Era martes al por la tarde. Marta estaba sentada en el sofá de su apartamento junto a Manu, viendo los deportes. Verónica Gutiérrez daba los deportes en ese momento.
-Mira tú, ya vas a poder decir que eres jugador de Champions- dijo Marta feliz.
-Estoy deseando que llegue, siempre he querido jugar contra equipos grandes de Europa, estando yo en uno de ellos- respondió Manu.
-Ya verás como lo haces genial tonto- le animó Marta.
-Eso espero, aunque vendría bien saber pronto contra quien vamos a jugar- pensó Manu.
-El viernes lo sabrás. Aparte, sabes contra quien no te va a tocar, así que no te preocupes.
Manu sonrió. Estaba deseando debutar en la Champions, la máxima competición europea, la que llevaba soñando desde pequeño con ella. Se recordaba a si mismo con siete años gritándole a la televisión, a los jugadores para que espabilaran, y a él con catorce, con su vieja camiseta de Ronaldinho, animándole a marcar el gol de la victoria. Estaba deseando ser él como Ronaldinho, su ídolo.
******
-Me marcho, tengo clase por la tarde.
-Adiós Paula, que te vaya bien- dijo Nati al otro lado de la línea.
Paula colgó. En realidad, no tenía clase por la tarde, simplemente quería tener un tiempo para ella sola. Se tumbó boca arriba en la cama, mirando al techo. Su mente comenzó a vagar, pero cada dos minutos refunfuñaba, por el ruido que había en su casa. Ya harta, se levantó, cogió su móvil, y se marchó.
Vagó por las calles de la ciudad, pensando en todo. En su mente repetía la conversación con Marta. Le había hablado de Lucas, pero ella no le había contado nada de chicos, tendría que preguntarle, se le veía extrañamente feliz. Recordó cuando se había enfadado con ella un año y pico atrás, y la verdad es que ahora se sentía estúpida por haberse enfadado por eso.
Era lunes. El timbre que indicaba el fin de la clase se hizo notar, dándole una alegría a todos los alumnos del instituto. Paula se levantó y fue junto a Iria, y las dos comentaron el día. Paula giró la cabeza y vio a Marta hablando con otra chica, pero no con su alegría habitual, no estaba bien. Pensó que probablemente había sido Julio, se había dado cuenta de que Julio no era bueno para ella. No sabía que en realidad se equivocaba.
Marta no estaba mal directamente por Julio, sino por lo de su madre. Sabía que podía no hacerle caso, pero por desgracia, su madre se enteraba de todo. Pero llevaba dándole vueltas todo el domingo y toda la mañana.
Salieron de clase, delante, Marta y la otra chica detrás, Iria y Paula. Al salir, Marta se despidió de la chica, y Paula se despidió de Iria.
<<Mierda>>, pensó Paula, <<ahora Marta y yo nos vamos por el mismo lado>>.
Marta, sin embargo, la ignoró y siguió por su camino. Sacó el móvil y le echó un vistazo. Tenía notificaciones de Twitter, de gente que no conocía de nada que había comenzado a seguirla, y de Instagram, de gente que le había gustado su foto, y dos comentarios llamándola guapa. Marta respondió a los comentarios y sin darse cuenta, ya había llegado a la parada de autobús. Se apoyó en la pared a esperar a que llegara, sin dejar de mirar el móvil. Paula también se paró, pero no junto a ella. La observó. Se le veía triste.
Marta hablaba por WhatsApp con Alba. Le había contado ya lo de su madre, ella le había dicho que sabía que Marta era muy buena, pero en eso no podía hacerle caso. Marta pensó que quizás tenía razón. Mientras hablaba, un nuevo mensaje llegó a su móvil.
estás bien?
Marta levantó la cabeza, y vio a Paula mirándola fijamente. El mensaje era de ella. Se veía que a Paula le preocupaba. Marta se encogió de hombros mientras hacía una mueca de que no estaba segura y agachó la cabeza.
Julio?
Marta negó.
y puedo ayudarte?
Marta miró a Paula a los ojos. Se veía que lo decía de verdad, la conocía como a la palma de su mano. Paula se acercó a donde estaba Marta y le puso la mano en el hombro.
-Puedes contar conmigo para lo que sea, estemos enfadadas o no- le dijo Paula.
Marta sonrió débilmente.
-Pensarás que es una tontería- dijo Marta.
-No creo, si te preocupa.
Marta suspiró.
-Supongo que más o menos te lo imaginas.
-¿Julio? ¿Te ha hecho daño? Te juro que lo...
-No, no. Julio no me hizo nada malo, es que me trae más problemas...- dijo Marta a correr.
-Puedes contármelo.
-Para eso tendría que contarte todo.
-Tengo tiempo.
Marta suspiró, y le contó todo desde el día en que se habían peleado. Paula escuchaba, atenta, y sorprendida, nunca había escuchado eso de Julio. Cuando Marta acabó, Paula se quedó callada un momento. Todas sus expectativas habían cambiado. Ahora sabía lo de Iria, y se lo creía, dado que Iria le había hablado muy mal de Marta durante su enfado. Y lo que había cambiado completamente era su opinión sobre Julio. Todo lo que Marta le había contado, hacía notar que a Julio realmente le gustaba Marta.
-Perdóname por favor- dijo de repente.
-¿Por qué? Perdóname tú a mí, por no haberte escuchado y...
-No, quien no escuchó a la otra fui yo, tenía metido en la cabeza que no podías estar con Julio, porque ya había estado con Iria y te iba a traer muchos problemas, pero es que tal y como me lo cuentas, se nota que a Julio le gustas, mucho.
-Pero si te hubiera escuchado ahora no estaríamos así, y lo siento...
-Si me hubieras escuchado no sabríamos lo de Iria, y lo tuyo con Julio no existiría, y yo creo que le gustas- zanjó Paula.
Las dos chicas se miraron a los ojos y sonrieron dulcemente, para luego darse un abrazo.
-Entonces, ¿bien?- preguntó Paula al separarse.
-Sí- respondió Marta, y le dio un beso a su amiga en la mejilla-. Te eché de menos.
-Pues anda que yo a ti- dijo Paula-. La verdad es que oír a Iria siempre hablando de lo mismo cansaba. Ya hablaré con ella, no sabía nada de eso.
-Se repite bastante sí- rió Marta.
-Y ya te contaré lo que me diga- dijo Paula-. ¿Qué hora es?
-Las dos- dijo Marta tras mirar su móvil.
-En nada va a venir Julio por aquí- dijo Paula sonriente.
-Calla calla, que como tenga que ir en moto me da un telele- rió Marta.
-Hombre, que te lleve por ahí sin casco a lo bestia da cosa, pero es que no lleva a nadie, solo a ti, considérate afortunada.
-Hablas como él.
-Piensas demasiado en él.
-Tuve tiempo- rió Marta.
-Hablando de Julio... Ahí va- dijo Paula señalando disimuladamente-. Creo que ahora va a buscar a Eloy, según oí.
-Y tenía que pasar por aquí, ¿no?- murmuró Marta.
-Pues sí, por cierto, ahí viene el bus, yo lo cojo, pero a ti ni se te ocurra- dijo rápidamente Paula, y fue hacia el gran vehículo.
Marta iba a gritarle, pero Julio ya estaba demasiado cerca. Mierda, ahora estaba sola, Julio no se había dado cuenta. Iba solo, mirando su móvil. Paula se sentó junto a la ventanilla, y observó la escena mientras el autobús no arrancaba.
Julio se guardó el móvil en el bolsillo y vio allí a Marta, parada, mirándolo. Sonrió para si y se acercó a ella.
-Me alegra que me esperes- se burló.
-Más que a ti esperaba al autobús- respondió ella.
-Pero esperabas verme.
-Ya te gustaría.
-El otro día estabas muy guapa toda mojada de fuente, ¿quieres repetir?
-No gracias, pero bien que mirabas- se defendió Marta con una sonrisa tonta.
-No te lo niego, era bonito el sujetador- dijo con una sonrisa pícara.
A Marta se le subieron los colores y miró para otro lado. No podía ver que se había puesto roja.
-Ya sé que te pusiste roja, no hace falta que te escondas- dijo Julio sonriente.
El autobús arrancó, y Marta pudo ver como Paula iba riéndose junto a la ventana.
-No me escondo- replicó.
-Seguro.- Julio rodeó sus hombros e hizo que Marta se girara, quedando cara a cara-. Yo sé que te gusta que te diga eso, aunque lo intentes esconder.
-Cállate, no me gusta nada- replicó Marta-. No te aproveches.
-Escucha, si me aprovechara de ti ya te habría follado hace tiempo- le susurró Julio en el oído.
Marta no respondió. ¿Julio había pensado en follarla? Después de todo, se había follado a todas sus chicas, ¿por que con ella ni lo había intentado? ¿Acaso no le gustaba tanto como pensaba?
-Oye, tampoco te intenté follar porque sé que eres virgen, no me dejarías- susurró Julio, como si le leyera el pensamiento.
Marta no sabía que decir. Sí que es verdad que no le dejaría, ella quería perder la virginidad con alguien a quien quisiera, no así por que sí. Pero sí que había pensado que Julio podría ser el primero, sabiendo como es él, y lo que ella en ese momento sentía por él...
-No le des vueltas- dijo Julio, y quitó su brazo de los hombros de ella.
-No se las doy.
-No te creo- replicó Julio. Miró hacia otro lado, y luego la volvió a mirar a ella-. Voy a buscar a Eloy, ¿vienes, o te llevo antes a casa?
-Cojo el bus, deja- le quitó importancia Marta.
-Pero quiero llevarte yo.
Marta sonrió débilmente.
-Bueno, entonces, si no es mucha cosa, me llevas...
-No es nada- cortó Julio. Se giró para marcharse-. Otra vez la vieja esa.
-¿Vieja?- Marta miró, y al ver a Mercedes, se giró bruscamente, mirando para el otro lado, intentando no parecer ella.
-¿Que pasa?- preguntó Julio.
-Nada, nada... Tú haz un momento que no me conoces- dijo rápidamente Marta.
-¿Por que?- preguntó Julio.
-Por esa- respondió Marta, intentando que Julio no le dirigiera más la palabra.
-¿Y qué?
-Julio, hazme caso.
-No.
-Por favor, luego te lo digo, pero no me hables- dijo Marta intentando taparse la cara con el pelo.
Julio se mordió la lengua. Vale, le iba a hacer caso, pero no entendía por qué. Cuando se hubo ido, Julio dijo:
-No te entiendo.
Marta se giró, y al ver que no estaba, añadió:
-El otro día habló con mi madre, y bueno...
-No le gusto y como te vea conmigo te mata, ¿no?- completó Julio, ¿aliviado?
-Ajá- respondió Marta, algo temerosa ante su reacción.
Julio se rió. Marta lo miró extrañada. ¿De que se reía?
-¿De qué te ríes?
-Ya tardaba en pasar- respondió Julio-. Pero escúchame, que tu madre diga lo que quiera, tú haz lo que te salga de los huevos.
-Que fino.
-Te lo digo en serio. Si tú quieres hacerle caso, adelante, pero si no, no lo hagas, ella tiene que ver que no puede mandarte hacer todo.
-Ya lo sé, pero...
-No sabes desobedecer- supuso Julio.
-Justo.
Julio sonrió.
-Entonces tendré que enseñarte.
-Ah no, no me vas a meter en líos, que era lo que me faltaba...
-Mañana no vamos a clase- le cortó Julio-. Ponte guapa.- Julio guiñó el ojo y añadió:-. Te estaré esperando, hasta mañana.
Y dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. Marta estaba que daba botes de alegría por dentro y le comían los nervios. Julio lo decía tan tranquilo... Iba a faltar para estar con Julio. Que ganas ya.
-¿Y qué?
-Julio, hazme caso.
-No.
-Por favor, luego te lo digo, pero no me hables- dijo Marta intentando taparse la cara con el pelo.
Julio se mordió la lengua. Vale, le iba a hacer caso, pero no entendía por qué. Cuando se hubo ido, Julio dijo:
-No te entiendo.
Marta se giró, y al ver que no estaba, añadió:
-El otro día habló con mi madre, y bueno...
-No le gusto y como te vea conmigo te mata, ¿no?- completó Julio, ¿aliviado?
-Ajá- respondió Marta, algo temerosa ante su reacción.
Julio se rió. Marta lo miró extrañada. ¿De que se reía?
-¿De qué te ríes?
-Ya tardaba en pasar- respondió Julio-. Pero escúchame, que tu madre diga lo que quiera, tú haz lo que te salga de los huevos.
-Que fino.
-Te lo digo en serio. Si tú quieres hacerle caso, adelante, pero si no, no lo hagas, ella tiene que ver que no puede mandarte hacer todo.
-Ya lo sé, pero...
-No sabes desobedecer- supuso Julio.
-Justo.
Julio sonrió.
-Entonces tendré que enseñarte.
-Ah no, no me vas a meter en líos, que era lo que me faltaba...
-Mañana no vamos a clase- le cortó Julio-. Ponte guapa.- Julio guiñó el ojo y añadió:-. Te estaré esperando, hasta mañana.
Y dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. Marta estaba que daba botes de alegría por dentro y le comían los nervios. Julio lo decía tan tranquilo... Iba a faltar para estar con Julio. Que ganas ya.
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