lunes, 3 de marzo de 2014

36- Apta a perderse

A las cinco en el Campus, el único lugar de Barcelona que todas conocían. Y como no, Carmen, Clara y Marta llegaron tarde. Se saludaron todas tras echarle una mini bronca a las tres tardonas, y guiadas por Clara, Carmen y María, empezaron a conocer la ciudad. Fueron de tienda en tienda, y a las seis y media acabaron en un bar muy famoso en el centro, sentadas en la terraza. Un grupo de chicos pasó a su lado y les silbaron, ellas solo rieron. Luego, fueron a ver la Sagrada Familia. Durante toda la tarde sacaron muchísimas fotos. A las diez menos cuarto se consideraron agotadas, y se retiraron al apartamento de Marta.

Marta lo había preparado para que todas pudieran dormir juntas en su habitación y el salón estaba muy acogedor. Los últimos rayos de sol entraban por la cristalera.

-¡Pero que apartamento más bonito tienes!- dijo Elena nada más entrar.

-Muchas gracias, mérito de mis padres- rió Marta.

-Sí que es muy bonito, que envidia- dijo Sara mirando todo a su alrededor.

-Ya puedes invitarnos más a menudo eh- bromeó Cris.

-Cuando queráis- sonrió Marta.

-Ya os dije yo que era muy bonito- presumió Clara.

-Sí que lo es- añadió María.

-Clara, baja de la nube, anda- rió Carmen. Todas rieron.

Fueron a ponerse los pijamas y bajaron al salón. Pidieron dos pizzas, una de jamón, queso y champiñones, y otra de cuatro quesos. Mientras la esperaban, pusieron la televisión. El Barça- Sevilla empezaba a las diez.

-¡Deja ahí! Quiero ver el partido- exclamó Elena.

<<Y a Álex>>, añadió su subconsciente. Lo que no sabía era que la chica que estaba a su lado también quería ver expresamente al chico rizado.

Un primer plano de Manu ocupó la pantalla, mientras el comentarista hablaba emocionado de su debut.

-Sí, señoras y señores, hoy debuta el nuevo fichaje del Barça, la nueva promesa, ¿Cómo se estrenará? Todos estamos deseando ver que maravillas hace en su nuevo equipo. Hoy parte de titular, y sí, señoras y señores, ¡empieza el partido, saca el Sevilla!

-Marta, tienes un hermano guapísimo- dijo Clara mirando la pantalla.

Marta rió. Sí, Manu era muy guapo, pero a ella más le daba. El Barça enseguida le arrebató la pelota al Sevilla gracias a Jesús. De Jesús fue a Álex, que se la pasó a Manu. La primera vez que tocaba un balón con el Barça. Manu vio un hueco, se la pasó a Pablo, que enseguida la pilló, y no pudo avanzar más, porque un defensa del Sevilla se interpuso en su camino.

-Y que bien juegan, con lo jóvenes que son...- comentó Cris.

-Ya, y además de eso, guapos- añadió Sara.

-No solo guapos...- comentó Marta. Enseguida se arrepintió de haberlo dicho en alto.

-¿Y eso?- preguntó Elena burlona.

-Nada, me los presentaron, y son majos...- improvisó Marta.

Carmen aguantó la risa, y Clara exclamó:

-¡Y nosotras el otro día te vimos hablando con Pablo!

Todas se giraron a mirar a Marta.

-Bueno... Y Carmen habló con Álex también- dijo la chica.

-Yo...- interrumpió Elena-. Conocí a Álex. Me invitó a comer el sábado.

Todas abrieron la boca.

-¿En serio?- exclamó Sara-, ¡y no nos dices nada!

-Ya, bueno.

-Yo hablé con Álex el miércoles- añadió Carmen, un poco molesta de que Elena hubiera comido con el futbolista.

-Ya, pero yo...- Elena estaba empezando a hablar, cuando Marta la cortó, al ver que podían acabar discutiendo por culpa de Álex.

-¡Yo besé a Pablo!- Automáticamente se tapó la mano con ambas manos. No debía haber dicho eso.

La atención se desvió hacia ella. Seis pares de ojos se posaron en ella expectantes.

-¡AAAAH! ¡¿Y como no dijiste nada?! ¡Que callado te lo tenías!- exclamó de nuevo Sara.

-No encontré el momento- dudó Marta.

-¿Como? ¿Cuándo? ¿Donde?- preguntó Clara.

-Eh... No sé, hoy y el martes y...

-¡Dos veces!

-Calla Sara, déjale que lo cuente- cortó Cris-. ¿Pero como? Cuéntalo desde el principio.

-Que situación más incómoda...- murmuró Marta-. Pues nada, lo conocí el sábado, y tiene muy poca vergüenza, es muy así.

-Morruda, morruda, morruda- repetía Sara.

Pasaron de la tensión entre Elena y Carmen a atosigar a Marta a preguntas. Ella contestaba como podía. Al final resultó que lo más interesante hasta ese momento era la declaración de Marta.

-Pero vosotras ni una palabra- dijo Marta al acabar.

-Yaaa- dijeron todas a la vez.

Eran las once y media, y aún seguían hablando de lo mismo, pero el sonido de la televisión las interrumpió:

-¡Pablo Hernández...! ¡Gooooooooool! ¡Gol, gol, gol, gol, gooool!

Todas miraron a la televisión. Pablo sonreía mientras abrazaba a sus compañeros. Por último, a Manu, luego miró a la cámara, y le guiñó un ojo, para luego mirar hacia delante y poner cara de extrañado.

-¿Y eso que significa?- preguntó María.

-Que soy muy apta a perderme- contestó Marta sin quitar la mirada de la pantalla.

******
 
Pablo abrazó a Manu, feliz por su gol, y luego guiñó el ojo a la cámara, para luego poner cara de extrañado. Esperaba que lo entendiera, porque tonta, desde luego, no era.

35- Sshh...

El jueves y el viernes transcurrieron con normalidad. Las clases de las chicas fueron como siempre, mientras ellas se dedicaban a organizar el fin de semana. Contaban con el apartamento libre desde el sábado al mediodía hasta el domingo por la tarde. Los chicos se preparaban para el partido del sábado con normalidad, no había nervios o temor ante el equipo rival. Así, llegó el sábado por la mañana. Los chicos habían decidido ir juntos al aeropuerto, donde a las dos cogerían un avión a Sevilla. Marta se paseaba por su apartamento tranquilamente, ya vestida, mientras hablaba por WhatsApp de sus planes para aquel día. Se había puesto unos shorts vaqueros y una blusa rosita sin mangas, muy bonita, ya que todavía hacía mucho calor. El verano aún no se había ido. Manu estaba en la ducha, preparándose para el partido. De repente, llamaron al timbre. Marta se levantó a abrir, y mariposas asaltaron su estómago al ver a Pablo allí, tranquilamente, mirando su teléfono, tan guapo como siempre. Marta le abrió sin decir una palabra y él entró. A los dos minutos, escuchó el timbre de nuevo. Respiró hondo y fue a abrir la puerta. Pablo sonrió al verla. Maldito guapo.

-Hombre, hola- saludó-. ¿Está tu hermano?

-Está acabando de ducharse- respondió Marta nerviosa-, pasa y lo esperas en el sofá.

Pablo sonrió y entró al apartamento. Estaba bien, le gustaba. Fue al sofá junto a Marta y se sentó a su lado. La miró y sonrió. Ella simplemente pensaba en qué tema sacar.

-Veo que no te volviste a perder- dijo Pablo burlón.

-Bueno, iba acompañada, sino me perdería- respondió Marta.

-Te voy a comprar un mapa eh- se burló Pablo-. Me da que lo vas a necesitar.

-Los mapas no se me dan muy bien.

-Ya me imagino- rió Pablo.

-Calla tonto- dijo Marta aguantando la sonrisa tonta.

Pablo sonrió. Estaban hombro con hombro. Era más preciosa de cerca. Marta levantó la cabeza y su mirada chocó con la de Pablo. Él y su estúpida y preciosa sonrisa.

-Y aunque no te hayas perdido, ¿no has tenido ganas de verme?- dijo Pablo bajando la voz.

-Eh...- Marta dudó. ¡Vaya sí tuvo ganas! Pablo no era como Julio, que te lo encontrabas hasta debajo de las piedras, pero ojalá fuera así.

-Me tomaré eso como un sí- dijo Pablo. Mierda, su sonrisa a escasos centímetros de ella. No podía aguantarlo.

-¿Y...- tragó saliva-, que te hace pensar eso?

-La forma en la que tartamudeas...- Otra vez no-. Te delata, ¿sabes?

-Yo no...

-Sshh...

Pablo redujo la distancia a cero. otra vez la estaba besando. Y joder, como le gustaba. Pablo besaba suavemente. Cortos pero dulces besos. Marta no pudo evitar pensar a cuantas más había besado. Que más daba, ahora mismo la estaba besando a ella, no a otra. Un crujido hizo que Marta se separara de golpe de Pablo. Manu estaba bajando las escaleras. Por suerte, no vio nada. Pablo sonrió al ver a Marta.

-Hola, ¿cuándo llegaste?- preguntó Manu al ver a Pablo.

-Hace nada, no te preocupes, ¿vamos?- respondió el catalán.

-Claro.- Manu cogió sus cosas y  su chaqueta-. Adiós Marta.

Marta le devolvió la despedida mientras Pablo se levantaba del sofá.

-Hasta pronto- le dijo con una sonrisa burlona, y junto a Manu, se marcharon, cerrando la puerta tras ellos. Marta dejó escapar un fuerte suspiro. Puto Pablo.

******
 
-Clara, yo creo que con mensajes diciendo que te desbloquee, cuando ni siquiera se los puedes mandar, pierdes el tiempo- dijo Carmen mientras se comía una pera.
 
-Me desahogo- respondió Clara enfurruñada mientras tecleaba rápidamente insultos en inglés-. Aparte, ya podías enviárselos tú por mí.
 
-¿Y que me bloquee a mí? ¡Ni de coña! Para que vaya su mejor amigo a insultarme, con lo bueno que está, búscate a otra- dijo Carmen.
 
-Pues ya le pediré hoy a alguna que me eche una mano. Egoísta- dijo Clara echándole la lengua.
 
Carmen aguantó la risa. Si es que lo suyo con Marc Adams era obsesión de las puras.
 
******
 
-Sí, mamá, las clases están yendo genial... Sí, ya tengo amigas, de hecho quedamos hoy... Ya tengo un calendario de estudios, y sé cuando tengo que estudiar... ¡Todas estas tardes he estudiado!... ¡Que no soy una niña!
 
Sara se desesperaba con su madre. Que pesada por favor. Todo el día diciéndole lo que tenía que hacer. ¡Pues no! Ahora ella estaba en Barcelona, lejos de ella, y era completamente independiente. Esa tarde quedaría, ya llevaba estudiando todas las tardes y no pensaba malgastar su sábado en eso, sobre todo teniendo los planes que tenía.
 
******
 
 Última calada y pitillo terminado. Lo tiró al suelo y lo pisó. Era el tercero que se fumaba hoy, y tan solo era la una. Ay si ella lo viera en este momento, que bronca le echaría...
 
-Manu, me debes una.- Marta caminaba sola por las calles de su ciudad mientras hablaba por teléfono con su hermano.
 
-Lo sé, lo sé, pero porfa, cómprame los tenis- pidió Manu al otro lado de la línea.
 
-Vale, vale, pero qué vergüenza, ir a comprar yo sola unos tenis de tío un sábado...- se quejó Marta.
 
-Ya te pagaré esta, venga, me tengo que ir, adiós- se despidió, y colgó, antes de que Marta pudiera quejarse de nuevo.
 
<<Genial. Gracias Manolo>>.
 
Marta siguió caminando, y sus pensamientos fueron a parar a la noche anterior. Julio la había llevado a regañadientes a casa, y al llegar allí, apenas la dejó marchar. La había vuelto a besar, y como le gustaba que la besara así. Al final se marchó, y no volvió a saber nada de él.
 
Marta llegó a la calle donde se encontraban las mejores tiendas. Fue a la de calzado deportivo y entró. Y oh no, allí estaba Iván acompañado de Eloy, y si ellos estaban allí, seguro que Julio andaba cerca. No podía irse, ellos ya la habían visto, y con una sonrisilla, escribieron un mensaje rápidamente. Marta los ignoró y se dirigió al mostrador. Preguntó por las zapatillas que quería su hermano y les dijo el número. En seguida se las dieron y pagó. Salió de la tienda ignorando a los dos chicos y decidió ir a mirar algo de ropa. Antes de entrar a las tiendas se aseguró de que Iria y las demás no andaban por allí. Cuando iba a entrar a Zara, alguien le agarró de la muñeca y tiró de ella hacia atrás haciendo que se girara. Otra vez esos ojos azules tan bonitos.
 
-Hola- saludó él con una sonrisa.
 
-Eh... Hola- saludó ella.
 
-Pensé que no ibas a bajar.
 
-Mi hermano me pidió que le comprara unas zapatillas.
 
-¿Entonces ahora estás libre?
 
-Eh... Sí.
 
-Genial, vamos- dijo Julio.
 
-¿A dónde?
 
-No lo sé- respondió Julio sonriente.
 
-¿Entonces?
 
-Entonces nada, estás conmigo y ya, tenía ganas de verte, ayer fue increíble- dijo Julio clavando sus ojos azules en ella.
 
Marta se puso roja como un tomate.
 
-Yo... Yo también tenía ganas de verte.
 
Julio sonrió. ¿Pero que coño le hacía esa chica? ¡Él nunca tenía ganas de ver a nadie! Dijo lo primero que le salió del alma, y en ese momento, lo que más quería era estar con ella.

domingo, 2 de marzo de 2014

34- O simplemente quieres verme

-Paula, vete a la mierda- dijo Nati roja como un tomate.

Paula rió. Las dos estaban en la alameda, sentadas justo en el mismo banco donde Paula se había sentado con Marta el día que se enfadaron. Acababan de ver a Julio pasar con Eloy, con una expresión triste. Las había mirado de reojo, pero no les había hecho ni caso. Detrás, vieron venir a Lucas acompañado de Sergio.

-Mira, ahí está el tuyo- se la devolvió Nati.

-De mío nada, ve a rascar el culo por ahí- rió Paula.

Lucas sí las miró, y sí se acercó a ellas.

-Paula, ¿podemos hablar un momento?- preguntó al llegar junto a ellas.

Nati sonrió mirando a su amiga. ¡Lucas quería hablar con ella! Pero no tenía ni idea de que...

-Claro- dijo Paula.

Se levantó, y junto a Lucas se apartaron del banco.

-¿Hablaste con Marta?- preguntó Lucas.

-Sí, pero ni caso- respondió Paula-. Es una pena, ella también lo quería a él.

-Lo sé- dijo Lucas rascándose la nuca-. Julio lo está pasando mal desde el sábado. Me llamó llorando y todo.

-¿Julio llorando?- Paula estaba realmente sorprendida.

-Sí, y no es la primera vez desde que Marta y él rompieron- dijo Lucas-. Lo cambió. Muchísimo.

-Ella también lloró, y mucho. Me costó mucho consolarla, pero ahora está bien- dijo Paula-. Solo que el problema está en que no quiere saber nada de Julio.

-Normal. Yo tampoco querría, pero no sé, me costaría.

-Si de verdad quieren arreglarlo tendrán que hacerlo ellos, no nosotros, lo único que podemos hacer es ayudarlos- dijo Paula.

-Y yo por lo menos, lo haré- dijo Lucas-. Bueno, ya hablaremos. Adiós.

Se despidió de Paula, y ésta volvió con Nati.

-¿Que te dijo?- preguntó ella sonriente.

-Nada, me preguntó que tal...- mintió Paula.

Es que no le iba a contar la verdadera razón del plantón de Julio en aquella fiesta.

******
 
-O sea que Derecho. Está bastante bien- dijo Álex sonriente.
 
-Muchas gracias, lo tuyo de futbolista también- respondió Carmen.
 
Álex no podía evitar sonreír en la compañía de esa chica. Era muy alegre, y habladora, y por lo visto, tímida no.
 
-Hombre, si ser futbolista de talla mundial no está bien, dime tú que está- presumió Álex.
 
-Chulito- dijo ella sonriendo.
 
-Lo justo.
 
Siguieron hablando, descubriendo lo genial que era el otro, mientras, detrás de ellos, Pablo picaba de mil y una maneras a Marta.
 
-Siendo como eres, como para no salirte con la tuya- dijo Marta.
 
-¿Siendo como?
 
<<Mierda, Marta, callada estabas más guapa>>.
 
-Yo que sé, así- respondió ella.
 
Pablo la miró. Sí que la ponía nerviosa, ni falta le hacía preguntárselo.
 
-Me gusta ser así entonces.
 
-Se nota.
 
Pablo sonrió de nuevo.
 
-A ti también te gusta por lo que se ve- dijo él.
 
<<Otra vez no, deja de ponerme en situaciones incómodas>>.
 
-Ya te gustaría.
 
-Es lo que es- Pablo dijo soriente.
 
-Me pones de los nervios.
 
-Acabas de admitir que te pongo nerviosa- dijo Pablo triunfante.
 
-¿Que? No, no lo decía en ese sentido, y...
 
Pablo rió. Justo en ese momento acababan de llegar al edificio de las chicas.
 
-Llegamos- señaló Álex.
 
-Bueno, gracias por acompañarnos- dijo Carmen.
 
-Un placer- sonrió Álex.
 
-Gracias- añadió Marta.
 
Álex sonrió mirando hacia ella, que estaba al lado de Pablo. Sí que hacían buena pareja.
 
-De nada- dijo Pablo con una sonrisa burlona.
 
-Bueno, adiós chicas- se despidió Álex-, hasta otro día.
 
-Adiós- se despidió Carmen sonriente.
 
-Adiós Carmen- se despidió Pablo, y luego, le dijo a Marta:-. Ya sabes, si te vuelves a perder, o simplemente quieres verme, llámame.- Le guiñó un ojo, y junto a su amigo de rizos, echaron a andar por las calles de Barcelona.
 
******
 
María estaba feliz. Por primera vez desde hace mucho tiempo, tenía planes para el fin de semana, y formaba parte de un grupo de chicas a las que les daba igual su físico, y que aún por encima eran simpñaticas, alegres, y amables con ella. Estaba feliz. No podía aguantar los dos días que quedaban. Compras, y fiesta de pijamas sonaban genial. Dos días no eran nada, venga.
 
 ******
 
Verónica se estaba comiendo un helado de chocolate como postre. Todavía tenía en la cabeza lo que Álex le había dicho. ¿Zorra ella? Todo menos eso, las zorras al monte, o zorras las tías con las que él se acostaba. Y Pablo que seco, seguía preguntándose quien era la persona a la que le sonrió y guiñó el ojo el domingo. Lo que ella no sabía era que en ese mismo momento, Pablo estaba guiñándole el ojo a esa misma persona, y que esperaba volver a verla pronto.

33- ¿Por qué tartamudeas?

La mañana transcurrió tranquila. Las clases empezaban a ponerse serias y en el entrenamiento todo era optimismo ante el partido del sábado. Aunque tanto Álex como Jesús notaron a Pablo más distraído de lo normal. Le contaron a Álex lo ocurrido el día anterior, y él se alegró bastante. Aunque se notaba que Pablo chutaba por chutar, hacía los ejercicios lentamente, como si estuviera en otro lado, y realmente lo estaba.

Manu también se dio cuenta. Pensó en que su hermana también estaba extraña ayer, es más, había llegado tarde a casa y no le había dicho nada.

Al acabar el entrenamiento, cada uno se dirigió a su casa, excepto Álex y Pablo. A ninguno les apetecía cocinar, y decidieron ir a comer algo fuera. Pasearon por el centro y llegaron a un restaurante al que habían ido varias veces y les había gustado. Decidieron comer allí.

******
 
-Ya tenemos que hacer muchísimas tareas- dijo Sara metiéndose un trozo de bistec en la boca.
 
-Ya, y yo a ver cuando las hago- añadió Clara.
 
-Bueno, nosotras ya tenemos bastante que estudiar- dijo Marta.
 
-¡Es que los profesores explican muchísimas cosas de golpe!- exclamó Cris.
 
-Pues si llevan eso los tres primeros días no me quiero imaginar a final de curso- pensó Elena en alto.
 
Todas estuvieron de acuerdo. La universidad no se parecía en nada al instituto, pero igualmente, les encantaba.
 
-Una cosa- dijo Carmen-, ¿hacemos algo este fin de semana? Como es el primero, celebramos haber empezado el curso y como no, habernos conocido.
 
-Genial, yo tengo que conocer la ciudad, que vine aquí la semana pasada- dijo Cris.
 
-Os la enseñamos nosotras, que para eso somos de aquí- dijo Clara sonriente.
 
-Perfecto.
 
Siguieron hablando sobre que podían hacer, hasta llegar a la noche.
 
-Jo, y para volver de noche va a ser un rollo ir separadas- dijo Sara.
 
-Una cosa, este sábado mi hermano juega en Sevilla, por lo que queda el apartamento para mí sola hasta la tarde- dijo Marta-, ¿por qué no vamos allí?
 
-¡Sí, que me encanta tu apartamento!- exclamó Clara.
 
-Pero que pena que Manu no esté, con lo majo que es- dijo Carmen.
 
-No te preocupes, que hay Manolo todo el año.- Todas rieron.
 
-Bueno, pues entonces decidido, ¿no?- dijo Sara.
 
-Sí- dijo María, que todavía era muy tímida con ellas.
 
-¡Al apartamento de Marta!- exclamó Elena.
 
Todas rieron de nuevo, y, entre risas, terminaron su comida.
 
******
 
Al acabar de comer las chicas se separaron de nuevo. Cada una fue a su casa, excepto Clara y Sara, que tenían otra clase a esa hora. Marta y Carmen se fueron juntas, mientras charlaban un rato.

-Pues este fin de semana va a ser genial- comentaba Carmen-. Que bien nos lo vamos a pasar.

-Ya, aparte con la de cosas que vamos a hacer... Tengo que ir haciendo sitio.

-Claro, y nosotras te ayudamos, no vamos a dejar que lo hagas todo tú.

-Tampoco es tanto, pero gracias- dijo Marta sonriente. Estaba contenta de estar integrándose tan bien en Barcelona, ella esperaba más dificultad a la hora de hacer amigas.

-No es nada mujer, y... Ostia- dijo Carmen abriendo los ojos.

Marta miró hacia la dirección donde había mirado ella. También abrió los ojos, solo que sus expresiones eran muy distintas.

<<Pablo>>.

-Que guapos- dijo Carmen.

Pablo y Álex caminaban sonrientes, justo enfrente de ellas. No parecieron darse cuenta de su presencia, hasta que Pablo levantó la cabeza y sonrió al ver allí a Marta, mirándolo, a él.

-Álex- cortó a su amigo-. Tío, es ella.

Álex también miró. Las chicas seguían caminando, pero más despacio.

-Vamos a saludarlas- dijo el de rizos-. Quiero conocerla, a ella, y a su amiga.

Los dos chicos caminaron hacia ellas, y justo cuando se cruzaron, Pablo dijo:

-Adiós eh.

Marta se giró. Tenía la barriga llena de mariposas.

-Eh... Adiós.

Álex sonrió, al igual que Pablo.

-¿Os conocéis?- preguntó Carmen sorprendida.

-Sí, ¿no te dijo nada?- preguntó Pablo sin apartar la mirada de Marta.

-No, no encontraría el momento. Por cierto, soy Carmen- dijo ella tranquila.

-Encantado, yo Pablo.

-Y yo Álex- dijo el ruloso con una sonrisa. Le gustaba esa chica.

-Y bueno, Álex, Marta, Marta, Álex- presentó Pablo.

Marta le sonrió. Estaba en una escena más que incómoda para ella. Pablo ya la ponía nerviosa de por si, para que aun por encima no le quitara la mirada de encima, y por otro lado, Carmen hablando como si nada con ellos.

-¿Ya os vais?- preguntó Álex.

-Sí, bueno, venimos de comer y ya nos íbamos a casa- respondió Carmen. Pero que guapos eran los dos.

-Y bueno, ¿sabéis ir solitas o necesitáis guía?- preguntó Álex. Si es que era ligón, pero ligón.

Carmen sonrió, y a pesar de conocer Barcelona como la palma de su mano, dijo:

-Seguro que nos perdemos, un guía no vendría mal.

Marta la fulminó con la mirada. Genial, ahora Pablo a su lado hasta su casa. Como ayer. Aunque no dijo nada, claramente a Carmen le gustaba Álex.

-Pues me dices donde es, y os llevamos- dijo Álex.

Carmen dijo la calle. Pablo se dio cuenta de que eran vecinas, y echaron a andar. Álex y Carmen iban al lado, hablando, y unos pasos más atrás, Marta y Pablo. Marta lo miraba de reojo disimuladamente, y él a ella, la única diferencia era que él a ella la miraba normal, no le importaba que Marta se diera cuenta. Una manzana más adelante, se inclinó hacia ella y le dijo, de modo que solo ella escuchó:

-¿Y no me vas a decir nada?

-¿Y qué quieres que te diga?

Pablo sonrió burlón.

-¿Te pongo nerviosa?

-¿Que? No...

-¿Entonces por qué tartamudeas?

Pablo era muy seguro de si mismo. Demasiado. Y aunque odiara admitirlo, eso le encantaba.

-Eh... Yo no tartamudeo- respondió ella.

-Lo acabas de hacer- dijo él triunfante.

-¡Que va!- La voz le salió más chillona de lo que esperaba.

Pablo caminaba con la cabeza alta y las manos en sus pantalones negros.

-No que va- dijo él-. Tranquila, que yo te creo eh.

-¿Podemos cambiar de tema?- preguntó ella.
´
Él sonrió. Miró a Álex. Que bien le iba, ¿pero no había otra? Da igual, él era así.

-Eso es que sabes que tengo razón- dijo al fin-. Pero si quieres, claro, ¿de que quieres hablar?

-Siempre te sales con la tuya, ¿no?

-Ya lo has podido comprobar- dijo él sonriente.

Marta no pudo evitar sonrojarse. Sabe Dios a qué se refería, pero no quería ni saberlo. Su cabeza, sin quererlo, fue a parar a Julio. No se parecía en nada a Pablo. Eso sí, los dos conseguían ponerla de los nervios.

32- Sanando heridas

Julio aparcó la moto delante de una gran casa. Era blanca, rodeada por un jardín. Estaba entre lo que consideramos casa y mansión.

-Llegamos- dijo él.

Marta abrió los ojos y vio la casa. Se quedó maravillada ante ella.

-¿Vives aquí?

-Por desgracia sí. Vamos- dijo él bajando de la moto.

Marta quería preguntarle por qué por desgracia, pero decidió que era mejor callarse. Julio abrió la puerta y entraron. El interior era muy bonito. Todo estaba decorado con lo que parecían muebles caros, pero sin embargo, la casa se veía muy fría.

-Mis padres no están, no preguntes por qué, porque no lo sé. Nunca están- dijo Julio.

Marta asintió y miró la casa. Un gran sofá blanco habitaba en el centro, enfrente de una gran televisión.

-Siéntate, si quieres- dijo Julio.

-Antes te tengo que poner algo en esas heridas- dijo Marta.

-No hace falta, estoy bien...

-Julio, se te van a infectar. ¿Tienes betadine, o vendas, o alcohol, o algo?

-Marta, en serio- era la primera vez que se dirigía a ella por su nombre, y la verdad es que le hizo sentir bien-, no hace falta...

-Sí que hace.

Julio suspiró, dándose por vencido, y subió un momento, para bajar con un botiquín.

-Tienes ahí las cosas.

-Vale, ahora a ver donde tienes heridas.

Julio tenía la ceja y el labio cortados. Marta le mandó sentar en el sofá y mojó un trozo de algodón en betadine para luego posarlo sobre su labio. Él gritó.

-Para, escuece- dijo él quejándose.

-Para que se te cure- dijo ella, dando suaves toquecitos con el trozo de algodón en su labio.

-Para- susurró él.

-No.

Marta terminó de curarle el labio, y pasó a su ceja. Él se volvió a quejar.

-Cabrona.

Marta esbozó una pequeña sonrisa y siguió con su tarea. Cuando hubo terminado, dijo:

-Ahora las demás, ¿dónde tienes?

-En la espalda y en el brazo.

-Vale, sácate la chaqueta.

Julio obedeció. Se deshizo de la prenda negra, quedando con una camiseta blanca de manga corta, que todavía tapaba sus heridas.

-Ahí no tienes nada- dijo Marta-. Te curo la de la espalda-. Quítate la camiseta.

Julio sonrió y se levantó la camiseta, para sacársela, dejando al descubierto un cuerpo trabajado. Marta lo miró, y Julio volvió a sonreír al darse cuenta.

-Sé que te gusta- se burló.

-Eso es mentira.

-Sabes que no- susurró.

Julio se sentó en el sofá y se acercó a ella. Juntó sus labios con los de ella y colocó los brazos de Marta alrededor de su cuello. A continuación, agarró sus muslos y la sentó en su regazo, haciendo que ella rodeara su cintura con las piernas. Seguían con el beso. Julio jugaba con las puntas de su pelo entre los dedos.

-No sé que me haces, Marta, pero no puedo evitarlo- susurró a milímetros de sus labios.

Ella no dijo nada, y volvieron a juntar sus labios. ¿Ella le hacía algo a Julio? Imposible. Julio colocó sus manos en la cintura de Marta y las paseaba por su espalda. Ella jugaba con su pelo. Pensó de nuevo en lo que dijo Julio. ¿Y lo que le hace él a ella que? Cada vez que él se le acercaba se bloqueaba, hacía lo que él quería. Alba tenía razón. A Marta le gustaba Julio. Y mucho. No podía seguir dejándole el control a él. Ahora le tocaba a ella jugar. Con una mano, buscó por el sofá el trozo de algodón mientras que con la otra acariciaba la espalda de Julio en busca de una herida. Cuando encontró ambas cosas, puso el trozo de algodón sobre su herida haciendo que él gritara de nuevo y se separara de ella.

-Serás hija de puta- susurró con una sonrisa.

Ella rió. La sonrisa de él aumentó. Su risa era tan perfecta como ella. Le gustaba. Sus manos seguían sobre su cintura.

-Te lo mereces- dijo ella.

-¿Qué hice yo ahora?

Marta se encogió de hombros.

-Déjame curarte la espalda.

-No. Escuece.

Marta volvió a poner el algodón sobre su herida y él volvió a gritar.

-¿Prefieres así?- preguntó ella sonriente. Ahora ella tenía el control.

-No, no, venga, dale a la espalda- dijo Julio separando su espalda del sofá. Ella se sentó a su lado y lo obligó a sentarse de lado. Pasaba el algodón por sus heridas mientras él murmuraba alguna palabrota. Al fin terminó, por suerte para Julio, y éste se giró.

-Te debo una- dijo guiñando el ojo.

-No hace falta- dijo ella guardando las cosas en el botiquín pensando como sería capaz Julio de devolverle la faena.

-Sí hace- él sonrió y se acercó a ella.

Sus miradas conectaron de nuevo, y sus labios volvieron a unirse, cumpliendo el deseo de ambos mientras la luz del atardecer se colaba por las ventanas.

******

Llegó el miércoles. Un nuevo día de entrenamiento, y de Universidad. Marta caminaba pensativa por Barcelona, camino de sus clases. Los miércoles, ella tenía su clase, junto a Cris, antes que el resto, por lo que ellas se encontrarían en la puerta de la facultad. Al llegar, vio a la joven de ojos azules esperarla sonriente. Se saludaron con dos besos y entraron en el Campus. Mientras de dirigían a su clase, iban charlando, conociéndose mejor. Marta no dijo ni una palabra de Pablo, prefería guardárselo. Llegaron a su clase y esperaron a que llegara el profesor. Cuando éste lo hizo, la clase comenzó.

******
 
Pablo estaba ya en la Ciudad Deportiva del Barcelona. Faltaba media hora para empezar el entrenamiento, y no había nadie, pero ese día se despertó antes de lo normal y decidió ir antes. No le apetecía nada quedarse en casa. Ayer había hablado con Jesús, y su amigo tenía razón, tenía que ser él mismo, y punto, total, era solo una chica, y él podía tener a quien quisiera. ¿O no?