viernes, 11 de abril de 2014

40- Me-mue-ro

Marta estaba en el Starbucks de Barcelona con Cris y María tomando algo. Estaban descansando de tanta clase. Ya era miércoles de la segunda semana, y ya estaban algo cansadas. Las tres chicas charlaban de como les estaba yendo, y también se contaban anécdotas divertidas de cuando iban al instituto. Reían mientras se bebían sus cafés alegremente. 

En un momento dado, la puerta se abrió, y vieron entrar a un guapo chico. Las tres se fijaron.

-Que guapo- murmuró Cris.

Marta se fijó bien. Ella ya lo conocía. ¡Era Jesús! No se había dado cuenta de que estaban allí.

-Juega con mi hermano- aclaró Marta-. ¿No te das cuenta de quien es?

-¡Es Jesús Vázquez, el centrocampista este!- exclamó María en bajo.

Jesús quería pasar desapercibido, pero no lo consiguió. Un par de chicos se le acercaron. Le pidieron una foto, y hablaron un momento con él, dándole ánimos para ganar todos los títulos posibles. Jesús se lo agradeció y siguió a lo suyo. Cuando le tocó, pidió su café y lo pagó. Al salir, reparó en la mesa de las chicas, y saludó con una sonrisa. Se acercó.

-Hola- saludó a Marta-. Cuanto tiempo.

-Ya, bueno, ¿que tal?- preguntó la chica.

-Yo bien, ¿tú?

-Bien- respondió Marta-. Por cierto, ellas son María.

-Hola- saludó Jesús, y le dio dos besos.

-Y Cris.

Jesús la miró y esbozó una sonrisa, enseñando sus bonitos dientes.

-Encantado.- Y le dio dos besos.

-¿Ya te vas?- preguntó Marta.

-Sí, me tengo que ir, pero encantado de veros- dijo mirando a los ojos azules de Cris-. Adiós.

-Adiós- se despidieron las tres.

Cuando Jesús se marchó, Marta y María miraron a Cris, con una sonrisilla, y dijeron a la vez:

-Le gustaste.

******

Carmen estaba en un parque céntrico de Barcelona, tranquilo. Se encontraba sentada en un banco, intentando estudiarse unos apuntes que tendría que aprenderse sí o sí para los exámenes que iba a tener. Al ser un sitio sin mucho ruido, estaba aprendiéndose bien la lección. Eran cinco hojas, y ya llevaba tres y media aprendidas.

Mientras estaba aprendiéndose la cuarta hoja por detrás, un joven se sentó a su lado en el banco.

-No te vi yo cara de aplicada cuando te conocí- dijo Álex con una sonrisa.

Carmen levantó la cabeza sorprendida, y sonrió al ver allí a Álex. Llevaba unos pitillo negros, una camiseta blanca con un diseño muy bonito en el centro y unas Nike que le sentaban genial. Llevaba también unas gafas de sol RayBan, como las que tenía Pablo.

-Me ofende que me digas eso, soy muy responsable- respondió Carmen.

-Ya veo ya- dijo Álex-. Que sepas, bonita, que no lo aparentas.

-Saqué notazas, que lo sepas, guapito- sonrió Carmen.

-¿Y que notazas son esas?

-Bueno... Cincos y seises, pero aprobé.

Álex rió.

-Guau, mente privilegiada.

-Cállate tonto, habría que ver las tuyas- dijo Carmen sonrojada.

-Lo dejé al acabar cuarto de la ESO, y suspendía siempre varias- respondió Álex-. Aunque siempre las recuperaba y no repetí, pero por el fútbol y por vago, que sino sacaba notables.

-Excusas, excusas- dijo Carmen apoyando la espalda en el respaldo del banco.

-Pues claro, ¿qué creías? ¿Tanta cara tengo de tonto?- dijo Álex tocándose la barbilla.

-Se ve a distancia que eres tonto.

-Menos mal que para jugar al fútbol no tengo que hacer exámenes- opinó Álex-, aunque que sepas que para ver pases de gol y hacer algunas jugadas hay que tener algo de cabeza.

-Pues yo el sábado te vi muy apagado- lo picó Carmen.

-¿Tú viste que asistencia le di a Pablo? Yo no diría lo mismo- dijo Álex sonriente.

-Yo vi el golazo que metió él, pero en ti no me fijé mucho- dijo Carmen haciéndose la distraída.

-Pablo está en las nubes, en cambio yo- se dio aires Álex.

-Estará en las nubes porque en el suelo ya estás tú- se rió Carmen.

-Esa fue buena- reconoció Álex-. Pero no, y yo creo que los dos lo sabemos.

-No solo él, pero bueno- dijo Carmen.

-Eh, que yo si fuera él también lo estaría- dijo Álex, para ver como reaccionaba Carmen.

-¿Por?

-Marta está muy buena, ¿a que sí?

-Es muy guapa- dijo Carmen. No quería hablar de Marta, ¡quería hablar de ella!

Álex sonrió. Le molestaba. Eso era buena señal. Estaban cada vez más cerca hombro a hombro. Álex se inclinó hacia su oído, y le susurró:

-Tú también, que lo sepas.

Carmen se giró a mirar a Álex. Lo encontró muy cerca de ella. Las gafas de sol le cubrían los ojos, pero pudo ver que la estaba mirando a ella. Álex estaba cada vez más cerca. A Carmen le pasaban mariposas por el estómago. Álex estaba a un par de milímetros, hasta que sus labios se tocaron. Carmen por dentro estaba que tiraba fuegos artificiales. ¡Estaba besando a nada más ni nada menos que a Álex Pazos! Clara no se lo iba a creer. Álex besaba genial, lento, pero sentido. Cuando se separó, Álex le sonrió y se levantó.

-Que no te moleste que te hable de otras chicas, tú eres genial- dijo Álex, y dicho esto, dio media vuelta y se marchó, dejando a Carmen pasmada, sin saber que hacer o decir.

<<ME-MUE-RO>>, pensaba Carmen una y otra vez dentro de su cabeza.

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