domingo, 25 de mayo de 2014

43- Besos inesperados

Dadas ya las ocho, Marta y Cris acompañaron a María hasta su casa, la más céntrica de las tres. Luego, Marta acompañó a Cris hasta su casa, después de jurarle mil y una veces que después cogería el autobús y que no se perdería.

En ese momento, Marta estaba sentada en la parada, esperando a que llegara una línea que le valiera. Estaba centrada en el móvil, revisando las fotos de su Instagram. Había subido una foto ese mediodía, y no paraban de llegarle notificaciones de gente que le daba a "me gusta". Sintió que alguien se sentaba a su lado, pero no le dio mucha importancia, hasta que vio que le hablaba:

-¿Sabes? No te veo yendo en autobús.

Marta levantó la cabeza, y una mariposa se paseó por su estómago al ver allí esos ojos miel observándola.

-¿Y tú que haces aquí?

-Yo iba a cenar- respondió Pablo-, pero te vi aquí, y por si lo necesitabas, la línea que va a tu casa es la 6.

-No me había dado cuenta, gracias- dijo Marta irónica.

-Yo siempre ayudando, ya ves- dijo él enseñando su perfecta dentadura.

-Bueno, ¿y tu novia no te está esperando para cenar? No le hagas pasar eso- dijo Marta.

-Oye, oye, ¿me estás echando?- inquirió Pablo arqueando una ceja.

-No, simplemente no la hagas esperar.

-Ojalá fuera mi novia la que me está esperando- dijo Pablo echando la cabeza hacia atrás-. Sería mucho más agradable que cenar con Álex y Jesús, más agradable de ver.

Marta soltó una risa, más parecida a un bufido.

-Ellos tampoco es que tengan buenas vistas- dijo ella.

-Ya te gustaría a ti verme a mí mientras comes- dijo Pablo-. Ya ni me miras a los ojos por si se te cae la baba...

-¡Eso no es verdad!- exclamó Marta ligeramente sonrojada.

-Mira, por ahí te cae una gotita- la picó Pablo señalando en su cara la comisura de los labios.

Marta se llevó la mano a la boca. Ahí no había nada.

-No me piques- refunfuñó.

-Si te encanta que lo haga.

-Eso es lo que tú te piensas.

Pablo sonrió y la miró a los ojos. Se acercó poco a poco... Marta ya se preparaba para recibir el beso... Cuando él, con una sonrisa burlona, le susurró:

-Mira, ahí te viene el bus. Buen viaje.

Marta abrió los ojos como platos. Pablo guiñó un ojo y se marchó, riendo para sí.

******

El viernes llegó rápido. Al fin el deseado fin de semana para reponer las fuerzas gastadas aquella semana. Después de clase, Elena se paseaba por las tiendas para relajarse un poco después de las dos primeras semanas de clase. Iba sumida en sus pensamientos, mientras miraba jerseys que le podrían venir bien ese invierno. Decidió comprarse uno blanco muy bonito. Pagó y salió de la tienda. Se colocó el pelo hacia atrás para despejarse la cara. Por una parte, le deprimía comprar ropa de invierno, no quería que el verano acabara.

Después de mirar en dos tiendas más, decidió volver a casa y estudiar un poco, si al día siguiente quería salir. Fue despacio, intentando recordar como llegar a su casa. Iba mirando las calles, intentando recordar los sitios, para luego saber exactamente el camino. Cuando giró la cabeza para mirar al frente, rápidamente la bajó para mirar al suelo. Álex.

Pero el futbolista ya la había visto. Sonrió y bajó él también la vista.

Elena no quería que él le viera, por lo que intentó pasar a su lado sin que él se diera cuenta.

Álex vio que pasaba sin saludar, así que alargó un brazo y la sujetó antes de que pudiera seguir caminando.

-Hay que saludar, ¿sabías?- dijo burlón.

Elena levantó la cabeza, y le puso aún más nerviosa que estuviera demasiado cerca, todavía sujetándola.

-No te había visto- mintió.

-Ya, seguro- sonrió Álex.

-Que sí- dijo Elena sonrojándose ligeramente.

-Te creo, mujer- rió Álex.

-Bueno, pues eso, hola.

-Hola- respondió Álex sonriente.

-Y adiós, me tengo que ir...

Elena dio un paso al frente, pero sin querer tropezó y cayó al frente, justo encima de Álex, haciendo que sus labios chocaran. Ambos abrieron los ojos como platos, pero al momento Álex sonrió y se dejó llevar, al igual que hizo Elena a continuación.

Cuando se separaron, Elena estaba como un tomate.

-Pues eso, adiós- dijo rápidamente, y se fue a paso rápido. Desde luego una cosa la tenía clara, no iba a ser capaz de estudiar esa tarde.

******

Mañana os quiero a las tres en el hotel. Invitad a alguien si queréis.

Pablo apagó el teléfono. Vale. Al día siguiente debía estar para el partido contra el Getafe a las tres. El partido era a las cinco en el Camp Nou. Debía pensar a quien invitar. Pensó en invitar a Marta, pero a ella fijo que ya la llevaba Manu. Hablando de Manu... Podía llevar a su hermano, a Manu le vendría bien conocer a alguien de su edad, y a su hermano le venía bien conocer más gente. Solo le quedaba convencer a Javi de aceptar la invitación. Sí podía. Sonrió para sí, mientras tecleaba a toda velocidad en su iPhone.

viernes, 2 de mayo de 2014

42- Buen viaje

Acabada la tarde, Paula decidió volver a casa y estudiar un poco. No le apetecía para nada andar, ya había tenido tiempo para pensar sentada en aquel banco, así que se dirigió hacia la parada de autobús. Esperó por el autobús unos cinco minutos, hasta que éste apareció. Subió y bufó al ver que no había sitio para sentarse. Fue junto la puerta y se agarró a una barra.

El autobús arrancó y se dirigió a su próxima parada. Paula soltó un suspiro de alivio al ver que bajaba bastante gente, pero éste se convirtió en uno de nerviosismo al ver quien estaba en ese momento pagando su ticket al conductor.

Lucas entró al autobús guardándose el ticket en el bolsillo. Que poco le gustaban esas cosas. La semana pasada, Sergio le había jodido la moto, y mientras la arreglaban, él tenía que usar el transporte público. Cuando vio a Paula allí de pie, la saludó con un movimiento de cabeza y se agarró a una de las barras sobre sus cabezas, apoyando la cabeza en el codo, que iba alto por agarrarse.

Paula estaba nerviosa. No solo por Lucas, sino que a su lado había un hombre de unos treinta años que parecía tener alguna enfermedad mental, que se le iba acercando poco a poco, resultando incluso intimidante.

Lucas se dio cuenta y no puedo evitar que le hiciera gracia. Se inclinó hacia delante, al hombre, y le dijo:

-Tócale el culo, aprovecha ahora.

Y la verdad es que el hombre no se cortó un pelo. Intentó bajar la mano, pero Paula la apartó de un manotazo, y fulminó a Lucas con la mirada, el cual la miraba divertido.

-No lo dejes con las ganas, pobrecito- se mofó Lucas.

-Cállate y no le des ideas- dijo Paula apartándose poco a poco del hombre.

-Aún te va a violar al bajar.

Paula miró de reojo al hombre. Tenía pinta de ser capaz.

-¿Y si lo hace, que?

-Te dejas y ya no sería violación- rió Lucas.

Lo que recibió en respuesta fue un puñetazo en el brazo por parte de Paula.

-Da miedo, en serio- murmuró Paula apartándose completamente de él y colocándose al lado de Lucas.

-Le pones.

-Qué asco.

Lucas rió por lo bajo. Miró al hombre. Miraba a Paula descaradamente no, lo siguiente. La chica estaba incómoda, intentaba esconderse detrás de él.

-Que no te va a hacer nada, eh- dijo Lucas girando la cabeza.

-Por si acaso.

Así llegaron a la parada donde se iba a bajar Paula.

-Como baje él en la misma...- murmuró Paula antes de salir.

-No lo va a hacer- aseguró Lucas.

Pero se equivocaba. Tras bajar Paula, el hombre bajó a toda prisa tras ella, hasta casi alcanzarla. A Paula casi le da en el sitio al verle tan cerca. Lucas reaccionó rápido y bajó por los pelos del autobús, y se dirigió hacia Paula y el hombre.

-Ya pasó, Casanova- dijo Lucas agarrándole al hombre del hombro.

-Déjame- dijo él, con una pronunciación de niño pequeño.

-He dicho que ya pasó- repitió Lucas más serio, apretando con más fuerza su hombro.

El hombre entendió que era mejor no seguir con eso. Se apartó con brusquedad la mano de Lucas y se fue en la misma dirección del autobús, dando traspiés de vez en cuando.

-Gracias- dijo Paula para romper el silencio.

-No es nada. Será retrasado, pero de pervertido también va sobrado- dijo Lucas.

-Dímelo a mí.

-Ahora ve a casa, esto está lleno de borrachos, violadores y gente así- dijo Lucas.

-Ya, y tú anda con cuidado- añadió Paula.

Lucas sonrió sin enseñar los dientes, y se despidió con un movimiento de cabeza, para luego darse la vuelta y marcharse caminando.

******

Carmen abrió lentamente la puerta de su apartamento por si Clara estaba dormida o algo. La vio sentada en el sofá viendo Sálvame.

-¿Sálvame? ¿En serio?- se burló Carmen.

-Ah, hola- dijo Clara-. Sí, está muy interesante. Es que uno de Mujeres y Hombres y Viceversa se lió con una de Gran Hermano, pero es que la chica tiene novio, vamos, que le puso los cuernos mientras el novio estaba en casa de su madre.

-Bueno, es más interesante lo que me pasó a mí por la tarde, creo yo- dijo Carmen intentando esconder una sonrisita.

Clara se giró de golpe a mirar a su amiga.

-Cuéntame- dijo expectante.

-Pues... Fui al parque... A estudiar...- se hizo de rogar Carmen.

-¿Quieres ir al grano y hacer que deje de sufrir así?- exclamó Carmen.

-Vi a Álex Pazos. Hablé con él...

-¿Solo eso? Bueno, eso también lo hago yo con Manu, no te...

-Y me besó.

-¡¿Q-Q-QU-QU-QUEEEEE?!

-Eso.

-¡TÍAAAA! ¡QUE TE HA BESADO! ¡TÍAAAA!- gritó Clara.

-¡No grites enferma!- exclamó Carmen riendo.

-Vale.- Clara inspiró hondo un par de veces-. Ahora sí puedes extenderte. Cuéntame todo.

Y así lo hizo Carmen, mientras Clara comentaba todo lo que pasaba, pegaba grititos o abría la boca como para que le entraran moscas.

lunes, 21 de abril de 2014

41- Te necesito

Era el primer día de junio, martes. Marta apenas había dormido aquella noche. No podía pegar ojo pensando en que ese mismo día iba a faltar a clase por estar con Julio. Se lo había contado a Paula, y ella le había dicho que ya ella le cubría, que no se preocupara y que fuera. 

Marta se había puesto una camiseta blanca sin mangas, con un original volante por delante, con unos pantalones cortos rositas, y se calzó unas Converse azul claro. Se dejó su larga melena castaña suelta, caída por la espalda, con unos mechones por los hombros. Como hacía mucho calor, decidió no coger chaqueta, y cogió la mochila como si fuera a ir a clase.

Julio no le había dicho ni donde se encontraban, así que decidió ir como siempre al instituto. Solo esperaba que no le viera nadie.

Salió de casa, y tomó el mismo camino que tomaba todas las mañanas. Iba nerviosa, más despacio que de costumbre. En una esquina vio a un par de borrachos, tumbados en el suelo. Cuando la vieron, se les iluminaron los ojos, y se levantaron, comenzando a caminar hacia ella. Marta abrió los ojos asustada y comenzó a caminar más rápido. Los borrachos la seguían, cada vez más cerca.

Marta empezó a caminar más rápido todavía.

<<Mierda, están cada vez más cerca>>.

Para su alivio, escuchó el sonido de una moto cercana. Cuando vio la moto, y al chico que iba sobre ella, gritó:

-¡Julio!

Julio se giró, y al ver a Marta frenó la moto en la acera y se acercó a ella.

-Me persiguen... Unos... Borrachos...- dijo Marta cogiendo aire.

Julio miró tras ella, y al ver a los dos hombres yendo hacia ella, les dirigió una mirada asesina, que hizo entender a los dos borrachos que era mejor no meterse en problemas con él. Dieron media vuelta y desparecieron por donde habían venido. Marta ya había recuperado el aire perdido tras la carrera.

-¿Estás bien?- preguntó Julio.

-Sí, sí- contestó Marta.

-Genial, entonces, vamos- dijo Julio con una sonrisa.

-¿A donde?- preguntó Marta siguiéndole hacia la moto.

-Es una sorpresa- respondió Julio subiendo a la moto-. Por cierto, ¿a que hora sueles estar en casa?

-A las cuatro- respondió la chica.

-Perfecto, sube- dijo Julio.

Marta se colocó bien la mochila y subió tras él. Apartó la chaqueta y se agarró a la cintura de Julio, mientras apoyaba su cabeza en la espalda de él.

-No seas muy bruto al conducir, por favor- murmuró Marta cerrando fuerte sus ojos.

-No te preocupes, tú solo agárrate fuerte- respondió Julio. Marta se aferró más fuerte, y Julio arrancó la moto, mientras esbozaba una pequeña sonrisa para si.

La moto comenzó a moverse, y Julio la condujo por las calles de la ciudad. Dio más vuelta de la que necesitaba, dado que no quería que nadie los viera. Sentía los pequeños brazos de Marta rodeándole, y le encantaba. Salió de la ciudad, y se metió por una carretera por la que no circulaba nadie. La moto iba suave por la carretera y se movía ligera.

Marta se aferraba con fuerza a Julio. Por su cabeza pasaban miles de cosas, pero lo que se imponía era una cosa: estaba con Julio, el resto daba igual.

Pasados veinte minutos, Julio frenó la moto en seco. Quitó una mano del manillar y la puso sobre el brazo de ella.

-Llegamos- dijo.

Marta abrió los ojos y miró a su alrededor. Sonrió al ver donde se encontraban.

-Me encanta- dijo.

Estaban en una pequeña playa, sin civilización alrededor. Solo la arena y el mar, azul, con un toque anaranjado, por el cielo que se erguía sobre él, dado que aún no había amanecido del todo.

-Solía venir aquí de pequeño- recordó Julio, mirando al mar-. Me trae buenos recuerdos este sitio.

Marta sonrió al ver que le estaba contando aquello.

-Pues es un sitio precioso- opinó, apoyando la cabeza en su espalda, y mirando al mismo sitio que él.

-Como tú nena, como tú- dijo Julio acariciando con un dedo su brazo.

Marta se sonrojó y apoyó la cara en su espalda, haciendo que Julio se riera.

-No te tiene que dar vergüenza, si fueras fea aun bueno- le dijo.

-Es que siempre haces que me de vergüenza algo- replicó ella.

-Pues entonces mejor te llamo fea, si te hace más feliz- rió Julio, que seguía acariciando su brazo.

-No me puedo creer que esté aquí contigo.

Julio sonrió. Se levantó de la moto, y se colocó frente a ella, aun sentada.

-Pues estás. Conmigo. Estás desobedeciendo como nunca. Y te lo vas a pasar como nunca.

Le tendió la mano a Marta, la cual la aceptó y se levantó de la moto. De la mano, Julio la condujo hacia la playa, pero Marta iba pensando más en sus palabras, y en que la estaba llevando de la mano. Si antes se sentía mal porque iba a estar allí con Julio, ahora se sentía en una nube.

Al llegar a la arena, una suave brisa le golpeó la cara, moviendo un poco su pelo. Era en verdad un sitio maravilloso. Julio miró a la chica que estaba a su lado. Contemplaba el lugar. Sus ojos verdes se veían anaranjados por la luz del sol, y el pelo parecía más rubio que de costumbre. Apretó su mano con más fuerza, y ella giró la cabeza hacia él. Le sonrió y volvió a mirar hacia el mar.

<<Joder>>, pensó, mirándola.

-Vamos a bañarnos- dijo él-. La temperatura es perfecta.

-¿Bañarnos? No tengo bañador- dijo ella.

-Pero tienes ropa interior, ¿no?- inquirió Julio divertido.

-Claro, pero no me voy a bañar- dijo ella rápidamente adivinando sus intenciones.

-No era una pregunta.

-Me da igual.

-Cobarde- dijo Julio para picarla-. Yo me voy a bañar.

Se deshizo de su chaqueta negra, la cual tiró a un lado en la arena. A continuación, se desprendió de la camiseta, dejando a la vista otra vez su increíble cuerpo.

-Estarías mejor ahí conmigo- dijo guiñando un ojo.

Se quitó los zapatos y los calcetines, arrojándolos junto a la camiseta y la chaqueta. Quedaban solo los pantalones negros, de los cuales se deshizo rápidamente, quedando únicamente con unos boxers negros.

Marta lo miraba. Joder, que bueno estaba.

-Escucha nena, tienes dos opciones- dijo Julio. A Marta le dio un vuelco al corazón cuando lo escuchó llamarla nena-, o te metes tú, o te meto yo, con ropa y todo, y no querrás llegar a casa mojada completamente.

Marta lo meditó un momento.

-No mires- dijo al fin.

Julio sonrió triunfante y se dio media vuelta.

-No mires- volvió a advertir Marta.

-Tranquila- dijo Julio cruzado de brazos. La verdad es que se moría por mirar, o por ser él el que le sacara la ropa.

Marta se desvistió lentamente y dejó la ropa a un lado. Con el pelo se tapó el pecho, y cruzó los brazos en la barriga, para taparse.

-Ya estoy- anunció.

Julio se giró, y al verla allí, intentando taparse lo máximo posible, se le escapó una sonrisa.

-No te tapes, no necesitas taparte- dijo acercándose a ella.

-Sí me tapo, me da vergüenza- replicó ella, pero Julio ya estaba frente a ella.

-No te enteras- dijo Julio ya frente a ella, juntando sus frentes-. Eres increíble, no tienes que taparte, eres lo mejor que he visto en mi vida- Marta se sonrojó a más no poder. Julio cogió delicadamente sus brazos y los colocó rodeando su cuello. Luego, cogió con cuidado su pelo y lo echó hacia atrás-. ¿Lo ves? Eres tan bonita por fuera como por dentro.

Y dicho esto juntó sus labios. Colocó las manos en su desnuda cintura, mientras la acariciaba suavemente. Marta paseaba las manos por su suave pelo. No podía estar mejor. Si por ella fuera, faltaría todos los días a clase solo por estar así con Julio, por escucharlo decir esas palabras. A ella. Se sentía lo mejor del mundo.

Dos horas más tarde se encontraban los dos sentados en la arena, Marta entre las piernas de Julio, con la cabeza apoyada en su pecho. Julio la rodeaba con los brazos, apretándola hacia él. Se habían bañado en el mar, se habían besado, Julio la había lanzado contra las olas, ella le había empujado, pero él había tirado de ella hacia él, y se habían quedado tumbados en la arena, justo en la orilla, riendo sin parar.

Julio tenía la barbilla apoyada en su hombro, rozando sus mejillas. Marta acariciaba el brazo que la rodeaba, con la mirada perdida en el mar.

-¿Y este sitio, como lo descubriste?- preguntó, rompiendo el silencio.

-Lo descubrió mi padre- contestó Julio-. Solíamos venir aquí cuando yo era pequeño, antes de que mi casa se volviera un infierno.

Julio hablaba nostálgico.

-¿Y que pasó?- preguntó ella, intentando no sonar brusca.

-Mis padres discutían constantemente- respondió Julio-. Yo lo pasaba muy mal, y un día me pasó algo, que hizo que ahora yo sea así.

Marta lo miró.

-Y... ¿puedo saber que fue?

-Yo tenía trece años. Mis padres discutían todos los días, siempre por lo mismo, y yo siempre estaba mal. En el colegio se reían de mí, pensaban que era un débil. Un día me harté, y le di una paliza a uno de ellos, al que siempre se reía. Desde aquel día tengo la fama que tengo. Me escondía en ser como soy, pero nunca me sentí lleno. Hasta que te conocí.

Marta no dijo nada. Así que esa era la historia de Julio. No lo sabía. Por eso cuando habían ido a su casa, él dijo aquel "por desgracia". Y también había dicho que nunca se había sentido lleno hasta que la conoció. 

Julio ahora la apretaba más fuerte contra él, mientras ella seguía acariciando su brazo.

-No sabía eso- dijo Marta, casi en un susurro.

-Lo sé, nadie lo sabe, solo Lucas y tú.

Se sintió halagada al ver que Julio confiaba en ella, ella le hacía sentir lleno. Se giró hacia él y clavó sus ojos en los de él.

-¿Es que aún así no te das cuenta?- preguntó Julio a centímetros de su cara. Sus ojos transmitían desesperación.

-¿Pero cuenta de que?- preguntó Marta casi susurrando.

-De que te necesito, joder- contestó él-. Contigo puedo ser yo, puedo contarte las cosas, porque sé que puedo confiar en ti, necesito que seas mía, joder.

Marta se quedó sin palabras. Julio mostraba desesperación en sus ojos, la miraba como si tuviera miedo de que ella se marchara, que lo dejara, que no respondiera. 

-Julio, tú tampoco te das cuenta.- Los ojos del joven la miraron desesperados-. Yo también te necesito.

Julio suspiró la sujetó fuerte y la besó. La besó como nunca. Ella rodeó su cuello y lo acercó más. Julio la agarró por la cintura. Ambos se sintieron libres por primera vez, y por fin sintieron haber encontrado a alguien especial.

viernes, 11 de abril de 2014

40- Me-mue-ro

Marta estaba en el Starbucks de Barcelona con Cris y María tomando algo. Estaban descansando de tanta clase. Ya era miércoles de la segunda semana, y ya estaban algo cansadas. Las tres chicas charlaban de como les estaba yendo, y también se contaban anécdotas divertidas de cuando iban al instituto. Reían mientras se bebían sus cafés alegremente. 

En un momento dado, la puerta se abrió, y vieron entrar a un guapo chico. Las tres se fijaron.

-Que guapo- murmuró Cris.

Marta se fijó bien. Ella ya lo conocía. ¡Era Jesús! No se había dado cuenta de que estaban allí.

-Juega con mi hermano- aclaró Marta-. ¿No te das cuenta de quien es?

-¡Es Jesús Vázquez, el centrocampista este!- exclamó María en bajo.

Jesús quería pasar desapercibido, pero no lo consiguió. Un par de chicos se le acercaron. Le pidieron una foto, y hablaron un momento con él, dándole ánimos para ganar todos los títulos posibles. Jesús se lo agradeció y siguió a lo suyo. Cuando le tocó, pidió su café y lo pagó. Al salir, reparó en la mesa de las chicas, y saludó con una sonrisa. Se acercó.

-Hola- saludó a Marta-. Cuanto tiempo.

-Ya, bueno, ¿que tal?- preguntó la chica.

-Yo bien, ¿tú?

-Bien- respondió Marta-. Por cierto, ellas son María.

-Hola- saludó Jesús, y le dio dos besos.

-Y Cris.

Jesús la miró y esbozó una sonrisa, enseñando sus bonitos dientes.

-Encantado.- Y le dio dos besos.

-¿Ya te vas?- preguntó Marta.

-Sí, me tengo que ir, pero encantado de veros- dijo mirando a los ojos azules de Cris-. Adiós.

-Adiós- se despidieron las tres.

Cuando Jesús se marchó, Marta y María miraron a Cris, con una sonrisilla, y dijeron a la vez:

-Le gustaste.

******

Carmen estaba en un parque céntrico de Barcelona, tranquilo. Se encontraba sentada en un banco, intentando estudiarse unos apuntes que tendría que aprenderse sí o sí para los exámenes que iba a tener. Al ser un sitio sin mucho ruido, estaba aprendiéndose bien la lección. Eran cinco hojas, y ya llevaba tres y media aprendidas.

Mientras estaba aprendiéndose la cuarta hoja por detrás, un joven se sentó a su lado en el banco.

-No te vi yo cara de aplicada cuando te conocí- dijo Álex con una sonrisa.

Carmen levantó la cabeza sorprendida, y sonrió al ver allí a Álex. Llevaba unos pitillo negros, una camiseta blanca con un diseño muy bonito en el centro y unas Nike que le sentaban genial. Llevaba también unas gafas de sol RayBan, como las que tenía Pablo.

-Me ofende que me digas eso, soy muy responsable- respondió Carmen.

-Ya veo ya- dijo Álex-. Que sepas, bonita, que no lo aparentas.

-Saqué notazas, que lo sepas, guapito- sonrió Carmen.

-¿Y que notazas son esas?

-Bueno... Cincos y seises, pero aprobé.

Álex rió.

-Guau, mente privilegiada.

-Cállate tonto, habría que ver las tuyas- dijo Carmen sonrojada.

-Lo dejé al acabar cuarto de la ESO, y suspendía siempre varias- respondió Álex-. Aunque siempre las recuperaba y no repetí, pero por el fútbol y por vago, que sino sacaba notables.

-Excusas, excusas- dijo Carmen apoyando la espalda en el respaldo del banco.

-Pues claro, ¿qué creías? ¿Tanta cara tengo de tonto?- dijo Álex tocándose la barbilla.

-Se ve a distancia que eres tonto.

-Menos mal que para jugar al fútbol no tengo que hacer exámenes- opinó Álex-, aunque que sepas que para ver pases de gol y hacer algunas jugadas hay que tener algo de cabeza.

-Pues yo el sábado te vi muy apagado- lo picó Carmen.

-¿Tú viste que asistencia le di a Pablo? Yo no diría lo mismo- dijo Álex sonriente.

-Yo vi el golazo que metió él, pero en ti no me fijé mucho- dijo Carmen haciéndose la distraída.

-Pablo está en las nubes, en cambio yo- se dio aires Álex.

-Estará en las nubes porque en el suelo ya estás tú- se rió Carmen.

-Esa fue buena- reconoció Álex-. Pero no, y yo creo que los dos lo sabemos.

-No solo él, pero bueno- dijo Carmen.

-Eh, que yo si fuera él también lo estaría- dijo Álex, para ver como reaccionaba Carmen.

-¿Por?

-Marta está muy buena, ¿a que sí?

-Es muy guapa- dijo Carmen. No quería hablar de Marta, ¡quería hablar de ella!

Álex sonrió. Le molestaba. Eso era buena señal. Estaban cada vez más cerca hombro a hombro. Álex se inclinó hacia su oído, y le susurró:

-Tú también, que lo sepas.

Carmen se giró a mirar a Álex. Lo encontró muy cerca de ella. Las gafas de sol le cubrían los ojos, pero pudo ver que la estaba mirando a ella. Álex estaba cada vez más cerca. A Carmen le pasaban mariposas por el estómago. Álex estaba a un par de milímetros, hasta que sus labios se tocaron. Carmen por dentro estaba que tiraba fuegos artificiales. ¡Estaba besando a nada más ni nada menos que a Álex Pazos! Clara no se lo iba a creer. Álex besaba genial, lento, pero sentido. Cuando se separó, Álex le sonrió y se levantó.

-Que no te moleste que te hable de otras chicas, tú eres genial- dijo Álex, y dicho esto, dio media vuelta y se marchó, dejando a Carmen pasmada, sin saber que hacer o decir.

<<ME-MUE-RO>>, pensaba Carmen una y otra vez dentro de su cabeza.

39- Perdón

-Sí señores, ya llega la Champions, este mismo viernes se harán los sorteos para la fase de grupos, y entre los equipos tenemos a los tres españoles que han conseguido llegar hasta aquí: Real Madrid, Atlético de Madrid y Barcelona. Los partidos vuelven la semana que viene, ¡estamos deseando empezar!

Era martes al por la tarde. Marta estaba sentada en el sofá de su apartamento junto a Manu, viendo los deportes. Verónica Gutiérrez daba los deportes en ese momento.

-Mira tú, ya vas a poder decir que eres jugador de Champions- dijo Marta feliz.

-Estoy deseando que llegue, siempre he querido jugar contra equipos grandes de Europa, estando yo en uno de ellos- respondió Manu.

-Ya verás como lo haces genial tonto- le animó Marta.

-Eso espero, aunque vendría bien saber pronto contra quien vamos a jugar- pensó Manu.

-El viernes lo sabrás. Aparte, sabes contra quien no te va a tocar, así que no te preocupes.

Manu sonrió. Estaba deseando debutar en la Champions, la máxima competición europea, la que llevaba soñando desde pequeño con ella. Se recordaba a si mismo con siete años gritándole a la televisión, a los jugadores para que espabilaran, y a él con catorce, con su vieja camiseta de Ronaldinho, animándole a marcar el gol de la victoria. Estaba deseando ser él como Ronaldinho, su ídolo.

******

-Me marcho, tengo clase por la tarde.

-Adiós Paula, que te vaya bien- dijo Nati al otro lado de la línea.

Paula colgó. En realidad, no tenía clase por la tarde, simplemente quería tener un tiempo para ella sola. Se tumbó boca arriba en la cama, mirando al techo. Su mente comenzó a vagar, pero cada dos minutos refunfuñaba, por el ruido que había en su casa. Ya harta, se levantó, cogió su móvil, y se marchó.

Vagó por las calles de la ciudad, pensando en todo. En su mente repetía la conversación con Marta. Le había hablado de Lucas, pero ella no le había contado nada de chicos, tendría que preguntarle, se le veía extrañamente feliz. Recordó cuando se había enfadado con ella un año y pico atrás, y la verdad es que ahora se sentía estúpida por haberse enfadado por eso.

Era lunes. El timbre que indicaba el fin de la clase se hizo notar, dándole una alegría a todos los alumnos del instituto. Paula se levantó y fue junto a Iria, y las dos comentaron el día. Paula giró la cabeza y vio a Marta hablando con otra chica, pero no con su alegría habitual, no estaba bien. Pensó que probablemente había sido Julio, se había dado cuenta de que Julio no era bueno para ella. No sabía que en realidad se equivocaba.

Marta no estaba mal directamente por Julio, sino por lo de su madre. Sabía que podía no hacerle caso, pero por desgracia, su madre se enteraba de todo. Pero llevaba dándole vueltas todo el domingo y toda la mañana. 

Salieron de clase, delante, Marta y la otra chica detrás, Iria y Paula. Al salir, Marta se despidió de la chica, y Paula se despidió de Iria.

<<Mierda>>, pensó Paula, <<ahora Marta y yo nos vamos por el mismo lado>>.

Marta, sin embargo, la ignoró y siguió por su camino. Sacó el móvil y le echó un vistazo. Tenía notificaciones de Twitter, de gente que no conocía de nada que había comenzado a seguirla, y de Instagram, de gente que le había gustado su foto, y dos comentarios llamándola guapa. Marta respondió a los comentarios y sin darse cuenta, ya había llegado a la parada de autobús. Se apoyó en la pared a esperar a que llegara, sin dejar de mirar el móvil. Paula también se paró, pero no junto a ella. La observó. Se le veía triste.

Marta hablaba por WhatsApp con Alba. Le había contado ya lo de su madre, ella le había dicho que sabía que Marta era muy buena, pero en eso no podía hacerle caso. Marta pensó que quizás tenía razón. Mientras hablaba, un nuevo mensaje llegó a su móvil.

estás bien?

Marta levantó la cabeza, y vio a Paula mirándola fijamente. El mensaje era de ella. Se veía que a Paula le preocupaba. Marta se encogió de hombros mientras hacía una mueca de que no estaba segura y agachó la cabeza.

Julio?

Marta negó.

y puedo ayudarte?

Marta miró a Paula a los ojos. Se veía que lo decía de verdad, la conocía como a la palma de su mano. Paula se acercó a donde estaba Marta y le puso la mano en el hombro.

-Puedes contar conmigo para lo que sea, estemos enfadadas o no- le dijo Paula.

Marta sonrió débilmente.

-Pensarás que es una tontería- dijo Marta.

-No creo, si te preocupa.

Marta suspiró.

-Supongo que más o menos te lo imaginas.

-¿Julio? ¿Te ha hecho daño? Te juro que lo...

-No, no. Julio no me hizo nada malo, es que me trae más problemas...- dijo Marta a correr.

-Puedes contármelo.

-Para eso tendría que contarte todo.

-Tengo tiempo.

Marta suspiró, y le contó todo desde el día en que se habían peleado. Paula escuchaba, atenta, y sorprendida, nunca había escuchado eso de Julio. Cuando Marta acabó, Paula se quedó callada un momento. Todas sus expectativas habían cambiado. Ahora sabía lo de Iria, y se lo creía, dado que Iria le había hablado muy mal de Marta durante su enfado. Y lo que había cambiado completamente era su opinión sobre Julio. Todo lo que Marta le había contado, hacía notar que a Julio realmente le gustaba Marta.

-Perdóname por favor- dijo de repente.

-¿Por qué? Perdóname tú a mí, por no haberte escuchado y...

-No, quien no escuchó a la otra fui yo, tenía metido en la cabeza que no podías estar con Julio, porque ya había estado con Iria y te iba a traer muchos problemas, pero es que tal y como me lo cuentas, se nota que a Julio le gustas, mucho.

-Pero si te hubiera escuchado ahora no estaríamos así, y lo siento...

-Si me hubieras escuchado no sabríamos lo de Iria, y lo tuyo con Julio no existiría, y yo creo que le gustas- zanjó Paula.

Las dos chicas se miraron a los ojos y sonrieron dulcemente, para luego darse un abrazo.

-Entonces, ¿bien?- preguntó Paula al separarse.

-Sí- respondió Marta, y le dio un beso a su amiga en la mejilla-. Te eché de menos.

-Pues anda que yo a ti- dijo Paula-. La verdad es que oír a Iria siempre hablando de lo mismo cansaba. Ya hablaré con ella, no sabía nada de eso.

-Se repite bastante sí- rió Marta.

-Y ya te contaré lo que me diga- dijo Paula-. ¿Qué hora es?

-Las dos- dijo Marta tras mirar su móvil.

-En nada va a venir Julio por aquí- dijo Paula sonriente.

-Calla calla, que como tenga que ir en moto me da un telele- rió Marta.

-Hombre, que te lleve por ahí sin casco a lo bestia da cosa, pero es que no lleva a nadie, solo a ti, considérate afortunada.

-Hablas como él.

-Piensas demasiado en él.

-Tuve tiempo- rió Marta.

-Hablando de Julio... Ahí va- dijo Paula señalando disimuladamente-. Creo que ahora va a buscar a Eloy, según oí.

-Y tenía que pasar por aquí, ¿no?- murmuró Marta.

-Pues sí, por cierto, ahí viene el bus, yo lo cojo, pero a ti ni se te ocurra- dijo rápidamente Paula, y fue hacia el gran vehículo.

Marta iba a gritarle, pero Julio ya estaba demasiado cerca. Mierda, ahora estaba sola, Julio no se había dado cuenta. Iba solo, mirando su móvil. Paula se sentó junto a la ventanilla, y observó la escena mientras el autobús no arrancaba.

Julio se guardó el móvil en el bolsillo y vio allí a Marta, parada, mirándolo. Sonrió para si y se acercó a ella.

-Me alegra que me esperes- se burló.

-Más que a ti esperaba al autobús- respondió ella.

-Pero esperabas verme.

-Ya te gustaría.

-El otro día estabas muy guapa toda mojada de fuente, ¿quieres repetir?

-No gracias, pero bien que mirabas- se defendió Marta con una sonrisa tonta.

-No te lo niego, era bonito el sujetador- dijo con una sonrisa pícara.

A Marta se le subieron los colores y miró para otro lado. No podía ver que se había puesto roja.

-Ya sé que te pusiste roja, no hace falta que te escondas- dijo Julio sonriente.

El autobús arrancó, y Marta pudo ver como Paula iba riéndose junto a la ventana.

-No me escondo- replicó.

-Seguro.- Julio rodeó sus hombros e hizo que Marta se girara, quedando cara a cara-. Yo sé que te gusta que te diga eso, aunque lo intentes esconder.

-Cállate, no me gusta nada- replicó Marta-. No te aproveches.

-Escucha, si me aprovechara de ti ya te habría follado hace tiempo- le susurró Julio en el oído.

Marta no respondió. ¿Julio había pensado en follarla? Después de todo, se había follado a todas sus chicas, ¿por que con ella ni lo había intentado? ¿Acaso no le gustaba tanto como pensaba?

-Oye, tampoco te intenté follar porque sé que eres virgen, no me dejarías- susurró Julio, como si le leyera el pensamiento.

Marta no sabía que decir. Sí que es verdad que no le dejaría, ella quería perder la virginidad con alguien a quien quisiera, no así por que sí. Pero sí que había pensado que Julio podría ser el primero, sabiendo como es él, y lo que ella en ese momento sentía por él...

-No le des vueltas- dijo Julio, y quitó su brazo de los hombros de ella.

-No se las doy.

-No te creo- replicó Julio. Miró hacia otro lado, y luego la volvió a mirar a ella-. Voy a buscar a Eloy, ¿vienes, o te llevo antes a casa?

-Cojo el bus, deja- le quitó importancia Marta.

-Pero quiero llevarte yo.

Marta sonrió débilmente.

-Bueno, entonces, si no es mucha cosa, me llevas...

-No es nada- cortó Julio. Se giró para marcharse-. Otra vez la vieja esa.

-¿Vieja?- Marta miró, y al ver a Mercedes, se giró bruscamente, mirando para el otro lado, intentando no parecer ella.

-¿Que pasa?- preguntó Julio.

-Nada, nada... Tú haz un momento que no me conoces- dijo rápidamente Marta.

-¿Por que?- preguntó Julio.

-Por esa- respondió Marta, intentando que Julio no le dirigiera más la palabra.

-¿Y qué?

-Julio, hazme caso.

-No.

-Por favor, luego te lo digo, pero no me hables- dijo Marta intentando taparse la cara con el pelo.

Julio se mordió la lengua. Vale, le iba a hacer caso, pero no entendía por qué. Cuando se hubo ido, Julio dijo:

-No te entiendo.

Marta se giró, y al ver que no estaba, añadió:

-El otro día habló con mi madre, y bueno...

-No le gusto y como te vea conmigo te mata, ¿no?- completó Julio, ¿aliviado?

-Ajá- respondió Marta, algo temerosa ante su reacción.

Julio se rió. Marta lo miró extrañada. ¿De que se reía?

-¿De qué te ríes?

-Ya tardaba en pasar- respondió Julio-. Pero escúchame, que tu madre diga lo que quiera, tú haz lo que te salga de los huevos.

-Que fino.

-Te lo digo en serio. Si tú quieres hacerle caso, adelante, pero si no, no lo hagas, ella tiene que ver que no puede mandarte hacer todo.

-Ya lo sé, pero... 

-No sabes desobedecer- supuso Julio.

-Justo.

Julio sonrió.

-Entonces tendré que enseñarte.

-Ah no, no me vas a meter en líos, que era lo que me faltaba...

-Mañana no vamos a clase- le cortó Julio-. Ponte guapa.- Julio guiñó el ojo y añadió:-. Te estaré esperando, hasta mañana.

Y dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. Marta estaba que daba botes de alegría por dentro y le comían los nervios. Julio lo decía tan tranquilo... Iba a faltar para estar con Julio. Que ganas ya.

miércoles, 9 de abril de 2014

38- Retomando viejas conversaciones

¿Cómo fue la primera semana? ;)

Elena sonrió al ver el mensaje que le acababa de llegar. ¡Era de Álex! Se acordaba de ella... Y ella el sábado casi enfadándose con Carmen por él. Había oído que era putón, pero bueno... Contestó enseguida, y le dijo que lo había hecho muy bien en el partido del sábado. La respuesta de Álex fue inmediata.

Álex: hombre gracias jaja, aunque podía haber ido bastante mejor.
Elena: mentira! lo estuve viendo y hiciste jugadas bastante buenas, supongo
Álex: supones? bueno bueno, no me viste otros días eh
Elena: claro que te vi, yo veo todos xd
Álex: entonces supongo que ya tendrás una camiseta del barça con mi nombre colgada en tu habitación ;)
Elena: no la tengo, y si la tuviera, te aseguro que no sería tuya ;*
Álex: me cuesta creerlo, pero lo dejaré pasar ;)

Elena sonrió. Le estaba gustando la conversación con Álex. Si es que era un chico increíble. Se quedaron hablando hasta entrada la madrugada, hasta que Elena se quedó dormida. Álex sonrió para sí desde su casa, viendo que la chica había quedado vencida por el agotamiento.

******

-¡Marta! ¡Ven aquí un momento!- exclamó su madre desde la cocina.

Marta respondió que ya iba. Había llegado a casa hacía una hora, antes que sus padres, le había dado tiempo a ducharse y a fingir que nada había pasado. En cambio, el tono de su madre no era muy bueno. Marta fue a la cocina, y allí estaba su madre con expresión seria, apoyada en el radiador, a pesar de que no estaba encendido.

-¿Qué pasó?- preguntó Marta, naturalmente.

-¿Con quien has estado esta tarde?- preguntó su madre, yendo directamente al grano.

Marta vio por donde iban los tiros. Realmente no se lo esperaba.

-¿Como que con quien he estado?- se extrañó Marta.

-Ya me has oído. Fuiste a comprar las zapatillas de Manu, ¿y después que?

-Después... Vine a casa.- Desde luego Marta no iba a decirle nada de Julio.

-Pero yo te digo antes de venir a casa, y después de comprar las zapatillas de Manu.- Era evidente que su madre ya sabía como había sido.

-Pues... Me encontré con algunos amigos, y me paré a hablar- inventó Marta.

-¿Que amigos?

-¡Ay mamá!- exclamó Marta-. No los conoces.

-Bueno, pero da la casualidad de que Mercedes sí- dijo la madre de Marta.

<<Ahora caigo>>, pensó Marta. Mercedes era la mujer que habían visto antes yendo por la calle.

-¿Quien es Julio?- preguntó su madre.

-¿Como que quien es?- Marta ya estaba enfadada-. Uno, es que.

-No me hables así- dijo su madre cortante-. Mercedes me ha dicho que te vio con él, y no ibas con nadie más.

-Vale, ¿y?

-No me gusta ese chico. Mercedes ha hablado de él. Es problemático, desobedece, y según tengo entendido, te saca dos años, pero repitió curso, se pasea por ahí en moto sin casco y fuma y...

-Él no fuma- dijo Marta cortante.

-Igualmente, el resto sí lo hace, ¿no? No me gusta que te relaciones con ese tipo de gente, sabe Dios como puedes acabar- advirtió la madre de Marta enfadada.

-Pero tú que sabes como es él o como no es- respondió Marta-. Aparte, ya soy mayorcita, sé lo que es bueno o no para mí.

-¡Estás demostrando que no!- exclamó su madre enfadada-. ¡Es problemático, no es bueno para ti!

-¡Tú que sabes! ¡Ni siquiera lo conoces! ¡Solo sabes lo que te ha dicho esa repelente de tu amiga!- gritó Marta.

-¡Ya está bien!- zanjó su madre- ¡Tienes prohibido relacionarte con él! ¡Como me entere de que no me obedeces, la llevas clara!

-¡No puedes hacer eso!

-¡Claro que puedo! ¡Soy tu madre y tienes que obedecerme! Quedas advertida.

Y dio por zanjado el tema, abandonando la cocina y dejando allí a Marta con las lágrimas asomándole por los ojos. No lo entendía. No entendía ni por qué su madre le prohibía eso, ni por qué lloraba. Después de todo, era Julio, total, él, tarde o temprano, se iba a cansar de ella. No podía llorar.

******

Marta estaba tumbada en su cama pensando. Había vuelto a ver a Pablo, y como le gustaba. Pensó también en Julio. Siempre se acordaba de él cuando veía un chico, le había dejado muy marcada. Al pensar en Julio, se acordó también de Paula. Hacía mucho que no hablaba con ella. Cogió su móvil, y al verla en línea, comenzó una conversación con ella, preguntándole que tal la universidad. Hablaron unos minutos de sus clases, hasta que Paula propuso abrir una conversación en Skype. Las chicas volvieron a verse después de tiempo sin poder hacerlo.

-¡Pero que guapa estás!- exclamó Paula.

-Tú estás más fea que de costumbre- rió Marta.

-Oye guapita, que será que la poca luz que hay en tu habitación le afecta- se burló Paula.

-Será eso, sí- rió Marta.

-Oye, ahora que lo pienso, ¡a ver tu habitación!- exclamó Paula.

-Ya tardabas en preguntar, parva- dijo Marta.

Se levantó de la cama y con la cámara, enfocó toda la habitación. Paula pudo ver la gran cama, el armario, el espejo, la mesa para estudiar, y sobre todo, el gran ventanal que daba al balcón, desde el que se veía el centro de Barcelona.

-Guau, quiero ir a vivir allí- dijo Paula impresionada cuando Marta hubo acabado.

-En vacaciones tienes que venirte unos días- dijo Marta sonriente.

-¡A ver cuando! Y tienes que venir tú aquí, te echamos de menos- dijo Paula.

-Lo sé, lo sé, mi ausencia se hace notar- bromeó Marta.

-Pues sí, ya no tenemos en quien fijarnos para quitarnos los complejos- picó Paula.

-¡Oye!

Las dos chicas rieron. Hablaron por Skype durante dos horas. Hablaron de todo. Marta le contó que ya había hecho amigas, que ya habían quedado y que Manu ya estaba completamente integrado en el equipo. Paula le habló de Nati, de la fiesta a la que habían ido y de la gente que conocían.

-¿Y de chicos que tal?- preguntó Marta.

-Como siempre, vamos, que nada de nada- rió Paula.

-Seguro que no, tienes que tener a alguien detrás, o alguien te gustará.

-A ver, gustar gustar no, pero hay alguien que... Eso.

-¿Quieeen?- se interesó Marta.

Paula se pensó un momento la cosa. Marta era su mejor amiga, le contaba todo, pero a lo mejor no le gustaba la respuesta, podía afectarle.

-A ver, no te va a gustar mucho, que lo sepas.

-¿Por?

-Es el mejor amigo de...- empezó a decir Paula, pero no consiguió decir la última palabra.

-¿Julio?- preguntó Marta.

-Sí...

-¿Lucas?- volvió a preguntar. Paula asintió débilmente-. ¿Que te preocupa?- preguntó Marta con una sonrisa tranquilizadora-. Lucas es genial, haríais muy buena pareja.

-Puf, calla, que él a mí no creo que me vea como eso...- dijo Paula-. Pensé que te iba a afectar algo.

-No tiene por qué afectarme, si fuera Julio aún bueno, pero ya está olvidado, así que da igual. Y dime, ¿ya hablaste con él?

-Sí, pero él solo habla de una cosa y así me da que no voy a llegar muy lejos- respondió Paula.

-¿De que habla?

Paula dudó un momento, y luego, añadió:

-De Julio... Y de ti.

37- Me pasas tú

¿Lo entendiste? Seguro que sí, te veo pronto ;)

Domingo a las dos y media. Las chicas se comían una hamburguesa en el McDonalds. Ayer, tras haber visto el partido, en el que el Barça ganó 0-1, se quedaron hablando hasta las tantas. Marta acababa de recibir el mensaje, que, a pesar de que intentó esconderlo, Sara lo vio.

-A ver, a ver- dijo metiendo la cabeza-. Ese te está metiendo fichitas, pero bien.

Marta suspiró. Sí, esperaba verlo pronto.

-Que va- le quitó importancia.

-Marta, no la cagues con ese chico, te lo prohíbo- dijo Carmen-. Es bastante majo, y guapo, y...

-Lo entendí, gracias- rió Marta.

Otro silbido. Esta vez el mensaje era de Manu.

estoy allí a las tres. me lleva Pablo.

-Este tío me persigue.

-¿Lo vas a ver?- preguntó Elena contenta.

-Si me doy prisa sí. En media hora llega- respondió Marta-. Me voy.

-¿Sabrás llegar?- preguntó Clara-. Como él dijo, eres apta a perderte.

-No creo, ve diciéndome por teléfono, porfa- pidió Marta.

-Vale, llámame.

Marta la llamó y le dio dos besos a cada una de sus amigas, y salió corriendo del local.

-¿Que ves? Bien, ve a la derecha, ahora a la izquierda y sigue resto por esa avenida. ¿Ves una floristería? Pues gira a la derecha en esa esquina. Sigue resto, gira a la izquierda, y ya ves el edificio. Adiós, suerte.

Marta colgó y entró a su apartamento. Al llegar subió al baño a mirarse al espejo. Sí, estaba bien. Bajó al salón y miró la hora. Las cuatro y dos. Debe estar por llegar. Escuchó la llave girar en la cerradura y vio a su hermano entrar. Solo.

-¡Hola!- saludó Manu alegre-. ¿Qué tal?

-Hola, ¿vienes solo?- preguntó Marta ligeramente decepcionada.

-Sí, bueno, me trajo Pablo- respondió Manu-. Estoy agotado.

-Pues descansa- respondió Marta con una sonrisa.

Un nuevo mensaje llegó al móvil de Marta.

Baja anda.

Marta sonrió. Era Pablo.

-Manu, tengo que bajar un momento al apartamento de Clara y Carmen- mintió-. Vuelvo ahora.

Manu asintió y Marta salió rápidamente del apartamento. No quería esperar el ascensor, por lo que bajó corriendo las escaleras. Al salir sonrió al ver a Pablo sonriente, al lado de un coche que daba envidia..

-Mira que tardas- se burló él-. ¿Te perdiste también por las escaleras?

-Que te den- respondió Marta con una pequeña sonrisa.

-¿Viste ayer el partido?- preguntó Pablo acercándose.

-Sí- respondió Marta. Otra vez los malditos nervios no.

-¿Entero?- Pablo se acercaba cada vez más a ella.

-Sí.

-Entonces me viste.

-Sí.

-¿No sabes decir más cosas?

-Sí.

Pablo arqueó la ceja divertido.

-Menos mal, porque aparentarlo, no lo aparentas.

-Cállate tonto- le dijo ella.

Pablo sonrió. Ya estaba justo delante ella.

-Espero que te gustara el gol- susurró.

-No estuvo mal- respondió ella, con una sonrisilla.

-Le faltó algo- dijo Pablo.

-¿El que?

-Esto.

Pablo colocó sus manos en las mejillas de ella y se acercó a ella. Juntaron sus labios. Marta, sorprendida, abrió los ojos como platos, y luego se relajó y se dejó llevar. La verdad era que Pablo era increíble. Todo lo hacía bien. No le extrañaba que fuera uno de los famosos más deseados no solo de España, sino del mundo, y allí estaba, besándola a ella. Pablo repartía cortos pero suaves besos por sus labios, mientras la agarraba de la cintura. Marta tenía sus manos sobre sus hombros. Si es que aparte de guapo tenía un tipazo...

Pablo se separó suavemente de ella y le sonrió a escasos centímetros de su boca:

-Eres preciosa, pequeña.

Marta se sonrojó y esbozó una pequeña sonrisa.

-Para que luego digas que soy tonto- añadió Pablo.

-Es que lo eres.

Pablo sonrió. Arj, deja de ser tan guapo, joder.

-Me tengo que ir- dijo-. Adiós.

Depositó un suave beso en su mejilla y le guiñó el ojo de nuevo, para marcharse en su coche, camino a casa, dejándola a ella ahí, asimilando lo perfecto que lo hacía Pablo todo.

******
-¿Dónde quieres ir?- preguntó Julio, que caminaba al lado de Marta por el centro de la ciudad.
-Yo de tiendas, pero no creo que te apetezca- respondió Marta.
-Vamos a acabar haciendo lo que me de la gana, ya lo sabes- dijo Julio.
-Lo sé.
Julio miró hacia delante, pensando posibilidades, y arrugó la nariz, poniendo una mueca de asco.
-¿Que pasa?- preguntó Marta al ver el gesto.
-Esa tía trabaja con mi madre- dijo señalando a una mujer de unos cincuenta años-. Me tiene más asco que a su marido.
Marta miró bien a la mujer, no podía ser...
-¡Esa es amiga de mi madre!- exclamó-. A mí tampoco es que me caiga muy bien. Se mete en todo.
-Pues que no nos vea- dijo Julio apartando la mirada.
-Ya es tarde. Acaba de mirar hacia aquí, con cara de asco- informó Marta.
-Ya te dije yo que me tenía asco...- dijo Julio.
Los dos siguieron caminando sin darle importancia a eso, hasta llegar a la famosa alameda. Había mucha gente, lo normal un sábado de casi-verano. Julio repasó todo con la mirada. No le gustaba lo que veía.
-Esto está lleno de gente que no me gusta- dijo con asco-. Vámonos.
-Pues ya hemos recorrido todo- dijo Marta.
-Hombre, hay sitios de sobra, lo que pasa es que no creo que te gusten mucho.
-Lo pillo- dijo Marta-. ¿Qué propones?
-Vamos a mi casa- dijo Julio pícaro.
Marta se sonrojó ligeramente. Vale, a ella le gustaba Julio, pero no lo quería, y aparte ella era virgen, no.
-Quieto fiera, propón otra cosa- dijo ella nerviosa.
Julio rió.
-Venga, vamos- le agarró la muñeca y caminaron, hasta llegar a aquel parque donde semanas atrás, se habían besado por primera vez.

-No andaremos más, ¿no?

-Eres una vaga- dijo Julio.

-Ya lo sé.

Marta se sentó en el muro, justo donde se había sentado Julio la otra vez. Julio la imitó, sentándose a su lado.

 -¿Tenías ganas de verme?- preguntó la chica.

Julio no contestó. Así que sí se había dado cuenta. Mierda.

-¿Qué dices?- intentó retrasar su respuesta.

-Me oíste bien.

-No- respondió Julio-. O sea, no te oí, no que no tenía ganas de verte...

-Eso es que me escuchaste- dijo Marta sonriendo.

Vaya situación en la que se había metido Julio.

-Bueno, déjalo ya- zanjó.

Marta aguantó la risa. Julio intentaba no hacer notar que se había sonrojado un poco. Quiso devolverle la jugada. Un poco más hacia delante vio una fuente, que era capaz de cubrirlos hasta la cadera. El agua estaba limpia, así que no había problema. Una sonrisilla se dibujó en su boca.

-Tú ríete, que ya verás- dijo Julio.

-Me gustaría verlo.

-Si tan segura estás...- Julio bajó de un salto del muro y se puso frente a ella.

-¿Que vas a hacer?- preguntó Marta, pensando en lo que Julio podía hacerle.

Julio sonrió burlón y le puso las manos en la cintura. Tiró de ella hacia él y la cargó sobre sus hombros.

-¡Julio!- exclamó Marta-. ¿Que vas a hacer? ¡Bájame!

-Tú dijiste que querías verlo- se burló Julio. Notó su móvil en el bolsillo trasero del pantalón, y se lo sacó, mentiéndoselo en el bolsillo de la chaqueta.

-¡Eh, dámelo!

-Luego me darás las gracias.

Marta forcejeaba para librarse de Julio, y al llegar al borde de la fuente, Julio la bajó de sus hombros, y Marta rodeó con las piernas a Julio, en contra de su voluntad. O se agarraba a Julio o se caía a la fuente.

-No serás capaz de tirarme- dijo Marta, agarrándose fuerte a su cuello.

-Sabes que sí- sonrió Julio.

-Si me metes ahí vas tú conmigo- advirtió Marta.

-Buena suerte- dijo Julio con una sonrisa burlona, y la dejó caer al agua.

Marta gritó y sacó la cabeza del agua.

-¡Me cago en tus muertos!- gritó-. ¡Mira como estoy!

-Se te pega la blusa al cuerpo- observó Julio, mordiéndose el labio inferior.

-¡Deja de mirar eso! 

-¿Tú te viste?- susurró. Dio la impresión de que no había querido decir eso en alto.

Marta se sonrojó. Parecía un tomate.

-Ayúdame a salir, ya que estás.

Julio, burlón, le tendió la mano, y la ayudó a salir. Marta se escurrió el pelo y se lo puso más o menos decente.

-Yo te mato, es que juro que te mato- dijo.

-Cuando quieras.

-Calla. ¿Y ahora que? ¿Voy así?- preguntó mirándose.

Julio sonrió ligeramente.

-Yo creo que así estás genial.

-Si se me marca todo- se quejó ella.

-Pues por eso- dijo Julio pícaro.

-Eres un cerdo.

-Eso ya- le sonrió. Marta lo fulminó con la mirada-. Anda, toma.

Julio se sacó su característica chaqueta de cuero negra y se la tendió. Marta estaba sorprendida. Nunca había oído que Julio hubiera dejado su querida chaqueta. La cogió, dudando.

-¿No te la mojaré?- preguntó.

-Da igual, estás empapada y deberías ponerte algo seco.

Marta asintió débilmente y se la puso. Se sacudió el pelo fuera de la chaqueta. Sintió el olor de Julio envolverla. Era una sensación agradable. 

Julio sonrió, le gustaba verla con su chaqueta, estaba preciosa.

-Te queda bien y todo- dijo Julio.

-Em... Gracias- dijo ella, con una débil sonrisa.

Estaban frente a frente, Julio con las manos en los bolsillos de su pantalón negro, y Marta tocándose las puntas.

-Bueno, pues...- empezó Marta-, te mato por tirarme, pero gracias por la chaqueta y...

-Joder- dijo Julio en alto.

-¿Que te pasa?- preguntó Marta extrañada.

-Tú- respondió Julio-, tú me pasas.

-¿Cómo...?

Julio bufó y se sacó las manos de los bolsillos. Como la otra vez, agarró su cara y juntó sus labios. La necesitaba, necesitaba más de ella. No podía aguantarlo más.

lunes, 3 de marzo de 2014

36- Apta a perderse

A las cinco en el Campus, el único lugar de Barcelona que todas conocían. Y como no, Carmen, Clara y Marta llegaron tarde. Se saludaron todas tras echarle una mini bronca a las tres tardonas, y guiadas por Clara, Carmen y María, empezaron a conocer la ciudad. Fueron de tienda en tienda, y a las seis y media acabaron en un bar muy famoso en el centro, sentadas en la terraza. Un grupo de chicos pasó a su lado y les silbaron, ellas solo rieron. Luego, fueron a ver la Sagrada Familia. Durante toda la tarde sacaron muchísimas fotos. A las diez menos cuarto se consideraron agotadas, y se retiraron al apartamento de Marta.

Marta lo había preparado para que todas pudieran dormir juntas en su habitación y el salón estaba muy acogedor. Los últimos rayos de sol entraban por la cristalera.

-¡Pero que apartamento más bonito tienes!- dijo Elena nada más entrar.

-Muchas gracias, mérito de mis padres- rió Marta.

-Sí que es muy bonito, que envidia- dijo Sara mirando todo a su alrededor.

-Ya puedes invitarnos más a menudo eh- bromeó Cris.

-Cuando queráis- sonrió Marta.

-Ya os dije yo que era muy bonito- presumió Clara.

-Sí que lo es- añadió María.

-Clara, baja de la nube, anda- rió Carmen. Todas rieron.

Fueron a ponerse los pijamas y bajaron al salón. Pidieron dos pizzas, una de jamón, queso y champiñones, y otra de cuatro quesos. Mientras la esperaban, pusieron la televisión. El Barça- Sevilla empezaba a las diez.

-¡Deja ahí! Quiero ver el partido- exclamó Elena.

<<Y a Álex>>, añadió su subconsciente. Lo que no sabía era que la chica que estaba a su lado también quería ver expresamente al chico rizado.

Un primer plano de Manu ocupó la pantalla, mientras el comentarista hablaba emocionado de su debut.

-Sí, señoras y señores, hoy debuta el nuevo fichaje del Barça, la nueva promesa, ¿Cómo se estrenará? Todos estamos deseando ver que maravillas hace en su nuevo equipo. Hoy parte de titular, y sí, señoras y señores, ¡empieza el partido, saca el Sevilla!

-Marta, tienes un hermano guapísimo- dijo Clara mirando la pantalla.

Marta rió. Sí, Manu era muy guapo, pero a ella más le daba. El Barça enseguida le arrebató la pelota al Sevilla gracias a Jesús. De Jesús fue a Álex, que se la pasó a Manu. La primera vez que tocaba un balón con el Barça. Manu vio un hueco, se la pasó a Pablo, que enseguida la pilló, y no pudo avanzar más, porque un defensa del Sevilla se interpuso en su camino.

-Y que bien juegan, con lo jóvenes que son...- comentó Cris.

-Ya, y además de eso, guapos- añadió Sara.

-No solo guapos...- comentó Marta. Enseguida se arrepintió de haberlo dicho en alto.

-¿Y eso?- preguntó Elena burlona.

-Nada, me los presentaron, y son majos...- improvisó Marta.

Carmen aguantó la risa, y Clara exclamó:

-¡Y nosotras el otro día te vimos hablando con Pablo!

Todas se giraron a mirar a Marta.

-Bueno... Y Carmen habló con Álex también- dijo la chica.

-Yo...- interrumpió Elena-. Conocí a Álex. Me invitó a comer el sábado.

Todas abrieron la boca.

-¿En serio?- exclamó Sara-, ¡y no nos dices nada!

-Ya, bueno.

-Yo hablé con Álex el miércoles- añadió Carmen, un poco molesta de que Elena hubiera comido con el futbolista.

-Ya, pero yo...- Elena estaba empezando a hablar, cuando Marta la cortó, al ver que podían acabar discutiendo por culpa de Álex.

-¡Yo besé a Pablo!- Automáticamente se tapó la mano con ambas manos. No debía haber dicho eso.

La atención se desvió hacia ella. Seis pares de ojos se posaron en ella expectantes.

-¡AAAAH! ¡¿Y como no dijiste nada?! ¡Que callado te lo tenías!- exclamó de nuevo Sara.

-No encontré el momento- dudó Marta.

-¿Como? ¿Cuándo? ¿Donde?- preguntó Clara.

-Eh... No sé, hoy y el martes y...

-¡Dos veces!

-Calla Sara, déjale que lo cuente- cortó Cris-. ¿Pero como? Cuéntalo desde el principio.

-Que situación más incómoda...- murmuró Marta-. Pues nada, lo conocí el sábado, y tiene muy poca vergüenza, es muy así.

-Morruda, morruda, morruda- repetía Sara.

Pasaron de la tensión entre Elena y Carmen a atosigar a Marta a preguntas. Ella contestaba como podía. Al final resultó que lo más interesante hasta ese momento era la declaración de Marta.

-Pero vosotras ni una palabra- dijo Marta al acabar.

-Yaaa- dijeron todas a la vez.

Eran las once y media, y aún seguían hablando de lo mismo, pero el sonido de la televisión las interrumpió:

-¡Pablo Hernández...! ¡Gooooooooool! ¡Gol, gol, gol, gol, gooool!

Todas miraron a la televisión. Pablo sonreía mientras abrazaba a sus compañeros. Por último, a Manu, luego miró a la cámara, y le guiñó un ojo, para luego mirar hacia delante y poner cara de extrañado.

-¿Y eso que significa?- preguntó María.

-Que soy muy apta a perderme- contestó Marta sin quitar la mirada de la pantalla.

******
 
Pablo abrazó a Manu, feliz por su gol, y luego guiñó el ojo a la cámara, para luego poner cara de extrañado. Esperaba que lo entendiera, porque tonta, desde luego, no era.

35- Sshh...

El jueves y el viernes transcurrieron con normalidad. Las clases de las chicas fueron como siempre, mientras ellas se dedicaban a organizar el fin de semana. Contaban con el apartamento libre desde el sábado al mediodía hasta el domingo por la tarde. Los chicos se preparaban para el partido del sábado con normalidad, no había nervios o temor ante el equipo rival. Así, llegó el sábado por la mañana. Los chicos habían decidido ir juntos al aeropuerto, donde a las dos cogerían un avión a Sevilla. Marta se paseaba por su apartamento tranquilamente, ya vestida, mientras hablaba por WhatsApp de sus planes para aquel día. Se había puesto unos shorts vaqueros y una blusa rosita sin mangas, muy bonita, ya que todavía hacía mucho calor. El verano aún no se había ido. Manu estaba en la ducha, preparándose para el partido. De repente, llamaron al timbre. Marta se levantó a abrir, y mariposas asaltaron su estómago al ver a Pablo allí, tranquilamente, mirando su teléfono, tan guapo como siempre. Marta le abrió sin decir una palabra y él entró. A los dos minutos, escuchó el timbre de nuevo. Respiró hondo y fue a abrir la puerta. Pablo sonrió al verla. Maldito guapo.

-Hombre, hola- saludó-. ¿Está tu hermano?

-Está acabando de ducharse- respondió Marta nerviosa-, pasa y lo esperas en el sofá.

Pablo sonrió y entró al apartamento. Estaba bien, le gustaba. Fue al sofá junto a Marta y se sentó a su lado. La miró y sonrió. Ella simplemente pensaba en qué tema sacar.

-Veo que no te volviste a perder- dijo Pablo burlón.

-Bueno, iba acompañada, sino me perdería- respondió Marta.

-Te voy a comprar un mapa eh- se burló Pablo-. Me da que lo vas a necesitar.

-Los mapas no se me dan muy bien.

-Ya me imagino- rió Pablo.

-Calla tonto- dijo Marta aguantando la sonrisa tonta.

Pablo sonrió. Estaban hombro con hombro. Era más preciosa de cerca. Marta levantó la cabeza y su mirada chocó con la de Pablo. Él y su estúpida y preciosa sonrisa.

-Y aunque no te hayas perdido, ¿no has tenido ganas de verme?- dijo Pablo bajando la voz.

-Eh...- Marta dudó. ¡Vaya sí tuvo ganas! Pablo no era como Julio, que te lo encontrabas hasta debajo de las piedras, pero ojalá fuera así.

-Me tomaré eso como un sí- dijo Pablo. Mierda, su sonrisa a escasos centímetros de ella. No podía aguantarlo.

-¿Y...- tragó saliva-, que te hace pensar eso?

-La forma en la que tartamudeas...- Otra vez no-. Te delata, ¿sabes?

-Yo no...

-Sshh...

Pablo redujo la distancia a cero. otra vez la estaba besando. Y joder, como le gustaba. Pablo besaba suavemente. Cortos pero dulces besos. Marta no pudo evitar pensar a cuantas más había besado. Que más daba, ahora mismo la estaba besando a ella, no a otra. Un crujido hizo que Marta se separara de golpe de Pablo. Manu estaba bajando las escaleras. Por suerte, no vio nada. Pablo sonrió al ver a Marta.

-Hola, ¿cuándo llegaste?- preguntó Manu al ver a Pablo.

-Hace nada, no te preocupes, ¿vamos?- respondió el catalán.

-Claro.- Manu cogió sus cosas y  su chaqueta-. Adiós Marta.

Marta le devolvió la despedida mientras Pablo se levantaba del sofá.

-Hasta pronto- le dijo con una sonrisa burlona, y junto a Manu, se marcharon, cerrando la puerta tras ellos. Marta dejó escapar un fuerte suspiro. Puto Pablo.

******
 
-Clara, yo creo que con mensajes diciendo que te desbloquee, cuando ni siquiera se los puedes mandar, pierdes el tiempo- dijo Carmen mientras se comía una pera.
 
-Me desahogo- respondió Clara enfurruñada mientras tecleaba rápidamente insultos en inglés-. Aparte, ya podías enviárselos tú por mí.
 
-¿Y que me bloquee a mí? ¡Ni de coña! Para que vaya su mejor amigo a insultarme, con lo bueno que está, búscate a otra- dijo Carmen.
 
-Pues ya le pediré hoy a alguna que me eche una mano. Egoísta- dijo Clara echándole la lengua.
 
Carmen aguantó la risa. Si es que lo suyo con Marc Adams era obsesión de las puras.
 
******
 
-Sí, mamá, las clases están yendo genial... Sí, ya tengo amigas, de hecho quedamos hoy... Ya tengo un calendario de estudios, y sé cuando tengo que estudiar... ¡Todas estas tardes he estudiado!... ¡Que no soy una niña!
 
Sara se desesperaba con su madre. Que pesada por favor. Todo el día diciéndole lo que tenía que hacer. ¡Pues no! Ahora ella estaba en Barcelona, lejos de ella, y era completamente independiente. Esa tarde quedaría, ya llevaba estudiando todas las tardes y no pensaba malgastar su sábado en eso, sobre todo teniendo los planes que tenía.
 
******
 
 Última calada y pitillo terminado. Lo tiró al suelo y lo pisó. Era el tercero que se fumaba hoy, y tan solo era la una. Ay si ella lo viera en este momento, que bronca le echaría...
 
-Manu, me debes una.- Marta caminaba sola por las calles de su ciudad mientras hablaba por teléfono con su hermano.
 
-Lo sé, lo sé, pero porfa, cómprame los tenis- pidió Manu al otro lado de la línea.
 
-Vale, vale, pero qué vergüenza, ir a comprar yo sola unos tenis de tío un sábado...- se quejó Marta.
 
-Ya te pagaré esta, venga, me tengo que ir, adiós- se despidió, y colgó, antes de que Marta pudiera quejarse de nuevo.
 
<<Genial. Gracias Manolo>>.
 
Marta siguió caminando, y sus pensamientos fueron a parar a la noche anterior. Julio la había llevado a regañadientes a casa, y al llegar allí, apenas la dejó marchar. La había vuelto a besar, y como le gustaba que la besara así. Al final se marchó, y no volvió a saber nada de él.
 
Marta llegó a la calle donde se encontraban las mejores tiendas. Fue a la de calzado deportivo y entró. Y oh no, allí estaba Iván acompañado de Eloy, y si ellos estaban allí, seguro que Julio andaba cerca. No podía irse, ellos ya la habían visto, y con una sonrisilla, escribieron un mensaje rápidamente. Marta los ignoró y se dirigió al mostrador. Preguntó por las zapatillas que quería su hermano y les dijo el número. En seguida se las dieron y pagó. Salió de la tienda ignorando a los dos chicos y decidió ir a mirar algo de ropa. Antes de entrar a las tiendas se aseguró de que Iria y las demás no andaban por allí. Cuando iba a entrar a Zara, alguien le agarró de la muñeca y tiró de ella hacia atrás haciendo que se girara. Otra vez esos ojos azules tan bonitos.
 
-Hola- saludó él con una sonrisa.
 
-Eh... Hola- saludó ella.
 
-Pensé que no ibas a bajar.
 
-Mi hermano me pidió que le comprara unas zapatillas.
 
-¿Entonces ahora estás libre?
 
-Eh... Sí.
 
-Genial, vamos- dijo Julio.
 
-¿A dónde?
 
-No lo sé- respondió Julio sonriente.
 
-¿Entonces?
 
-Entonces nada, estás conmigo y ya, tenía ganas de verte, ayer fue increíble- dijo Julio clavando sus ojos azules en ella.
 
Marta se puso roja como un tomate.
 
-Yo... Yo también tenía ganas de verte.
 
Julio sonrió. ¿Pero que coño le hacía esa chica? ¡Él nunca tenía ganas de ver a nadie! Dijo lo primero que le salió del alma, y en ese momento, lo que más quería era estar con ella.

domingo, 2 de marzo de 2014

34- O simplemente quieres verme

-Paula, vete a la mierda- dijo Nati roja como un tomate.

Paula rió. Las dos estaban en la alameda, sentadas justo en el mismo banco donde Paula se había sentado con Marta el día que se enfadaron. Acababan de ver a Julio pasar con Eloy, con una expresión triste. Las había mirado de reojo, pero no les había hecho ni caso. Detrás, vieron venir a Lucas acompañado de Sergio.

-Mira, ahí está el tuyo- se la devolvió Nati.

-De mío nada, ve a rascar el culo por ahí- rió Paula.

Lucas sí las miró, y sí se acercó a ellas.

-Paula, ¿podemos hablar un momento?- preguntó al llegar junto a ellas.

Nati sonrió mirando a su amiga. ¡Lucas quería hablar con ella! Pero no tenía ni idea de que...

-Claro- dijo Paula.

Se levantó, y junto a Lucas se apartaron del banco.

-¿Hablaste con Marta?- preguntó Lucas.

-Sí, pero ni caso- respondió Paula-. Es una pena, ella también lo quería a él.

-Lo sé- dijo Lucas rascándose la nuca-. Julio lo está pasando mal desde el sábado. Me llamó llorando y todo.

-¿Julio llorando?- Paula estaba realmente sorprendida.

-Sí, y no es la primera vez desde que Marta y él rompieron- dijo Lucas-. Lo cambió. Muchísimo.

-Ella también lloró, y mucho. Me costó mucho consolarla, pero ahora está bien- dijo Paula-. Solo que el problema está en que no quiere saber nada de Julio.

-Normal. Yo tampoco querría, pero no sé, me costaría.

-Si de verdad quieren arreglarlo tendrán que hacerlo ellos, no nosotros, lo único que podemos hacer es ayudarlos- dijo Paula.

-Y yo por lo menos, lo haré- dijo Lucas-. Bueno, ya hablaremos. Adiós.

Se despidió de Paula, y ésta volvió con Nati.

-¿Que te dijo?- preguntó ella sonriente.

-Nada, me preguntó que tal...- mintió Paula.

Es que no le iba a contar la verdadera razón del plantón de Julio en aquella fiesta.

******
 
-O sea que Derecho. Está bastante bien- dijo Álex sonriente.
 
-Muchas gracias, lo tuyo de futbolista también- respondió Carmen.
 
Álex no podía evitar sonreír en la compañía de esa chica. Era muy alegre, y habladora, y por lo visto, tímida no.
 
-Hombre, si ser futbolista de talla mundial no está bien, dime tú que está- presumió Álex.
 
-Chulito- dijo ella sonriendo.
 
-Lo justo.
 
Siguieron hablando, descubriendo lo genial que era el otro, mientras, detrás de ellos, Pablo picaba de mil y una maneras a Marta.
 
-Siendo como eres, como para no salirte con la tuya- dijo Marta.
 
-¿Siendo como?
 
<<Mierda, Marta, callada estabas más guapa>>.
 
-Yo que sé, así- respondió ella.
 
Pablo la miró. Sí que la ponía nerviosa, ni falta le hacía preguntárselo.
 
-Me gusta ser así entonces.
 
-Se nota.
 
Pablo sonrió de nuevo.
 
-A ti también te gusta por lo que se ve- dijo él.
 
<<Otra vez no, deja de ponerme en situaciones incómodas>>.
 
-Ya te gustaría.
 
-Es lo que es- Pablo dijo soriente.
 
-Me pones de los nervios.
 
-Acabas de admitir que te pongo nerviosa- dijo Pablo triunfante.
 
-¿Que? No, no lo decía en ese sentido, y...
 
Pablo rió. Justo en ese momento acababan de llegar al edificio de las chicas.
 
-Llegamos- señaló Álex.
 
-Bueno, gracias por acompañarnos- dijo Carmen.
 
-Un placer- sonrió Álex.
 
-Gracias- añadió Marta.
 
Álex sonrió mirando hacia ella, que estaba al lado de Pablo. Sí que hacían buena pareja.
 
-De nada- dijo Pablo con una sonrisa burlona.
 
-Bueno, adiós chicas- se despidió Álex-, hasta otro día.
 
-Adiós- se despidió Carmen sonriente.
 
-Adiós Carmen- se despidió Pablo, y luego, le dijo a Marta:-. Ya sabes, si te vuelves a perder, o simplemente quieres verme, llámame.- Le guiñó un ojo, y junto a su amigo de rizos, echaron a andar por las calles de Barcelona.
 
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María estaba feliz. Por primera vez desde hace mucho tiempo, tenía planes para el fin de semana, y formaba parte de un grupo de chicas a las que les daba igual su físico, y que aún por encima eran simpñaticas, alegres, y amables con ella. Estaba feliz. No podía aguantar los dos días que quedaban. Compras, y fiesta de pijamas sonaban genial. Dos días no eran nada, venga.
 
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Verónica se estaba comiendo un helado de chocolate como postre. Todavía tenía en la cabeza lo que Álex le había dicho. ¿Zorra ella? Todo menos eso, las zorras al monte, o zorras las tías con las que él se acostaba. Y Pablo que seco, seguía preguntándose quien era la persona a la que le sonrió y guiñó el ojo el domingo. Lo que ella no sabía era que en ese mismo momento, Pablo estaba guiñándole el ojo a esa misma persona, y que esperaba volver a verla pronto.