domingo, 2 de marzo de 2014

34- O simplemente quieres verme

-Paula, vete a la mierda- dijo Nati roja como un tomate.

Paula rió. Las dos estaban en la alameda, sentadas justo en el mismo banco donde Paula se había sentado con Marta el día que se enfadaron. Acababan de ver a Julio pasar con Eloy, con una expresión triste. Las había mirado de reojo, pero no les había hecho ni caso. Detrás, vieron venir a Lucas acompañado de Sergio.

-Mira, ahí está el tuyo- se la devolvió Nati.

-De mío nada, ve a rascar el culo por ahí- rió Paula.

Lucas sí las miró, y sí se acercó a ellas.

-Paula, ¿podemos hablar un momento?- preguntó al llegar junto a ellas.

Nati sonrió mirando a su amiga. ¡Lucas quería hablar con ella! Pero no tenía ni idea de que...

-Claro- dijo Paula.

Se levantó, y junto a Lucas se apartaron del banco.

-¿Hablaste con Marta?- preguntó Lucas.

-Sí, pero ni caso- respondió Paula-. Es una pena, ella también lo quería a él.

-Lo sé- dijo Lucas rascándose la nuca-. Julio lo está pasando mal desde el sábado. Me llamó llorando y todo.

-¿Julio llorando?- Paula estaba realmente sorprendida.

-Sí, y no es la primera vez desde que Marta y él rompieron- dijo Lucas-. Lo cambió. Muchísimo.

-Ella también lloró, y mucho. Me costó mucho consolarla, pero ahora está bien- dijo Paula-. Solo que el problema está en que no quiere saber nada de Julio.

-Normal. Yo tampoco querría, pero no sé, me costaría.

-Si de verdad quieren arreglarlo tendrán que hacerlo ellos, no nosotros, lo único que podemos hacer es ayudarlos- dijo Paula.

-Y yo por lo menos, lo haré- dijo Lucas-. Bueno, ya hablaremos. Adiós.

Se despidió de Paula, y ésta volvió con Nati.

-¿Que te dijo?- preguntó ella sonriente.

-Nada, me preguntó que tal...- mintió Paula.

Es que no le iba a contar la verdadera razón del plantón de Julio en aquella fiesta.

******
 
-O sea que Derecho. Está bastante bien- dijo Álex sonriente.
 
-Muchas gracias, lo tuyo de futbolista también- respondió Carmen.
 
Álex no podía evitar sonreír en la compañía de esa chica. Era muy alegre, y habladora, y por lo visto, tímida no.
 
-Hombre, si ser futbolista de talla mundial no está bien, dime tú que está- presumió Álex.
 
-Chulito- dijo ella sonriendo.
 
-Lo justo.
 
Siguieron hablando, descubriendo lo genial que era el otro, mientras, detrás de ellos, Pablo picaba de mil y una maneras a Marta.
 
-Siendo como eres, como para no salirte con la tuya- dijo Marta.
 
-¿Siendo como?
 
<<Mierda, Marta, callada estabas más guapa>>.
 
-Yo que sé, así- respondió ella.
 
Pablo la miró. Sí que la ponía nerviosa, ni falta le hacía preguntárselo.
 
-Me gusta ser así entonces.
 
-Se nota.
 
Pablo sonrió de nuevo.
 
-A ti también te gusta por lo que se ve- dijo él.
 
<<Otra vez no, deja de ponerme en situaciones incómodas>>.
 
-Ya te gustaría.
 
-Es lo que es- Pablo dijo soriente.
 
-Me pones de los nervios.
 
-Acabas de admitir que te pongo nerviosa- dijo Pablo triunfante.
 
-¿Que? No, no lo decía en ese sentido, y...
 
Pablo rió. Justo en ese momento acababan de llegar al edificio de las chicas.
 
-Llegamos- señaló Álex.
 
-Bueno, gracias por acompañarnos- dijo Carmen.
 
-Un placer- sonrió Álex.
 
-Gracias- añadió Marta.
 
Álex sonrió mirando hacia ella, que estaba al lado de Pablo. Sí que hacían buena pareja.
 
-De nada- dijo Pablo con una sonrisa burlona.
 
-Bueno, adiós chicas- se despidió Álex-, hasta otro día.
 
-Adiós- se despidió Carmen sonriente.
 
-Adiós Carmen- se despidió Pablo, y luego, le dijo a Marta:-. Ya sabes, si te vuelves a perder, o simplemente quieres verme, llámame.- Le guiñó un ojo, y junto a su amigo de rizos, echaron a andar por las calles de Barcelona.
 
******
 
María estaba feliz. Por primera vez desde hace mucho tiempo, tenía planes para el fin de semana, y formaba parte de un grupo de chicas a las que les daba igual su físico, y que aún por encima eran simpñaticas, alegres, y amables con ella. Estaba feliz. No podía aguantar los dos días que quedaban. Compras, y fiesta de pijamas sonaban genial. Dos días no eran nada, venga.
 
 ******
 
Verónica se estaba comiendo un helado de chocolate como postre. Todavía tenía en la cabeza lo que Álex le había dicho. ¿Zorra ella? Todo menos eso, las zorras al monte, o zorras las tías con las que él se acostaba. Y Pablo que seco, seguía preguntándose quien era la persona a la que le sonrió y guiñó el ojo el domingo. Lo que ella no sabía era que en ese mismo momento, Pablo estaba guiñándole el ojo a esa misma persona, y que esperaba volver a verla pronto.

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