domingo, 13 de octubre de 2013

8- Por casualidad

-Pues mi hermana bien, ¿por qué?- preguntó Manu, sorprendido ante la pregunta de Pablo.

-No, por nada, por saber- se excusó Pablo. Sabía salir muy bien de aquellas situaciones-. Pero por decir algo.

-Ah, bueno, pues empieza el lunes la Universidad- comentó Manu.

-¿Qué estudia?

-Matemáticas.

<<Guau>>, pensó Pablo, <<guapa y con cabeza>>.

-Está bien.

-No te lo esperabas, ¿a qué no?- preguntó Manu, que pareció leerle el pensamiento al catalán.

-Pues no, pero está bien- reconoció Pablo-. Eso es que no es tonta.

-Pues no, pero ojalá fuera algo más tonta.

Pablo rió un poco.

-¿Por?

-Porque así me serían más fáciles las cosas- respondió Manu-. Podría sacarle más cosas.

-Ya. Yo tengo un hermano- comentó Pablo-. Tiene tu edad.

-¿Sí? ¿Cómo se llama?- preguntó Manu.

-Javier, bueno, Javi- contestó Pablo-. Está haciendo el último año en el instituto.

-Sí, ya me imagino- dijo Manu.

-¿Sabes? Eres jovencísimo- comentó Pablo-. Si a esta edad te va así, no te digo dentro de 10 años.

-No exageres, estás tú mucho mejor- le quitó importancia Manu.

-Que va, además, pero yo tengo dos años más, y yo a tu edad jugaba en el Barcelona B- dijo Pablo.

-No le quites importancia. Eres de los mejores del mundo y solo tienes 19.

Pablo sonrió. Le gustaba ese chico. Le caía bien. Y pegaba con su hermano, Tal para cual.

******
 
-¿Jugamos a la Wii?- preguntó Carmen sacando tres mandos de un cajón.
 
-¡Síi!- exclamaron Marta y Clara a la vez.
 
-Vale, ¿qué juego?- preguntó de nuevo la primera.
 
-Mario Bross. De tres mola- respondió Clara.
 
-Sí, que me encanta ese juego- añadió Marta.
 
-Pues venga.
 
Carmen cogió la caja del juego, cogió el disco y lo introdujo por la ranura. El juego empezó a cargar y a los dos minutos ya estaban jugando. Carmen era Mario, Clara la setita amarilla, y Marta era la setita azul. Empezaron de cero. Superaron niveles entre risas y bromas.
 
-¡Eh! ¡Deja de saltar sobre mi cabeza para subir ahí!
 
-¡Pero es que si no no llego!
 
-Ya, ¿y yo ahora como subo?
 
-¡Métete en la pompa y luego te sacamos arriba!
 
-Vale. Hecho. ¡Sacadme de aquí!
 
Así estuvieron toda la tarde. Se lo pasaron en grande, y poco a poco, fueron haciéndose cada vez más amigas.
 
******
 
<<Está tardando mucho en contestar. ¿Eso es bueno o malo? Malo. Pero está sonriendo. ¿Qué hago? ¿Digo algo? ¡No! Que responda él. ¡¿Pero por qué no lo hace?! Ay Dios, tierra trágame>>. Elena se estaba desesperando. Tenía a Álex delante, mirándole, sonriente.
 
-No le des vueltas- dijo Álex al fin-. Sé que acabaré siendo tu favorito.
 
Y dicho esto se tumbó boca arriba en la hierba, con esa sonrisa pícara suya que tan locas volvía a las chicas.
 
Elena respiró tranquila, pero a la vez intranquila. Repasó mentalmente las palabras de Álex. "No le des vueltas. Sé que acabaré siendo tu favorito". ¿Era otra indirecta? ¿O qué? Arj, qué difícil era todo.
 
Álex disfrutaba viendo a Elena comiéndose el coco. Sabía que sus palabras habían causado eco en su cabeza, y que estaba repasándolas mentalmente. Ahora a ver qué contestaba. A ver, que tonta no era.
 
Elena quería responder, solo que quedaría un poco mal hacerlo después de tanto tiempo sin hablar. Así que se tumbó junto a Álex y ella también miró al cielo. Estaba despejado. Se escuchaba a los pájaros cantar. Miró a su izquierda. Álex descansaba tranquilamente, mirando lo mismo que ella. Puf, ¿por qué siempre tenían que ser así? ¿Tener siempre ellos la sartén por el mango?
 
******
 
Querido diario:
Hoy en clase se han reído de mí. Antonio el repetidor me ha llamado fea. No lloré, hoy conseguí aguantar. Hoy en casa se lo conté a mamá, y ella me dijo que yo soy guapa, que ellos solo me tienen envidia, pero yo sé que solo lo dice para que me sienta mejor. Sé que soy la más fea de la clase, pero ya me está empezando a dar igual. Mamá dice que eso es madurar. ¿Será cierto? Preferiría que maduraran los de mi clase y dejaran de llamarme fea, a madurar yo y aprender a superar que me lo llamen. Menos mal que tengo a Laura. Ella siempre está ahí para mí. Le da igual que yo sea fea o no. Y le da igual que yo no sea de las más populares. Ella es una verdadera amiga. No sé que haría sin ella.
 
María cerró de golpe el diario que era suyo a los trece años. No quería leer sobre Laura. No quería recordar esos momentos junto a ella que jamás volverían. No. Y también era hora de dejar atrás esos complejos y salir a la calle como chica que es. Se vistió con su ropa favorita, esa que le había regalado su madre por su cumpleaños. Se peinó, se hizo la raya y luego se colocó las gafas. Iría a dar un paseo con la cabeza bien alta, para demostrarle al mundo que hasta un patito feo puede ser un cisne. A su manera.
 
******
 
Sábado por la tarde... ¿Qué puede hacer una chica nueva en una ciudad un sábado por la tarde? Sara decidió que saldría a dar una vuelta por Barcelona, ¿qué otra cosa podía hacer? Fue hacia su armario y sacó unos vaqueros rasgados y una camiseta de tirantes, ya que ese día hacía calor. Se dejó su pelo suelto y se calzó unas Vans del mismo color que la camiseta. Cogió su bolsito y salió. La calle estaba ajetreada. Gente iba y venía. Había de todas las edades, desde señores que hacían su paseo diario, hasta niñas de 12 años que empezaban a quedar con sus amigas. Comenzó a caminar. Vio algunas de sus tiendas favoritas de ropa. Intentó memorizar su posición para ir más a menudo. Echó una ojeada en todas ellas, y siguió paseando. Llegó hasta un parque, donde decidió sentarse un rato a descansar.
 
******
 
El teléfono de su oficina sonó ruidoso. Verónica descolgó al momento.
 
-¡Verónica! Vi tu trabajo hoy en la presentación de Manu. Estuviste genial.
 
-Gracias, jefe, espero que le haya gustado.
 
-¿Que si me ha gustado? ¡Me ha encantado! Por eso quiero que vayas mañana al partido del Barça e intentes entrevistar a algún jugador. De estos jovencitos, ¿sabes? Estilo Álex Pazos, Jesús Vázquez o...
 
-¿Pablo Hernández?- interrumpió la guapa periodista.
 
-¡Sí! Veo que estás en todo. Entonces, ¿podrías ir?
 
-Claro, yo encantada- respondió Verónica.
 
-Perfecto, pues así. Mañana en el Camp Nou.
 
******
 
Paulaaaa<3 hoy vamos a una fiesta en casa de Ivan? Venga, anímate, lo pasaremos bien ;) Besis
 
¿Una fiesta? La verdad es que le apetecía salir, divertirse y olvidarse un poco de todo. Sí, lo mejor sería ir. Total, era sábado, podía hacer lo que quisiera. Sí. Iría.
 
Ey Nati, sí que voy, pasas a por mi a las ocho y media? besos
 
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-¡La madre que la parió! ¡Me quedaba solo una vida y lo mejor que se le ocurre es tirarme por un barranco!- exclamó Clara, mientras Marta y Carmen reían a carcajadas-. ¡No es gracioso!
 
-¡Sí lo es!- dijeron las otras dos jóvenes riendo.
 
En la pantalla aparecieron los personajes de las tres, mientras a Clara le daban cinco vidas más. Ya llevaba diez continuaciones y acababan de empezar el nivel 2.
 
-Pero mira que eres mala- se burló Carmen.
 
-Sí, malísima, es muy normal coger a una persona a caballito y luego arrojarla al vacío- ironizó Clara.
 
-No seas exagerada- intervino Marta, aún riendo-. Sabes que fue muy gracioso.
 
-Tiene razón- apoyó Carmen a carcajada limpia.
 
-Bueno, pues venga, vamos otra vez aquí, ya veréis que risa- retó Clara agarrando su mando correctamente y poniéndose en posición de jugar.
 
-Pues venga- dijo Carmen.
 
Las tres empezaron el nivel. Clara intentó repetir la jugarreta anterior de Carmen, pero no lo consiguió, es más, ésta vez la tiró Marta por el barranco. Clara pegó un brinco, enfadada.
 
-¡Joba! ¡Sed más amables!

 
En la pantalla seguían Mario y la seta azul, mientras la amarilla parecía flotando en una pompa, en dirección a los otros dos personajes.
 
-Capullas- dijo cuando Marta explotó su pompa.
 
Marta y Carmen rieron de nuevo. Les encantaba hacer rabiar a Clara. Jugaron unos quince minutos más, hasta que dieron por terminada su sesión de Mario Bross. Las tres se sentaron en el sofá blanco de la casa de Clara y Carmen.
 
-¿Qué os parece si esta noche salimos?- sugirió Carmen.
 
-Genial- dijeron Clara y Marta a la vez.
 
-Bien, porque me sé una discoteca buenísima y...- empezó a explicar Carmen.
 
-¿Y desde cuando sabes tú de discotecas?- interrumpió Clara.
 
-¿Te acuerdas de Fernando, el que iba en nuestra clase?- Clara asintió-. Él me la sugirió. Bueno, ¿puedo seguir? A ver, podemos entrar por un precio barato y es buena, allí va toda la gente importante de Barcelona.
 
-Cuidado eh, la gente más importante- imitó riendo Clara.
 
-Cállate, tonta- mandó Carmen-. Bueno, pues iremos sobre las ocho y media, nueve, ¿vale?
 
-Vale.
 
******
 
Pablo pagó al camarero la comida de los dos, a pesar de que Manu había insistido en pagar él lo suyo. Los dos salieron del restaurante, y ya en la calle, Pablo dijo:
 
-Bueno, yo me tengo que ir yendo. ¿Te acompaño a casa?
 
-Sí, porfa, que no sé dónde está- rió Manu. Le dio la dirección y los dos echaron a andar. Empezaron a hablar, tal y como lo llevaban haciendo todo el día, hasta que llegaron al edificio donde vivían Marta y Manu.
 
-Guau- dijo Pablo al verlo-. No andáis mal de dinero, ¿eh?
 
-Pues no, está bastante bien- dijo Manu, contemplando junto a Pablo la fachada de su edificio.
 
-Bueno, pues nos vemos mañana- comenzó a despedirse Pablo.
 
-Sí, hasta mañana, se despidió también Manu. Fue hacia la puerta y se sacó la llave del bolsillo. Abrió el portal y entró, mientras Pablo echaba a andar por las calles a buscar su coche.

 ******
 

María paseaba sin rumbo por Barcelona. Pensó en que lo mejor que podía hacer era relajarse en su sitio favorito, ese donde su padre la llevaba siempre al salir del colegio. Se dirigió hacia un parque, y caminó en dirección a su destino.
 
Sara contempló a una chica de gafas, bajita, que caminaba rápidamente, y la vio llegar junto a unos arbustos. Curiosa, la siguió con la mirada.
 
María buscó un pequeño sitio para pasar entre los arbustos, y cuando estuvo en el otro lado, sonrió al ver lo que tenía delante.
 
<<¿Se ha metido entre los arbustos? ¿Pero que hace>>, se preguntó Sara. Se levantó del banco en el que descansaba y fue en dirección de la chica de gafas.
 
María contempló ante sí patos que nadaban alegremente en un pequeño estanque, del cual muy poca gente sabía de su existencia. Sonrió, y se sentó en un banco de piedra junto al estanque para contemplarlos. Y, sonrió, ante los recuerdos que ese pequeño estanque le daba.
 
Sara llegó junto a los arbustos. Entró justo por donde la chica de antes entró y cuando llegó al otro lado, se quedó maravillada al ver el estanque, pero la chica que lo contemplaba se llevó una sorpresa tremenda.
 
¿Pero quien es esa chica? ¿Y que hace en el estanque al que su padre le llevaba tantas veces de pequeña?
 
-¿Qué es esto?- preguntó la intrusa-. Es precioso.
 
-Es... Es... Un... Estanque- consiguió decir al fin María.
 
-Me encanta- dijo la chica-. Por cierto, soy Sara, perdona si te he asustado.
 
-Yo María. No pasa nada.
 
-¿Como es que esto está escondido? Con lo bonito que es...
 
-Es para... Para que no molesten a los patos- contestó María a la carrera-. Antes había uno a la vista de todo el mundo y no acabó bien.
 
-Oh, que pena.
 
Las dos se quedaron en silencio. María miraba al estanque, y Sara miraba a María. No era guapa, pero parecía simpática, y el hecho de estar ahí sola hacía que Sara se sintiera un poco mal por María.
 
-¿Eres de aquí?- preguntó Sara para romper el silencio.
 
María apartó la mirada del estanque y la colocó en Sara.
 
-Sí, ¿y tú?
 
-No, yo soy de Bilbao. Llegué ayer- respondió la bilbaína.
 
-Me gusta Bilbao, aunque nunca fui.
 
-Sí, es precioso. Oye, ¿sabes de algún sitio bueno por aquí? Es que tengo un hambre...
 
-Sí, sé una heladería muy buena a un par de manzanas de aquí- contestó María-. ¿Quieres que te lleve?
 
-¡Sí! ¡Estaría genial!- exclamó Sara-. Seguro que es buenísima.
 
-Lo es- dijo María, sonriendo por primera ves en lo que va de día.

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