-Vale, dime cual es y así ya lo cojo siempre- pidió Manu.
Clara le dijo a Manu la línea que llevaba a Can Barça, y tras cinco minutos de espera en la parada, los dos lo cogieron. Se sentaron en los asientos más hacia el fondo del bus, y empezaron a charlar. Clara le contó a Manu que a principios de verano consiguió convencer a sus padres de que la dejaran ir a vivir con Carmen, y que a las dos les va muy bien. Manu le contó a Clara sus inicios en el fútbol, y como fue cuando lo llamaron para ir a Barcelona. El autobús paró donde ellos querían ir y bajaron. Se dirigieron a la puerta, y los hombres que estaban en ella reconocieron a Manu, por lo que lo dejaron pasar. Antes de entrar, le indicaron el camino al despacho del presidente. Siguieron sus indicaciones y entraron tras llamar a la puerta.
El presidente estaba sentado en su mesa, trabajando con unos papeles. Al ver a Manu en la puerta se levantó a recibirlo.
-¡Manu! ¡Que alegría tenerte ya aquí! Pasad, sentaos- les hizo un gesto para que entraran-. Ya veo que te traes a tu novia contigo.
-¡No!- exclamaron los dos a la vez.
-Somos amigos- aclaró Manu-. Aún nos conocimos hoy.
-Ah, bueno, pues perdonadme, pero permitidme decir que hacéis muy buena pareja- dijo guiñando el ojo-. Pero vayamos a lo que habéis venido. Manu, mañana será tu presentación a las once de la mañana en el Camp Nou, o sea que debes estar allí a las diez.- Manu asintió-. El siguiente partido del equipo será el domingo por la tarde aquí, en Barcelona, pero supongo que no lo jugarás por falta de entrenamientos. Quizás el siguiente ya lo juegues. Tu primer entrenamiento será el lunes por la mañana, a las diez y media para ser exactos. Supongo que te integrarás bien porque tenemos una plantilla joven y los chicos son muy sociables.
-Eso espero, estoy muy contento de estar aquí- dijo Manu sonriente.
-¡Y nosotros de que estés aquí, no lo dudes! Creo que serás una gran aportación, ya que carecemos de lateral izquierdo titular- apuntó el presidente-. Y bueno, el contrato y eso lo firmarás mañana frente a las cámaras, ya sabrás como va, ¿no? Sales al campo, haces unos toques, respondes a algunas preguntas, das un discursillo y luego firmas y te vas. Fácil, creo yo.
-Sí.
-Bueno, pues quedamos así, mañana nos vemos Manu- dijo el presidente levantándose y dándole la mano a Manu-. Adiós, señorita- dijo dando dos besos a Clara.
-Hasta mañana- se despidieron los dos, y salieron del despacho, cerrando la puerta tras ellos.
-Sí que están contentos de tenerte- rió Clara.
-Me sorprendió hasta a mí- rió también Manu-. Tengo la sensación de que me va a ir muy bien aquí.
-Ya verás como sí, palabra de Clara.
Manu la miró y sonrió. Le gustaba esa chica, era alegre y sincera, justo como le gustan a él.
******
-Ya llegamos al Campus- dijo alegremente Carmen-. Ahora solo queda ir a la facultad de Mates.
-Pues tú me dirás donde está, porque yo...- rió Marta.
-Aunque no te lo creas estamos en las mismas- dijo Carmen-. Solo vine una vez a la facultad de Derecho y es la primera.
-Pues habrá que preguntar- sugirió Marta-. Por ejemplo a ese que va por ahí.
Marta señaló a un chico con pintas de empollón, que seguramente sabría donde estaba la facultad que andaban buscando.
-Sí, tiene pinta de saberlo- reconoció Carmen, y luego comenzó a llamar al chico mientras corría hacia él:-. ¡Eh, tú! ¡Espera!
El chico, el cual parecía ir en su mundo, levantó la cabeza sobresaltado, y se llevó una sorpresa al ver a dos chicas guapísimas ir corriendo hacia él.
-¿Yo?- preguntó mirando a todos lados.
-Claro, ¿ves a alguien más por aquí?- dijo simpática Carmen.
-No- respondió-. ¿Qué pasa?
-¿Podrías indicarnos donde está la facultad de Matemáticas?- preguntó Marta, la cual acababa de llegar junto a su amiga y el chico.
-Sí, claro- dijo. Carraspeó, se colocó las gafas y luego señaló en una dirección:-. ¿Veis esa con la fachada roja? Esa es.
-Graciaaas- dijeron las amigas al unísono, y echaron a correr a la facultad.
En cuanto llegaron, entraron por la puerta que según ellas era la principal. Corrieron a recepción, y allí ya les dieron toda la información que necesitaban.
******
Hoy al despertar no estabas, donde te metiste? besos
Julio suspiró. No le apetecía darle explicaciones a nadie, y menos a esa chica con la que solo había pasado una noche y no se acordaba ni de su nombre. ¿Raquel, Marlén? Ni idea. Dejó su móvil a un lado y se tumbó boca arriba en la cama. Le gustaba ser así, pero había veces en las que le gustaría volver a aquellos días en los que sus besos y abrazos eran solo para una chica, la cual todavía era dueña de sus pensamientos.
******
-Serán seis con noventa y nueve, por favor.
Se sacó un billete de cinco euros y una moneda de dos del bolsillo y se lo entregó a la dependienta. Ésta abrió la caja registradora y guardó el dinero que Álex le acababa de dar, y luego sacó una moneda de un céntimo, que Álex se guardó en el mismo bolsillo donde se había sacado el dinero de la camiseta.
-¿Le sacas la etiqueta?- preguntó, tendiéndole la camiseta a la dependienta.
La joven sacó unas tijeras enormes y le sacó la etiqueta, tal y como el apuesto chico sin camiseta le había pedido. Álex dio las gracias y se puso la camiseta, para luego salir junto a Elena de Zara.
-Como te miraba- comentó Elena.
-Todas me miran así, acostúmbrate- bromeó el futbolista.
-Claro, claro, chulito- rió Elena.
-No es ser chulito, es ser realista.
-Eres Ronaldo 2.
-Graciaas- ironizó Álex-. Vamos a comprar un llaollao, que antes de que me lo tiraras encima me iba a comprar uno.
-Te lo repito, lo sieeento. Y te debo seis con noventa y nueve- añadió.
-Y dale, que no me debes nada- repitió Álex por milésima vez.
-Pero...
-Que no me debes nada- interrumpió con una sonrisa-. No me debes ni un solo céntimo.
-Tú ganas- se rindió al fin Elena.
-Así me gusta- sonrió Álex-. Por cierto, irás a vernos el domingo, ¿no?
-Si tuviera dinero...
-Te compro yo la entrada, no te preocupes- dijo Álex tranquilo.
-No voy a dejar que gastes un solo céntimo más por mí- dijo Elena-. ¿Oíste? Ni uno.
-¿Ni uno?- preguntó Álex alzando una ceja.
-Ni uno- sentenció Elena.
-Bueeno, pues entonces ya no te invito a comer mañana conmigo- dijo Álex pasando a Elena y alejándose de ella.
Elena no se lo esperaba. ¿Comer con él? ¡Claro que comería con él! Y desayunaría, cenaría, merendaría, hasta tomaría el aperitivo con ese chico.
-¡Espera!- exclamó Elena, haciendo que Álex parara y se girara sonriente, ya que ya se esperaba esa reacción-. Puedo ir a comer contigo, pero pago yo.
-No me vale, tengo que pagar yo- insistió Álex sonriente, clavando su mirada pícara en la de Elena, la cual lo miraba fijamente. Y claro, Elena no iba a ser una excepción en cuanto a caer rendida ante la mirada del futbolista, así que acabó accediendo:
-Está bieen... Pagas tú.
-Así me gusta. Nos vemos mañana aquí a las dos- sentenció Álex, el cual se giró y echó a andar, dejando a Elena parada en medio de la calle, todavía flipando porque al día siguiente iba a comer con uno de los futbolistas más guapos del mundo.
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Ya está, últimos retoques y lista. Ya no se notaba que había estado llorando toda la noche. Bajó las escaleras y se sentó a esperar a que Nati llegara. Siempre era muy puntual, así que no le sorprendió escuchar el timbre a las cinco en punto. Fue a abrir y allí se encontró a Nati sonriente, lista para pasar toda la tarde junto a su mejor amiga.
-¿Nos vamos?- preguntó alegremente.
-Venga- dijo Paula algo triste, cerrando la puerta tras ella.
Salieron a la calle, y de allí se dirigieron al llaollao.
<<Joder, aquí solía venir con Marta>>, pensó Paula, <<siempre se pedía las combinaciones más extravagantes y yo me reía de ella llamándola cerda>>.
Aguantó las ganas de llorar, y una vez dentro, las dos pidieron.
-Yo quiero uno natural con crema de chocolate y uvas- pidió Nati.
El empleado se lo preparó y se lo tendió. Luego, le tocó el turno a Paula. Iba a rendir homenaje a su amiga, así que pidió lo más asqueroso que vio, ya que invitaba Nati...
-Yo quiero uno de mango, con coco rallado, crema de chocolate, caramelo líquido, nubes, cookies, y naranja troceada.
Tanto Nati como el empleado pusieron cara de asco, y el empleado comenzó a preparar la extraña petición de aquella chica. En cuanto se lo dio, Nati pagó los dos helados y fueron a sentarse a una mesa en la terraza.
-¿Y esa asquerosidad?- preguntó Nati señalando al helado de Paula.
-Es un helado, y bien bueno que está- respondió, diciendo tal cual decía Marta siempre.
-Ah.- Nati puso cara de asco, pero decidió no darle importancia. Decidió pensar en positivo, todo le iba bien, estaba con Paula en una heladería con Marta a cientos de kilómetros de ellas. Nada podía salir mal.
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El Porche frenó delante de una mansión. Pablo se bajó de él tras despedirse de Jesús, y fue hacia la puerta. Entró y decidió ir a relajarse un poco a su habitación. Se echó sobre la cama y encendió la enorme televisión que colgaba de la pared. Empezó a hacer zapping, pero lo único interesante que había eran los deportes de Televisión Catalana. Verónica Gutiérrez lucía maravillosa, sentada en su mesa con el portátil delante.
-Y Manu Rivas ya está en Barcelona. Llegó esta mañana, antes de lo previsto, y ya se ha pasado por Can Barça a hacer una visita, pero su presentación será mañana a las once en el Camp Nou, en directo desde Televisión Catalana.
<<La presentación del chaval es a las once, a lo mejor le viene bien que vaya a darle la bienvenida>>, pensó Pablo. <<Sí, lo mejor será ir a hacerle una visita>>.
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Entrevista terminada y aprendida. Ya estaba lista para recibir esa noche al jugador de baloncesto. Ahora le tocaba preparar un poco su visita de mañana al Camp Nou. Verónica sacó un folio de su escritorio y de su lapicero cogió el boli que se había comprado en Alemania. Comenzó a escribir algunas preguntas para hacerle al nuevo futbolista. Tras media hora de duro trabajo terminó. Perfecto. Dejó el boli en su sitio y movió un poco la mano, que se le había cansado de tanto escribir. Se levantó y se dirigió hacia la oficina del director a enseñarle la entrevista que acababa de preparar. Quería demostrarle que entendía de fútbol, así a lo mejor le mandaba hacer alguna entrevista a otro jugador de fútbol.
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El lunes empieza la facultad. Tenía que ir preparando las cosas. Sara echó un vistazo a la que sería su habitación los próximos nueve meses. Era espaciosa, perfecta para ella. Empezó a deshacer las maletas y guardó sus innumerables piezas de ropa en el armario. Luego fue el turno de sus zapatos. Unos 30 pares aproximadamente. Uno para cada día del mes, claro, ella no podía repetir. En Bilbao la reconocían por su estilo único, y en Barcelona no iba a ser diferente. Ahora solo esperaba que una cosa fura distinta, ¿sería allí la chica a la que todos los chicos quieren? El tiempo lo dirá.
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