Felicidades, Arturo- dijeron a la vez.

-Gracias chicas- respondió el muchacho sonriente.

Las dos se dieron la vuelta y Arturo y sus amigos se quedaron mirándolas. Arturo se inclinó hacia Óscar y susurró:

-¿Quieres apostar?

Óscar sonrió y aceptó.

******
 
Elena se despertó con el mensaje de Álex. Lo leyó y respondió enseguida.
 
Genial, en cuanto tu puedas :)
 
En parte estaba aliviada porque a Álex no le había afectado el tema de la noticia. O no la había leído. Por otra parte estaba preocupada por su posible reacción ante la noticia o como la iba a tratar. Un cúmulo de emociones se encontraba dentro de ella. La respuesta de Álex fue inmediata.
 
Podria ser en un rato? Tengo que estar en el hotel a la una y media, y mejor que no salga, que luego me cae bronca y sabe dios que mas.
 
¿Y sabe Dios que más? ¿Se estaría refiriendo al tema de la noticia? Más nervios.
 
Vale, en 45 min. te parece?
 
Respuesta de Álex.
 
Perfecto, donde ayer, vale?
 
Valee.
 
******
 
Paula se despertó al mediodía. Hizo memoria de lo que había pasado el día anterior. Había sido su primer día sin Marta, y con tantas cosas, casi no se había acordado de que no estaba, aunque sí de cuando estaba. Se acordó de que habló con Lucas de Julio y Marta, y al parecer, Julio estaba más afectado de lo que parecía. Los dos intentaban llevarlo bien, pero la diferencia era que Julio cargaba con el peso de que todo fuera por su culpa. Lucas le hizo saber a Paula que Julio seguía enamorado de Marta, y Paula, sin poder evitarlo, se sintió un poco mal por el chico. Sabía que Marta, en lo más profundo de ella, seguía queriendo, y mucho, a Julio, pero también sabía que no quería volver a llevarse el golpe que se llevó cuando ocurrió aquello. Desde que cortaron, Marta era la única que no había estado con ningún otro chico, mientras que Julio iba de flor en flor tratando de olvidar a Marta.
 
Paula pensó que por lo menos Marta debía saber que Julio la quería, y que no lo recordara como un error, porque en verdad lo de ellos dos había sido de las historias más bonitas que había visto.
 
******
 
Marta acabó de desayunar y subió a darse una ducha. Al acabar, fue a su nueva habitación y buscó qué ponerse. Se decidió por unos vaqueros cortos, ya que aún estaban a 2 de septiembre y el calor no los abandonaría hasta finales de ese mes, y como por las mañanas refrescaba un poco, se cogió una camiseta blanca y una sudadera sin capucha negra, corta y que tenía escrito en letras blancas una frase en inglés. Se dejo su larga melena lisa castaña suelta. Ese día se sentía bien, así que decidió dibujarse la raya. Raro día lo hacía, ya que era una chica muy natural, pero le gustaba como le quedaba. Siempre había sido muy guapa, aunque ella no se lo consideraba.
 
Bajó las escaleras y vio a su hermano en una postura un tanto extraña en el sofá.
 
-¿Hola?- preguntó medio riendo.
 
-No te rías, es que estoy incómodo- respondió Manu.
 
-Tú siempre estás incómodo- rió Marta.
 
-Ya ves.
 
-Ve a ducharte, anda, que aún van a subir Clara y Carmen sin avisar y te van a ver... Así- añadió no sabiendo como llamar al estado de su hermano en ese momento.
 
-Sí, mamá- dijo Manu y subió las escaleras.
 
<<Es una caso perdido>>, pensó Marta.
 
El silbido que indicaba la llegada de un WhatsApp interrumpió sus pensamientos. Cogió su iPhone y lo miró. Paula. Se puso muy contenta al ver que era de ella, pero la alegría se esfumó al ver lo que ponía el mensaje.
 
Marta, Julio te echa de menos. Te sigue queriendo.
 
******
 
-Yo nada más llegar me echo la siesta- dijo Jesús, mientras él y Pablo caminaban hacia el estadio.
 
-Pero tú, aún por encima de que te quedas dormido quieres echarte la siesta- rió Pablo.
 
-Calla, dormí poco, solo porque ayer tú tuviste que hablar con tu amada- lo picó Jesús.
 
-Callado estás más guapo eh- dijo Pablo sonriente. No le afectaban ese tipo de comentarios por parte de sus amigos-. Y de amada nada, que es hermana del nuevo, ¿qué quieres que le haga?
 
-Oye, que si ahora cualquiera de vosotros estuviera con mi hermana no por eso me llevaría mal con vosotros- replicó Jesús-. Solo me llevaría mal si le hicierais algo malo.
 
-Pero tú ya sabes que a tu hermana no le hago nada. Además, no es lo mismo tu hermana, que llevo contigo bastantes años que la hermana de Manu, que lo conocí ayer.
 
-Deja de rayarte ya, joder. Te gusta y punto.
 
-¿Como me va a gustar? La conocí ayer- dijo Pablo.
 
-Yo también había conocido el día anterior a Patri y ya ves- dijo Jesús.
 
Cierto, con Jesús había sido así. Pero Jesús no era Pablo. Pablo era mucho más difícil, nadie le llamaba la atención nada más ver a esa persona para algo más que lío. Nunca se había enamorado. Ni pensaba hacerlo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

15- Mañaneo

El domingo amaneció tranquilo. Hacía el sol propio de principios de septiembre. Todos dormían como troncos. Todos menos Julio, que aun estaba algo aturdido por la noche anterior, Había hablado con Lucas, y eso le había ayudado a pegar ojo durante media hora, pero pesadillas irrumpían en su cabeza y así era imposible. Tenía que hacer algo, aunque no sabía lo que. Hablar con Marta no. Principalmente porque no tenía su número, ya que lo había borrado tras ver que su relación estaba terminada definitivamente. Ni idea.

******
 
Se despertó y bajó a desayunar. Esta vez, a diferencia del resto de los días, no iba a encender la televisión. No quería verse a sí mismo de titular con una chica a la que apenas conocía. Y es que era así. Y Álex estaba seguro de que Verónica lo sabía. También sabía que tras el intento de la periodista de salir con él y haberla hecho quedar mal, ella le haría quedar mal a él. Pero no con eso. No utilizando a una chica de la cual solo sabía el nombre y que era genial.
 
Y pensando en Elena, tenía que conseguirle las entradas. Encendió el móvil y pasó de los comentarios sobre su supuesta novia. Consiguió unas entradas y luego le mandó un WhatsApp a Elena.
 
Buenos días, ya tengo tus entradas, llámame y vemos cuando te las doy ;)
 
Listo. Ya estaba seguro de que ese día vería a Elena.
 
******
 
-¡Cristina! ¡Despierta, tengo una sorpresa!
 
Cris se desperezó en la cama fastidiada. Ella quería dormir. Dado que su padre seguía llamando, fue al salón y se encontró a su padre sonriente.
 
-Cris, no sabes que he conseguido- dijo sonriente el hombre.
 
-Dime papá- dijo Cris sentándose en el sofá.
 
-He conseguido entradas para que vayamos juntos a ver al Barça hoy, ¿no estás contenta?- la sonrisa de su padre no cabía en la cara. Cris sabía que su padre era fanático del fútbol, y del Barça. ¿Por qué no acompañarle?
 
-Que bien papá, pues iremos juntos.
 
******
 
Marta bajó corriendo las escaleras. No era de las que tenían buen despertar, pero ese día se encontraba extrañamente alegre. Vio a su hermano todavía durmiendo en el sofá, en la misma postura del día anterior. Se acercó en silencio a él, y cuando estuvo a pocos centímetros de él, exclamó:
 
-¡¡Manolo, despierta!!
 
Manu se sobresaltó y se cayó al suelo.
 
-La madre que te parió- se quejó Manu, boca arriba en el suelo.
 
Marta se reía a carcajada limpia. Le encantaba hacerle eso a su hermano, y nunca se cansaba de reír.
 
-Que contenta estás hoy, ¿no?- dijo Manu levantándose y dejándose caer en el sofá-. Que harías ayer, hermanita.
 
-¿Yo? Nada. Y ya veo que tú tampoco.- Marta seguía riéndose.
 
-Ja, ja, ja- que graciosa la otra- ironizó Manu-. Déjame ver la tele, pesada.
 
-Déjame ver la tele pesada.- Marta imitó la voz ronca de su hermano y fue a la cocina a hacer una de las cosas que más le gustaba: comer.
 
******
 
Tras despedirse de Julio, Iria volvió junto a Marta, y las dos volvieron a casa, pero Julio tenía otras cosas que hacer. Miró la hora. Aún eran las dos y media. Iría a la salida de otro instituto. Se dirigió allí con Lucas, y a las dos y media justas, los alumnos de ese instituto comenzaron a salir. Lucas fue a saludar a unos amigos suyos que estudiaban allí, mientras que Julio no quitaba la mirada de la puerta, esperando que saliera la persona por la que él había ido allí. Cuando por fin la vio, fue junto a ella.
 
-Hola- saludó con una sonrisa.
 
-Hola Julio- saludó Adriana sorprendida-. ¿Qué haces aquí?
 
-Ya ves, ahora eso da igual.
 
-Bueno, ¿y qué querías?
 
Julio miró disimuladamente a sus amigas, que captaron la indirecta y los dejaron solos.
 
-Mejor en otro sitio ¿no crees?
 
Adriana miró a Julio a los ojos. Sabía lo que quería. Ya se habían liado más veces, y lo habían hecho bastantes veces. Hubo una época que todos los fines de semanas se acostaban juntos. Adriana decidió ir con él. Le encantaba Julio, era muy guapo, y le encantaba su personalidad, y sobre todo, era el mejor en la cama, y Adriana agradecía que recurriera a ella para tener sexo.
 
Se marcharon. Julio se despidió de Lucas y Adriana de sus amigas.
 
-Mis padres no están en casa, y no llegarán hasta las ocho, ¿te parece?- preguntó Adriana.
 
Julio sonrió, y caminaron a casa de Adriana, donde la operación "dejar a Iria" comenzó a llevarse a cabo.
 
******
 
Jesús abrió los ojos despacio. Estaba cansado. Miró la hora. Las doce y veinte. Joder, se había quedado dormido. A la una y media se concentraban todos los jugadores para el partido. Se levantó corriendo y se duchó en tiempo récord. Al acabar, desayunó lo primero que pilló y se peinó en el espejo de la entrada. Cogió todo lo necesario y cuando abrió la puerta se encontró a uno de sus mejores amigos a punto de timbrar.
 
-Joder que susto- dijo Jesús al verlo allí delante.
 
-A ti lo que te pasa es que eres un cagado- replicó Pablo sonriente. Él también se había despertado contento.
 
-Ya, será eso. ¿Qué haces aquí?
 
-Venía a ver si ya habías salido, como normalmente te quedas dormido...- dijo Pablo sonriente, para picar a Jesús.
 
-Cállate y vámonos.- Jesús cerró con llave la puerta de su casa y los dos futbolistas echaron a andar hacia el hotel donde se concentraban
 
-Por cierto- dijo Pablo tras haber recorrido unas llaves-, tengo que conseguirle unas entradas a Rivas.
 
-¿Rivas, Manu o Rivas, hermana?- devolvió Jesús la broma anterior de Pablo.
 
-Calla subnormal- dijo Pablo sonriente-. Voy a avisar al estadio.
 
Pablo avisó de que ellos irían, y ya quedó todo arreglado para que los hermanos pudieran ir a ver el partido. A continuación, avisó a uno de los hermanos.
 
******
 
ya consegui vuestras entradas. solo diles como te llamas y que vienes de mi parte ;)
 
Marta sonrió al leer el mensaje.
 
-Manolo, ya tenemos entradas- dijo desde la cocina.
 
-Vale vieja bruja- respondió él.
 
******
 
El teléfono le interrumpió mientras dormía. Sara abrió los ojos de golpe y se abalanzó sobre el móvil para ver quien la llamaba un domingo casi al mediodía. Cuando vio el nombre, se quedó un poco en shock. No quería contestar. Pero iba a ser fuerte.
 
-¿Diga?
 
-Hola Sara, ¿te acuerdas de mí?
 
<<Claro que me acuerdo. Como no olvidarme del chico del que estaba locamente enamorada. Y del que me hizo pasar la peor humillación de mi vida>>.