Julio releyó el mensaje de Iván. Él no estaba enterado. Solo Lucas. Y había guardado silencio.
si, tranquilo, solo estoy un poco cansado
Julio nunca había sido una persona que se dejara afectar fácilmente, pero la historia que empezó hace dos años... No podía olvidarla.
-¡Al fin acabaron las clases del lunes!- exclamó Paula-. Odio los lunes.
-Tú y todos, aparte con examen de Biología- añadió Marta.
-Vosotras lo lleváis bien, pero yo para nada eh- dijo Iria, ya lista para salir.
-Tampoco tanto- dijo Paula.
Las tres salieron de clase conversando, y ya en el pasillo, dos chicos de clase, los más guapos, se unieron a su conversación. Salieron del instituto y se despidieron de ellos.
-Ey chicas, ¿venís ahora conmigo a la alameda? Julio está allí- dijo Iria.
-Yo no puedo- dijo Paula-. Esta semana tengo que llegar a casa temprano porque si no mi madre se piensa que voy a a hacer cosas raras y me castiga. Es así ella.
-¿Y tú, Marta?- preguntó Iria.
-Pero es que yo contigo y Julio no pinto nada- dijo Marta.
-Pero no mujer, hay más gente- replicó Iria-. Hay bastantes chicos guapos. Puedes hablar con ellos.
-Sí, claro, los conozco de vista y de hablar un par de veces, no voy a estar con ellos como si los conociera de toda la vida- dijo Marta.
-Ay mi Marta, que también van a estar chicas, aparte, a esos chicos les pareces guapa, como a todos, te van a tratar bien- argumentó Iria.
Marta resopló. Miró a Iria, que la miraba con cara de cachorro abandonado, y al final accedió. Se despidieron de Paula y comenzaron a caminar del ganchete dirección a la alameda.
Solo tres días habían pasado desde que Marta vio a Julio también en la alameda. A ella Julio le parecía muy prepotente, y tampoco es que le cayera muy bien por el hecho de que ilusionaba a todas y al cabo de poco tiempo las dejaba o peor, hacía algo para que ellas le dejaran a él. Marta pensaba que no sería capaz de salir con alguien así.
Llegaron a la alameda. Los chicos estaban sobre un banco junto a la fuente, con sus mochilas tiradas en el suelo. La mayoría estaban fumándose un cigarrillo, mientras escuchaban lo que otras chicas de su instituto o de las más populares de la ciudad les contaban, y sonreían ante lo que decían, aunque no entendían ni papa. Julio hablaba con Lucas. A ninguno les interesaban las chicas allí presentes. Las guapas ya habían tenido algo con ellos y las no tan guapas... Pues como que no. Vieron acercarse a Marta y a Iria. Julio sonrió al ver a Iria, y se sorprendió un poco al ver a Marta. ¿No le caía mal? Esperó a que llegaran junto a ellos y se levantó a saludar a Iria. Luego miró a Marta y esbozó un pequeña (casi inapreciable) sonrisa.
-Hombre, hola.
-Hola- saludó la chica.
-Julio, cielo, ¿nos vamos?- preguntó Iria, ilusionada.
-Claro, aunque primero tendrás que dejar a tu amiga con alguien- dijo Julio mirando a Marta-, no querrás que se quede aquí sola.
Clavó sus ojos azules en los verdes de la chica, y su mirada era como desafiante.
-Puedo yo sola, gracias- respondió Marta.
-Bueno, pues entonces chao- se despidió Iria, quien no entendió la preocupación de Julio por Marta.
-Adiós- se despidió Marta, y vio a la pareja marcharse.
Lucas miraba a Marta divertido. Sabía que algo le había dicho a Julio que él no supiera para que se portara así. Parecía interesante, aunque no su tipo. Decidió hablarle, y ser directo.
-Sabe Dios que le has hecho a Julio para que te diga eso.
Marta lo miró, y encogiéndose de hombros, respondió:
-Sí, sabe Dios.
Se sentó en el banco junto a Lucas, y empezaron a conversar, mientras las chicas allí presentes los miraban de reojo.
En la otra punta de la alameda, Julio e Iria, hablaban un poco entre beso y beso. Iria lo pasaba bien, pero a Julio le aburría. La misma historia de siempre. Él consigue que ella salga con él, se lían, y luego lo dejan. A él le gustan los retos. Como por ejemplo, su amiga Marta. Iba a dejar a Iria, pero quedaría un poco raro. Mejor se ganaba que lo dejara. Solía ser más divertido. Y así lo hizo.
Julio sonrió levemente al recordar lo que hizo justo al día siguiente. Si es que se había lucido.
******
-Vámonos ya, mañana hay partido.
-Sí. Álex, no te despidas de todas tus amiguitas que si no no salimos de aquí hasta mañana.
-Callaos- dijo el de rizos. Eran las doce y media. Si el domingo no hubiera partido, se quedarían un poco más, pero no era el caso.
Entre bromas, salieron de la discoteca, y cada uno fue a su casa, donde se dieron una ducha y se quedaron dormidos sobre las tres de la mañana.
******
Por su parte, las tres chicas también se marcharon, pero en vez de ir haciendo bromas, Clara y Carmen acosaban a Marta a preguntas sobre el futbolista. Exigían detalles hasta de cuando pestañeaba. Marta intentaba responder más o menos bien. Tampoco quería contar todo.
Al llegar a casa, se despidió de sus amigas y fue a su apartamento. Encontró a su hermano dormido en el sofá con la tele encendida. En la tele echaban Avatar. Marta sonrió al ver a su hermano dormir con la boca entreabierta. Eso no lo veían sus novias. Cogió una manta y lo tapó. Subió a su habitación y tras darse una ducha se puso el pijama. Se sentó en la cama y miró por su gran ventanal. Buen día el de hoy. Pensó en todo lo ocurrido, y en Pablo. Era guapo, sí, ¿y qué? Un futbolista súper famoso no va ni a mirarla. Se limitará a buscar un chico normal, pero también tendrá cuidado de no enamorarse de la persona equivocada, o puede pasarle lo mismo que con Julio. Y no quiere arriesgarse a eso.
******
Se dejó caer sobre su gran sofá. Álex suspiró. Otro día más. Aprovechado, se podría decir. Antes de acostarse, decidió mirar un poco las redes sociales. Interacciones. Álex vio un montón de menciones que hablaban todas de lo mismo. Todas preguntaban por su supuesta nueva novia. ¡Pero si él no tiene ninguna nueva novia! Pinchó en el enlace que una chica le adjuntó con una felicitación. Automáticamente, la página de Cataluña TV se abrió. Álex vio lo que ponía, y la foto. Al final de todo, se podía ver escrito en pequeño: "Escrito por Verónica Gutiérrez". Una sensación de rabia y odio recorrió el cuerpo de Álex.
-Me cago en todos tus muertos, Verónica.
Y lo decía desde lo más profundo de su alma.
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